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Por qué Rusia negó a Irán el sistema S-400 en pleno asalto aéreo israelí

16 de julio de 2025
S-400

S-400

El 30 de junio, un destacado político iraní criticó públicamente a Rusia por negarse a suministrar a Irán el avanzado sistema de defensa antiaérea S-400, y acusó a Moscú de haber tomado esa decisión para preservar sus relaciones con Israel. La acusación fue formulada por Ali Motahari, exvicepresidente del Parlamento iraní, después de una campaña aérea israelí de once días contra Irán iniciada el 13 de junio de 2025, seguida por ataques estratégicos estadounidenses contra instalaciones nucleares iraníes nueve días más tarde.

El fracaso de las defensas antiaéreas iraníes ante los cazas furtivos F-35 de Israel aumentó el escrutinio sobre las capacidades militares de Teherán y su asociación estratégica con Rusia. Las declaraciones de Motahari, publicadas en la plataforma X, reflejaron el malestar creciente en Teherán por la negativa de Moscú a entregar el S-400, sistema considerado clave para reforzar la defensa iraní ante amenazas aéreas avanzadas. Esta situación puso en entredicho la solidez de la alianza entre Rusia e Irán y planteó interrogantes sobre las dinámicas geopolíticas en Oriente Medio, donde los sistemas de defensa antiaérea constituyen componentes centrales de la guerra moderna.

El S-400 Triumf, desarrollado por la corporación rusa Almaz-Antey, se ubica entre los sistemas de defensa antiaérea más avanzados del mundo. Tiene capacidad para interceptar objetivos a distancias de hasta 400 kilómetros y altitudes de hasta 30 kilómetros. Incorpora diversos tipos de misiles, incluido el 40N6E para enfrentamientos de largo alcance, y puede neutralizar una amplia gama de amenazas, desde misiles balísticos hasta aeronaves furtivas. Su radar 91N6E posee capacidades de detección robustas incluso ante objetivos de baja observabilidad como el F-35.

La red actual de defensa antiaérea iraní, basada principalmente en el sistema nacional Bavar 373 y en un número limitado de sistemas rusos S-300PMU-2, no logró repeler el ataque aéreo israelí. Esto reactivó el debate sobre las razones por las cuales Rusia no entregó el S-400, a pesar de años de cooperación estratégica con Teherán.

La Operación León Naciente, que Israel inició el 13 de junio de 2025, representó una escalada significativa en la región. Tuvo como objetivo neutralizar instalaciones nucleares y de defensa antiaérea iraníes. La Fuerza Aérea israelí desplegó más de 200 aeronaves, incluidos cazas furtivos F-35I Adir y aviones de ataque F-15I Ra’am, en una campaña con planificación meticulosa.

La operación comenzó cuando fuerzas especiales desactivaron los radares iraníes. Posteriormente, las aeronaves ejecutaron bombardeos precisos con municiones avanzadas como la GBU-31 (Joint Direct Attack Munition). Las aeronaves israelíes explotaron los vacíos en la red defensiva iraní y penetraron en su espacio aéreo sin encontrar resistencia significativa. Los ataques destruyeron instalaciones nucleares clave, entre ellas las de Natanz y Fordo, y redujeron de forma considerable la capacidad defensiva aérea de Irán.

El sistema Bavar 373, componente central de la red defensiva iraní, resultó ineficaz ante las tácticas israelíes. Introducido en 2019, este sistema tiene un alcance estimado de 200 kilómetros y capacidad para enfrentar múltiples objetivos al mismo tiempo. Sin embargo, sus radares no alcanzan el nivel de sofisticación del 91N6E del S-400, en particular para detectar aeronaves furtivas. Irán también cuenta con algunos sistemas S-300PMU-2, adquiridos a Rusia en 2017 después de años de retrasos.

Aunque operativos, estos sistemas presentan un nivel de obsolescencia en comparación con el S-400 y no consiguieron contrarrestar el ataque israelí. El radar Rezonans-NE, que Irán compró a Rusia en 2019 para mejorar la detección de blancos furtivos, tampoco ofreció el rendimiento esperado y fue superado por las capacidades de guerra electrónica israelíes.

La incapacidad de las defensas iraníes para abatir un solo F-35 israelí provocó críticas internas. Fuentes locales aseguraron que el Bavar 373 derribó tres de cuatro F-35, pero estas afirmaciones no han sido verificadas y analistas israelíes y occidentales las cuestionan ampliamente.

La operación expuso vulnerabilidades críticas en la defensa antiaérea iraní, especialmente en cuanto a cobertura e integración. Esto permitió a Israel realizar incursiones profundas en territorio iraní. La ausencia de un sistema como el S-400, con mayor alcance y radar más avanzado, fue señalada como una de las causas principales de la ineficiencia defensiva iraní.

El malestar iraní hacia Rusia tiene antecedentes de décadas, marcados por acuerdos armamentísticos incumplidos. Durante los años noventa y dos mil, Irán intentó adquirir reiteradamente los sistemas S-300, predecesores del S-400, para reforzar sus defensas ante amenazas de Israel y Estados Unidos. Un contrato por el S-300PMU-1 fue firmado en 2007, pero Rusia lo canceló en 2009 debido a presiones de potencias occidentales e Israel.

Esa decisión obligó a Irán a desarrollar sus propios sistemas de defensa, con el Bavar 373 como resultado, presentado por Teherán como una alternativa nacional al S-300. Recién en 2017, tras la firma del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA) en 2015, Rusia entregó un número limitado de sistemas S-300PMU-2.

El interés por el S-400 resurgió a mediados de la década de 2010, cuando Rusia e Irán intensificaron su cooperación militar en Siria, al combatir a milicias respaldadas por Occidente. Autoridades rusas manifestaron disposición a suministrar el S-400 a Irán, y en 2019 fuentes rusas negaron afirmaciones occidentales que sostenían que Moscú había rechazado las solicitudes iraníes.

Según un informe del Daily Times del 23 de junio de 2025, el Kremlin declaró que cualquier decisión respecto al S-400 dependería de solicitudes específicas de Irán y expresó disposición a respaldar a Teherán conforme a sus necesidades. Sin embargo, no se concretó ningún acuerdo. En marzo de 2023, incluso el ministro de Defensa, iraní, Mohammad Reza Ashtiani, minimizó el asunto y aseguró que el Bavar 373 satisfacía las necesidades defensivas del país.

Pese a esas declaraciones, los ataques israelíes recientes pusieron en duda la autosuficiencia iraní. El 30 de junio de 2025, Motahari criticó a Rusia por haber suministrado sistemas S-400 a Turquía y haber ofrecido los mismos a Arabia Saudita, mientras excluía a Irán, un aliado clave que proporcionó tecnología de drones a Moscú para la guerra en Ucrania.

“La negativa rusa a vender el S-400 y la falta de entrega de los cazas Su-35 a Irán, a pesar del apoyo brindado por Irán, demuestran que Moscú no tiene intención de respaldar a Teherán”, escribió Motahari. Su postura coincidió con la de otros funcionarios iraníes. Esta percepción de deslealtad debilitó la asociación estratégica y generó dudas sobre la fiabilidad de Rusia como aliado Moscú ha cultivado vínculos tanto con Irán como con Israel y ha gestionado una red de intereses compleja. Aunque Irán ha sido un socio crucial al proporcionar misiles balísticos y drones para la campaña rusa en Ucrania, Israel sigue siendo un actor regional relevante con estrechos lazos con Estados Unidos.

La entrega del S-400 a Turquía en 2019 y las ofertas a Arabia Saudita demuestran que Moscú mantiene relaciones con aliados y adversarios de Israel por igual, estrategia que las autoridades rusas definen como diplomacia multilineal. No obstante, dotar a Irán con el S-400 podría intensificar las tensiones con Israel y arrastrar a Rusia a un conflicto directo que procura evitar.

Un informe de la BBC del 18 de junio de 2025 señaló que las autoridades rusas calificaron los ataques israelíes contra Irán como alarmantes y peligrosos, aunque evitaron brindar asistencia militar a Teherán. El informe destacó la inquietud de Moscú por perder influencia en la región, sobre todo después de firmar un acuerdo de asociación estratégica con Irán a comienzos de ese año La renuencia del Kremlin a suministrar el S-400 también podría derivarse del temor de que Irán utilice el sistema contra aeronaves israelíes, situación que complicaría su estrategia regional.

Irán desempeñó un papel clave en la campaña rusa en Ucrania, en particular mediante el suministro de drones Shahed-136. Esta contribución permitió a Moscú sostener su ofensiva. Sin embargo, como han señalado Motahari y otros, ese respaldo no fue correspondido con sistemas de defensa avanzados. La asimetría en la asociación incrementó el resentimiento en Teherán, donde algunos funcionarios cuestionan si Rusia percibe a Irán como un verdadero aliado estratégico o solo como un socio utilitario.

El fracaso de las defensas antiaéreas durante la ofensiva israelí desató críticas internas que agudizaron la tensión entre el Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) y el gobierno civil. El CGRI, que supervisa la red defensiva aérea, ha recibido acusaciones por mala gestión y por haber basado la defensa en el Bavar 373, sistema ineficaz frente a los cazas israelíes avanzados. Al mismo tiempo, el gobierno encabezado por Masoud Pezeshkian ha sido cuestionado por no haber asegurado, mediante vías diplomáticas, sistemas modernos como el S-400.

Las declaraciones públicas de Motahari contra Rusia revelan un malestar más amplio dentro de la élite política iraní. Estas declaraciones, que otros parlamentarios respaldaron, intensificaron el escrutinio sobre el dominio del CGRI en la adquisición y estrategia militar. Algunos sectores del gobierno sostienen que la insistencia del CGRI en priorizar sistemas nacionales, aunque representa un símbolo de orgullo, dejó a Irán expuesto ante amenazas sofisticadas.

Otros sectores argumentan que la falta de presión del liderazgo civil hacia Rusia para obtener sistemas avanzados agravó el problema. Estas divisiones internas podrían alterar la política de defensa iraní y modificar el equilibrio de poder entre el CGRI y el gobierno.

Las implicancias políticas también podrían influir en la estrategia militar del país. El CGRI, con fuerte influencia sobre el presupuesto en defensa, podría reclamar mayor control sobre las decisiones de adquisición, bajo el argumento de que su experiencia resulta esencial para superar las deficiencias del sistema.

Por otro lado, el gobierno civil podría intentar reafirmar su autoridad mediante gestiones diplomáticas destinadas a adquirir sistemas avanzados de otros proveedores, como China, que ha ofrecido el sistema HQ-9. Este conflicto interno expone un dilema estructural: cómo compatibilizar el orgullo nacional por una industria defensiva autónoma con la necesidad urgente de incorporar tecnología moderna para enfrentar amenazas externas.

En el centro del problema se encuentra la diferencia técnica entre el S-400 y el Bavar 373. El S-400, operativo desde 2007, constituye un sistema móvil y de capas múltiples diseñado para neutralizar amenazas diversas, entre ellas misiles de crucero y cazas de quinta generación como el F-35.

Su radar 91N6E permite detectar objetivos a distancias de hasta 600 kilómetros, y su gama de misiles, incluido el 40N6E, ofrece capacidad para interceptar blancos a distancias extremas. Además, puede integrarse con otros activos defensivos y conformar una red densa y eficaz que protege zonas amplias del territorio.

El Bavar 373, aunque representa un progreso para la industria de defensa iraní, presenta limitaciones. Su alcance máximo ronda los 200 kilómetros, y su radar, de menor sofisticación, enfrenta dificultades para detectar aeronaves furtivas como el F-35.

Este sistema emplea el misil Sayyad-4, que resulta eficaz contra objetivos convencionales, pero carece de la versatilidad que ofrece el conjunto de misiles del S-400. El radar Rezonans-NE, que Irán adquirió a Rusia, buscó cerrar esa brecha mediante capacidades de detección de largo alcance, pero su rendimiento fue deficiente ante las contramedidas de guerra electrónica israelíes.

Las comparaciones con otros sistemas internacionales refuerzan la superioridad del S-400. El Patriot PAC-3 de Estados Unidos, por ejemplo, sobresale en la defensa contra misiles, pero ofrece un alcance inferior, de aproximadamente 180 kilómetros, y eficacia limitada ante aeronaves furtivas. El HQ-9 de China, alternativa posible para Irán, proporciona capacidades similares al S-300, pero no alcanza los estándares avanzados de radar y misiles que posee el S-400.

Con el S-400, Irán habría podido detectar y atacar aeronaves israelíes a mayor distancia, lo que posiblemente habría modificado el desarrollo de la Operación León Naciente y forzado a Israel a recurrir a armamento de largo alcance o a asumir mayores pérdidas.

La negativa a entregar el S-400 deterioró la asociación estratégica entre Rusia e Irán, ya afectada por prioridades divergentes. Según un funcionario de la OTAN citado en un informe del Telegraph del 25 de junio de 2025, la actitud oportunista de Moscú podría tener como objetivo capitalizar la debilidad de las defensas iraníes para promover nuevos acuerdos armamentísticos.

Sin embargo, la pérdida de confianza en Teherán podría llevar a Irán a buscar otros proveedores, como China, que ha ofrecido el sistema HQ-9. El énfasis creciente de Irán en su autosuficiencia, demostrado con el desarrollo del Bavar 373, podría acelerarse tras los ataques recientes, aunque aumentar la producción sigue siendo difícil debido a la escasez de recursos.

El futuro de esta asociación dependerá de la capacidad de Rusia para responder a las preocupaciones iraníes. La disposición manifestada por el Kremlin en el informe del Daily Times sugiere que Moscú podría reconsiderar su postura si Irán presenta una solicitud formal por el S-400.

No obstante, cualquier acuerdo de ese tipo enfrentaría la oposición de Israel y Estados Unidos, lo que podría entorpecer la estrategia regional de Moscú. Para Irán, la carencia de sistemas avanzados debilitó su capacidad de disuasión, redujo su influencia regional y fortaleció la posición de sus adversarios.

la guerra entre Irán e Israel evidenció la importancia crítica de los sistemas de defensa antiaérea en la guerra moderna y aceleró una competencia global por tecnologías capaces de contrarrestar amenazas furtivas e hipersónicas. El S-400 estableció un estándar, pero su ausencia en el arsenal iraní cuestiona su disponibilidad para los aliados de Rusia.

El desarrollo del S-500, concebido para enfrentar misiles hipersónicos, podría alterar aún más el equilibrio de poder, aunque su despliegue permanece limitado. Mientras tanto., y China avanza con el HQ-9 y el emergente HQ-19 para competir en el mercado global de defensa antiaérea.

El éxito israelí ante las defensas iraníes ofrece lecciones para otros países. La combinación de guerra electrónica, operaciones especiales y bombardeos de precisión ha demostrado la eficacia de un enfoque multinivel para superar sistemas defensivos avanzados.

En el caso de Irán, la guerra resaltó la necesidad de una red de defensa más densa e integrada, lo cual podría requerir asistencia extranjera para cerrar la brecha tecnológica. La dependencia en drones, que ha constituido el eje del apoyo iraní a Rusia, contrasta con sus debilidades en materia de defensa, lo que revela un desequilibrio en sus capacidades militares.

La negativa de Rusia a entregar el S-400, junto con la devastadora campaña aérea israelí, transformó el panorama de seguridad regional. Las defensas debilitadas de Irán y sus divisiones políticas internas redujeron su proyección regional, mientras que la demostración de capacidades de Israel reforzó su posición como potencia dominante.

La cautela rusa, al procurar equilibrar sus relaciones con Irán e Israel, expone la complejidad de gestionar un entorno geopolítico inestable. Los ataques estadounidenses contra instalaciones nucleares iraníes, considerados por algunos como solo parcialmente exitosos, introdujeron un nuevo nivel de incertidumbre en torno a las ambiciones nucleares iraníes.

La vía que Irán debe seguir pasa por abordar sus debilidades defensivas, ya sea mediante desarrollos propios o mediante alianzas externas. La pugna interna entre el CGRI y el gobierno civil influirá en estas decisiones y podría reconfigurar tanto la estrategia militar como la diplomacia del país. Rusia, señalada por su socio como un aliado reticente, deberá decidir si profundiza su compromiso con Irán o si mantiene el equilibrio con otros actores regionales.

La ausencia del S-400 en el inventario iraní reveló las limitaciones de Teherán y también planteó dudas sobre la fiabilidad de las alianzas estratégicas en contextos de crisis. Mientras Oriente Medio experimenta estos cambios, permanece abierta la pregunta sobre si Irán contará con capacidad suficiente para reconstruir su defensa antes del próximo conflicto.

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