El Northrop Grumman B-2 Spirit se mantiene como clave en la estructura de disuasión estratégica de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos. Este avanzado bombardero furtivo simboliza una proyección de poder sin parangón en el ámbito global.
No obstante, la flota del B-2 es notablemente reducida, y ahora enfrenta una reducción adicional. Recientemente se anunció que uno de los B-2 Spirit no será objeto de las próximas actualizaciones previstas, sino que será vendido, dejando así el arsenal reducido a 19 unidades. Este cambio sigue al reciente contrato adjudicado a Northrop Grumman, por un valor de 7 mil millones de dólares, destinado a modernizar y mantener operativa la flota de B-2 hasta la próxima década de 2030.
El elevado coste asociado con la tecnología avanzada y las capacidades de sigilo del B-2 ha tenido sus consecuencias. Siendo el avión más caro en servicio en Estados Unidos, las restricciones presupuestarias llevaron a la finalización prematura de su producción, con solo 21 unidades construidas. La pérdida de incluso un solo avión representa, por tanto, una merma considerable.
En 2008, un desafortunado incidente se saldó con la pérdida de un B-2 Spirit, que se estrelló durante el despegue en la Base de la Fuerza Aérea Andersen, en Guam.
Ajustes en la flota B-2 ante nuevos desafíos operativos

Actualmente, la flota activa cuenta con 20 B-2, pero se prevé una disminución a 19 unidades. Según la Solicitud de Presupuesto 2025 del Departamento de Defensa, se desinvertirá un B-2 en el año fiscal 2025 debido a un accidente o daño en tierra, considerado económicamente inviable para su reparación. Este anuncio no detalla específicamente el incidente, pero se sabe que dos B-2 han sufrido daños recientes.
Probablemente, el B-2 que se desinvertirá es el mismo que experimentó un aterrizaje de emergencia y posterior incendio en la Base de la Fuerza Aérea Whiteman, en Missouri, el 10 de diciembre de 2022. Este incidente provocó que la única pista de Whiteman quedara bloqueada durante más de una semana y, como consecuencia, la flota completa de B-2 se mantuvo en tierra durante seis meses.
Otro incidente involucró a un segundo B-2 en 2021, el cual fue trasladado a las instalaciones de Northrop Grumman en la Planta 42 de Palmdale, California. Existe la posibilidad de que esta aeronave sea la misma que ahora se está desinvirtiendo. La decisión final sobre el destino de la aeronave cedida, ya sea almacenamiento o desmontaje, aún no ha sido clarificada.
Plan de sucesión del B-2: el camino hacia el B-21 y el misterioso H-20

El B-2 Spirit, actualmente el único bombardero estratégico furtivo operativo, desempeña un papel crucial en la capacidad de las fuerzas estadounidenses para ejecutar operaciones de penetración en espacios aéreos fuertemente defendidos. Este avión, dotado de una tecnología avanzada de sigilo, ha establecido un estándar en la capacidad de realizar ataques profundos contra defensas aéreas enemigas.
La Fuerza Aérea de EE. UU. tiene planes firmes de mantener operativa su flota de B-2 hasta, al menos, la próxima década de 2030. Esto se alinea con el cronograma de producción y despliegue del B-21 Raider, el cual se está desarrollando para reemplazar tanto al B-2 como al B-1 Lancer, una vez que se produzca en número suficiente.
Con un gasto estimado de $7 mil millones en la modernización de los B-2, es probable que estos bombarderos continúen en servicio incluso más allá de lo previsto, dada la magnitud de la inversión, equivalente a más de $350 millones por avión.
Es relevante destacar que el desarrollo del B-21 Raider progresa adecuadamente, con la producción inicial ya en curso y un presupuesto que, hasta ahora, se mantiene por debajo de lo esperado.
La entrada en servicio de este modelo está prevista para finales de esta década. Por otro lado, el calendario de producción del bombardero chino H-20 sigue siendo una incógnita, aunque las autoridades chinas han sugerido que su revelación es inminente.
Transición estratégica: de los B-1 Lancer a los B-21 Raiders

El informe más reciente del Pentágono indica que nueve unidades del Rockwell B-1 Lancer serán desactivadas en 2027, conforme a las directrices de la NDAA (Autorización de Defensa Nacional). Este retiro se sincronizará con las entregas del B-21, asegurando que no haya una reducción en la capacidad operativa general.
El B-1 Lancer, conocido por su configuración de ala de geometría variable y capacidad para transportar las cargas más pesadas entre los bombarderos estadounidenses, ha sido un elemento vital desde su introducción en los años 80. De los más de 100 construidos, actualmente quedan 62 en servicio activo.
Este plan de desactivación de los B-1 Lancer no solo refleja una estrategia de renovación de capacidades, sino también un ajuste en la asignación de recursos hacia los nuevos B-21, mientras se mantiene una cantidad significativa de B-2 en servicio. Aunque las fechas exactas de retirada del B-1 y del B-2 permanecen bajo clasificación, se proyecta adquirir aproximadamente 100 B-21 Raiders, aunque este número podría ajustarse según las necesidades futuras.
Northrop Grumman ha señalado que el B-21 representa el primer avión de sexta generación del mundo, destacando que sus “capacidades de sexta generación incluyen sigilo, ventaja de información y arquitectura abierta”, marcando un nuevo hito en la evolución de la tecnología aeroespacial militar.