El “Almirante Kuznetsov” refleja fallos técnicos, mala gestión y la insistencia rusa en mantener un vestigio obsoleto de la Guerra Fría.
La realidad operativa del “Almirante Kuznetsov” y su impacto
El único portaaviones de Rusia, el “Almirante Kuznetsov”, ha quedado como un emblema de mala administración y decadencia militar en un país que busca proyectar grandeza. A pesar de ser clasificado oficialmente como un “crucero pesado portaaviones”, esta denominación no puede ocultar su obsolescencia y falta de funcionalidad.
La razón de su permanencia en servicio se basa en un supuesto propósito de entrenamiento para futuros portaaviones que Moscú lleva prometiendo desde 2017. Sin embargo, este argumento carece de base real, evidenciando la falta de visión y seriedad en la gestión de la Armada rusa. Cualquier nación con una mínima autocrítica habría retirado esta nave hace décadas, pero Rusia continúa invirtiendo en una reliquia que ya no cumple su propósito.
Desde su diseño, el “Almirante Kuznetsov” ha enfrentado problemas estratégicos y operativos. Concebido en los últimos años de la Unión Soviética, fue pensado para proyectar poder aéreo y ventaja estratégica, pero su implementación nunca alcanzó esas metas. Puesto en servicio en 1991, el mismo año del colapso de la URSS, se convirtió en un ejemplo de planificación fallida y defectos técnicos.
Además, su designación como “crucero pesado con capacidad para transportar aviones” fue una táctica diseñada para eludir restricciones internacionales. Este subterfugio refleja tanto la incapacidad de Moscú para mantener un portaaviones plenamente operativo como su limitado acceso marítimo, restringido por la dependencia del Estrecho del Bósforo y la regulación turca.
Datos clave sobre el “Almirante Kuznetsov”
- Desplazamiento: Cerca de 62,000 toneladas, una cifra que resalta su obsolescencia más que su utilidad.
- Clasificación: “Crucero pesado portaaviones”, una estrategia para evitar restricciones en el Estrecho del Bósforo.
- Historial: Operaciones marcadas por fallos técnicos y mantenimiento deficiente durante más de tres décadas.
- Propósito oficial: Plataforma de entrenamiento para una flota futura de portaaviones que no se ha materializado.
Limitaciones técnicas y fallos operativos del buque
El diseño del “Almirante Kuznetsov” incluyó una plataforma de salto de esquí en lugar de catapultas modernas, un reflejo de las limitaciones presupuestarias soviéticas. Mientras potencias como Estados Unidos han perfeccionado tecnologías avanzadas, Rusia apenas ha logrado un sistema funcional. Esto impacta la capacidad operativa de sus aviones embarcados, como los Su-33 y MiG-29K, que no alcanzan un rendimiento óptimo en este portaaviones.
El historial del “Almirante Kuznetsov” está plagado de problemas técnicos, accidentes y un mantenimiento negligente. Durante su vida útil, estos defectos lo han convertido en una carga financiera para la Armada rusa, lejos de ser un símbolo de poderío militar. Su estado actual lo sitúa más cerca de ser una reliquia flotante que un recurso estratégico.
La insistencia en mantener este portaaviones operativo se basa en el argumento de evitar una “brecha de capacidades”. Sin embargo, la falta de operaciones reales y su permanencia casi exclusiva en astilleros contradicen esta justificación. Rusia ha perdido décadas de experiencia en el uso de portaaviones, y el Kuznetsov no contribuye a revertir esta tendencia.
El intento de modernizarlo para extender su vida útil por otros 25 años es considerado por expertos una combinación de negación institucional y desperdicio de recursos. Promesas de mejorar sistemas clave como la propulsión o la defensa aérea parecen poco realistas dado el historial de fracasos en proyectos similares.
Un testimonio de las prioridades equivocadas de Rusia
El “Almirante Kuznetsov” no es solo un portaaviones fallido; es un recordatorio flotante de la incapacidad de Rusia para adaptarse a las demandas modernas. Su existencia simboliza una obsesión por mantener una imagen de poder que no se corresponde con la realidad.
A pesar de su deterioro, Moscú insiste en asignar fondos a un proyecto que muchos consideran inviable. Lejos de fortalecer a la Armada rusa, el Kuznetsov expone la brecha tecnológica y logística que separa a Rusia de otras potencias militares.
La decisión de mantenerlo en servicio refleja una resistencia a aceptar la realidad: este buque ya no cumple con estándares básicos de operatividad ni tiene relevancia estratégica. En lugar de destinar recursos a proyectos más viables, Rusia sigue aferrándose a un pasado que no puede recuperar.
En última instancia, el “Almirante Kuznetsov” es un ejemplo claro de cómo las prioridades desorientadas y la nostalgia por una era pasada pueden perpetuar decisiones ineficientes y costosas para un país en declive.