La era de las superarmas rusas ha llegado, al menos eso es lo que quiere hacernos creer el presidente Vladimir Putin.
Y son motivo de preocupación porque los sistemas tradicionales de alerta temprana de Estados Unidos podrían no ser capaces de ver venir esas armas.
Las armas hipersónicas, como el 3M22 Zircon de Rusia, vuelan tan rápido y bajo -a velocidades de hasta Mach 6 y con una trayectoria balística atmosférica baja- que pueden penetrar los sistemas tradicionales de defensa antimisiles.
El misil vuela con un combustible avanzado que, según los rusos, le da un alcance de hasta 1.000 kilómetros. Y es tan rápido que la presión del aire delante del arma forma una nube de plasma mientras se mueve, absorbiendo las ondas de radio y haciéndolo prácticamente invisible a los sistemas de radar activos.
Los sistemas interceptores de misiles Aegis de Estados Unidos necesitan entre 8 y 10 segundos de tiempo de reacción para interceptar los ataques entrantes. En esos 8-10 segundos, los misiles rusos Zircon ya habrán recorrido 20 kilómetros, y los misiles interceptores no vuelan lo suficientemente rápido para alcanzarlos.
Según Popular Mechanics, incluso si un barco estadounidense detectara un misil Zircon a 160 kilómetros de distancia, solo tendría un minuto para hacer algo al respecto.
Para interceptar un misil Zircon ruso, Estados Unidos tendría que interceptarlo en el momento del lanzamiento o hacer volar un objeto en su trayectoria.
El paso de Rusia a las armas hipersónicas es probablemente un medio para hacer frente a la superioridad estadounidense en tamaño, tecnología y número de portaaviones. La Armada estadounidense pretende mantener una fuerza de 12 portaaviones de propulsión nuclear.
En cambio, Rusia tiene uno, que se despliega con un remolcador en caso de que su motor se averíe.
En el mar, cualquiera de las 15 corbetas rusas de la clase Buyan podrá llevar hasta 25 misiles hipersónicos Zircon. Haría falta menos de media docena de esos misiles para hundir incluso el portaaviones estadounidense más avanzado, como el USS Gerald R. Ford.
Algunos dicen que innovaciones como el Zircon están alejando el desarrollo de la tecnología militar de los sistemas basados en portaaviones, y piden que la Marina estadounidense reconsidere por completo el papel del portaaviones.