El Lockheed Martin F-22 Raptor es respetado tanto por su capacidad de combate aéreo como por sus atributos de maniobrabilidad aire-aire, especialmente cuando se compara con cualquier otro rival potencial. Operado exclusivamente por la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, el Raptor fue desarrollado como parte del programa Advanced Tactical Fighter (ATF) del servicio hace dos décadas. El avión se desarrolló como un caza de superioridad aérea que también podía ser capaz de realizar ataques a tierra, guerra electrónica e inteligencia de señales.
Impulsado por dos motores turbofan Pratt & Whitney, es capaz de alcanzar velocidades de Mach 2 (1.534 mph/2.469 kph). El F-22 tiene un techo de 50.000 pies (15 kilómetros) y un alcance de 1.841 millas (2.962 km) sin repostar.
Aunque veloz, el F-22 no puede superar a un misil hipersónico, por supuesto, y ahora hay informes de que China podría estar considerando cómo emplear esa tecnología para atacar al mejor avión de combate de Estados Unidos. El pasado mes de diciembre, un científico chino llegó a afirmar de forma atrevida (incluso dudosa) que un “misil hipersónico tierra-aire podría alcanzar y destruir un F-22 (Raptor) en segundos si disparara un misil o lanzara una bomba a corta distancia”.
Tales misiles, equipados con capacidades de “búsqueda de calor”, podrían dirigirse a “prácticamente cualquier objetivo con notable precisión y velocidad”. Los objetivos podrían incluir aviones furtivos, barcos e incluso vehículos en movimiento en la calle, afirmaron los investigadores. Mientras que la mayoría de los vehículos militares terrestres se mueven a una velocidad no superior a los 100 km/h, y los barcos avanzan lentamente por las aguas abiertas, los aviones militares son mucho más rápidos y, lo que es más importante, maniobrables.
Buscando el calor
Los medios de comunicación chinos también destacaron el hecho de que los datos de la Fuerza Aérea estadounidense mostraban que los misiles buscadores de calor representaban el 90 % de todas las aeronaves perdidas en la década de 1980. Pero no abordaron el hecho de que fue Estados Unidos quien se anotó la mayor parte de esas muertes. Todos los misiles termodirigidos pueden apuntar fácilmente a una aeronave persiguiendo la firma de calor. La búsqueda de calor, también llamada localización por infrarrojos, es una técnica pasiva de guiado de misiles, que detecta y fija el objetivo a partir de la radiación electromagnética que emite en la sección infrarroja del espectro.
La clave de la afirmación china es que un arma hipersónica tendría que ser disparada desde una “pequeña distancia” y cuando el avión está relativamente bajo. Eso sugeriría que un F-22 de alto vuelo a distancia aún tendría tiempo de maniobrar. El objetivo del F-22 Raptor, y del más reciente Lockheed Martin F-35 Lightning, es eludir las defensas aéreas del enemigo y atacar objetivos a distancia. Si el enemigo no sabe que el avión está ahí, no disparará un misil, hipersónico o no.
Por último, los aviones actuales de quinta generación -incluido el F-22, que fue diseñado como caza de superioridad aérea- pueden apuntar a un enemigo desde mucho más allá del alcance visual. Un misil hipersónico que busque el calor es ciertamente una amenaza, pero probablemente no tanto como los investigadores chinos quisieran proponer.