La noticia de que Polonia y Eslovaquia van a entregar aviones de combate MiG-29 a Ucrania -algunos de los cuales ya han llegado, según parece- supone un alejamiento de la postura mantenida durante mucho tiempo por la comunidad internacional, que hasta ahora se había resistido a las peticiones de Kiev de más aviones de combate para ayudar a combatir la invasión rusa.
Aunque esta donación será bien recibida en Ucrania, podría plantear cuestiones políticas y prácticas que Occidente debe abordar para maximizar los beneficios -y mitigar los riesgos- de esta última medida para reforzar las defensas ucranianas.
Cazas polacos y eslovacos
Se espera que Polonia entregue cuatro MiG-29 y Eslovaquia ha prometido 13 de su propio inventario. Se espera que este número incluya algunos que ya no están operativos y que, por tanto, serían canibalizados por piezas de repuesto, en lugar de ser donados en orden de vuelo.
Por sí solos, estos cazas serán útiles para la Fuerza Aérea de Ucrania, que actualmente tiene más pilotos que aviones operativos tras un año de grandes pérdidas. Ayudarán a mantener las operaciones aéreas frente a la persistente amenaza de las defensas aéreas terrestres y los aviones de combate rusos, así como a apoyar cualquier ofensiva terrestre que los ucranianos organicen en primavera y verano.
Pero en las cifras actuales, las donaciones previstas probablemente no tendrán un impacto decisivo en el campo de batalla ni alterarán fundamentalmente el cálculo estratégico o el desequilibrio entre los tamaños de las fuerzas aéreas rusas y ucranianas. En cambio, el mayor impacto inmediato de esta decisión es político.
La voluntad de romper filas respecto al anterior consenso en contra de la donación de cazas pone de relieve el influyente papel que Polonia, Eslovaquia y otros pequeños Estados de primera línea de la OTAN han desempeñado en el impulso del apoyo internacional a Ucrania.
Ayuda militar a Ucrania
Aunque el mayor donante de ayuda militar es, por un enorme margen, Estados Unidos, seguido del Reino Unido, muchos de los estados de Europa del Este han estado donando una porción mucho mayor de ayuda como porcentaje de sus respectivos productos interiores brutos. Esto refleja lo seriamente que se toman la amenaza rusa, así como su solidaridad con los ucranianos, con quienes los países de Europa del Este mantienen lazos sociales, culturales y económicos especialmente estrechos.
Convenientemente, estos países tienen reservas de viejos equipos de diseño soviético, tipos ya utilizados por los ucranianos y que, por tanto, pueden ponerse rápidamente en servicio.
Con este movimiento políticamente audaz, los líderes de Varsovia y Bratislava pueden estar esperando galvanizar una acción internacional más amplia en solidaridad con Ucrania. Sentar un precedente pone en entredicho las supuestas “líneas rojas” de Rusia contra este tipo de donaciones y aumenta la presión diplomática y nacional sobre otros gobiernos para que sigan su ejemplo, especialmente mientras Rusia corteja a China para reforzar sus propios y agotados arsenales de armas y municiones. Ya hemos visto cómo el pequeño pero simbólico compromiso del Reino Unido de donar tanques Challenger 2 ha desbloqueado donaciones mayores (y bastante más prácticas) de Alemania, Estados Unidos y otros países.
¿F-16 o MiG-29 para Ucrania?
Otros aliados de la OTAN se verán ahora presionados para ofrecer directamente a Ucrania sus propios aviones de diseño occidental (como está pidiendo el presidente ucraniano Volodymyr Zelenski, que ha solicitado repetidamente aviones F-16 de fabricación norteamericana), o para utilizarlos para rellenar los arsenales de aquellos países que todavía tienen MiG de diseño soviético para transferirlos a los ucranianos.
Tras la decisión de Varsovia, un ministro de defensa del Reino Unido anunció que Gran Bretaña estaría dispuesta a desplegar sus propios jets en Polonia para llenar cualquier vacío temporal en las defensas aéreas que se produjera como consecuencia de dichas donaciones.
En la práctica, la integración de los cazas de diseño occidental que acaben siendo donados junto con los MiG-29 polacos y eslovacos podría requerir la resolución de una serie de cuestiones operativas relacionadas con el adiestramiento, las bases, la familiarización con los equipos y la integración con las fuerzas terrestres.
También puede ser necesaria una coordinación multinacional y un plan de implementación creíble, junto con la provisión de apoyo al adiestramiento, mantenimiento y planificación táctica. Evitar incidentes fratricidas o de “azul contra azul” también podría requerir atención; sin una formación y un ensayo considerables, el uso de equipos desconocidos para tareas complejas como el apoyo aéreo cercano puede suponer un riesgo considerable.
Formación de pilotos
El proceso de formación de pilotos, personal de tierra y otras personas implicadas en la integración de nuevos sistemas de esta complejidad suele durar años, y aunque siempre se pueden encontrar algunos atajos, existen límites en cuanto a la seguridad y la capacidad de formación.
En resumen, si Occidente va a seguir el ejemplo de Polonia y Eslovaquia con más donaciones de otros cazas de diseño soviético u occidental, un paquete creíble y a largo plazo de formación, mantenimiento y otros tipos de apoyo podría ser esencial para que esto deje de ser un gesto simbólico y tenga un impacto decisivo en los campos de batalla de Ucrania.