El Lockheed Martin F-117A Nighthawk, pionero en la tecnología furtiva, fue optimizado para minimizar su visibilidad en el espectro de radar.
La capacidad de un radar para detectar un objeto se basa en la cantidad de energía reflejada de vuelta, conocida como sección transversal de radar (RCS). Al diseñar un avión con un RCS reducido, se incrementa su furtividad.
Comparativa de la sección transversal de radar de aviones furtivos
De acuerdo con una infografía de la Revista de la Fuerza Aérea de julio/agosto de 2019, el F-117 tiene un RCS de 0,003 m², equivalente al de tres insectos. Comparativamente, el F-35A presenta un RCS ligeramente mayor de 0,005 m², mientras que el B-2 Stealth Bomber tiene un RCS de 0,05 m². En contraste, el F-16 Viper muestra un RCS significativamente mayor de aproximadamente 4 m², variando según su configuración.
La minúscula RCS del F-117A lo hace extremadamente difícil de detectar y rastrear. Los radares deben estar específicamente modificados o especializados para seguir aviones furtivos, utilizando técnicas avanzadas para compensar la baja reflectividad. El capitán retirado de la USAF Thad Darger, piloto del F-117A, destacó que la parte inferior del avión actuaba como un espejo, refractando las ondas de radar y, junto con el material absorbente de radar, hacía casi imposible su detección por radares convencionales.
Además del radar, otro método para detectar aeronaves es mediante su firma térmica. La gestión del calor emitido por los motores y otros componentes es crucial para mantener la furtividad.
Reducción de la firma infrarroja en el F-117 Nighthawk
El F-117A Nighthawk no solo destacó por su baja firma de radar, sino también por sus esfuerzos en minimizar su firma infrarroja. La firma infrarroja se refiere al calor emitido por la aeronave, detectable por diversos dispositivos que escanean el espectro infrarrojo de la luz electromagnética.
La firma infrarroja es esencialmente la huella térmica de un objeto. En el contexto de aeronaves, se genera principalmente por el calor de los motores y otros sistemas a bordo. Los sensores infrarrojos detectan esta energía térmica, permitiendo la localización y seguimiento de aviones, incluso cuando son difíciles de rastrear por radar.
Para reducir su firma infrarroja, el F-117A empleaba varias técnicas avanzadas. Entre ellas, el diseño de los motores y sus salidas de escape para dispersar el calor, así como el uso de materiales especiales que absorben y disipan el calor de manera eficiente. Estas medidas complementaban su diseño furtivo, haciendo al F-117A un objetivo aún más difícil de detectar en combate.
La vulnerabilidad del F-117 en operaciones de combate aéreo
El F-117 es conocido por la construcción de 59 unidades, de las cuales solo una fue derribada en combate. Este incidente ocurrió en los cielos de Serbia el 17 de abril de 1999, durante la intervención de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) contra la represión de los musulmanes kosovares, denominada Operación Fuerza Aliada.
Participando en esta operación se encontraba el teniente coronel William “Brad” O’Connor, un experimentado piloto que había volado F-16 Vipers y EF-111 “Sparkvarks” antes de ser asignado al F-117A a principios de 1998.
Para Brad, se suponía que la misión consistía en ataques de precisión contra una torre de mezcla en la planta de municiones de Baric y la refinería de Novi Sad, según reportó el Military Times el 8 de enero de 2018. Sin embargo, se encontró enfrentando la artillería antiaérea (AAA) y misiles tierra-aire (SAM).
A pesar de los riesgos, Brad y sus compañeros podían lanzar sus bombas guiadas por láser (LGB) y regresar sanos y salvos. No obstante, el teniente coronel Dale Zeiko, encargado de atacar un centro de mando serbio, necesitaba abrir las puertas de la bahía de bombas para lanzar sus LGB, lo que expondría al F-117A al radar enemigo. Esto permitió que el sistema alterado S-125 Neva/Pechora, conocido por la OTAN como SA-3 Goa, rastreara el avión.
El intento de ataque de Zeiko fue frustrado por dos misiles SAM serbios, que lograron derribar su F-117A. Zeiko fue rescatado posteriormente por un equipo de extracción que incluía dos Sikorsky MH-53 Pave Lows y un MH-60 Pave Hawk, escoltados por A-10 Warthogs. La operación de rescate se puede revisar en detalle a continuación.
El objetivo de compartir esta historia es recordar que, a pesar de su baja sección transversal de radar (RCS) y los esfuerzos por reducir su firma infrarroja, el F-117A no es invisible. Su tecnología lo hace difícil de detectar, pero no imposible.
El F-117A demostró su eficacia en combate en dos ocasiones contra las defensas aéreas integradas de Irak: primero en la Operación Tormenta del Desierto en 1991, y luego en la Operación Libertad Iraquí en 2003. Durante la Operación Tormenta del Desierto, el F-117A realizó 1,271 salidas, logrando una tasa de éxito del 80 por ciento en sus misiones, sin sufrir pérdidas ni daños en combate.
El regreso del F-117A: utilidad como blanco simulado en 2024
La baja firma de radar del F-117A sigue siendo tan efectiva en 2024 que algunos de estos aviones han sido restaurados desde su almacenamiento en naftalina para ser utilizados como simuladores de misiles de crucero o drones en ejercicios. Esto permite que los pilotos de combate y los defensores aéreos modernos practiquen el rastreo y la lucha contra tales amenazas.
En el contexto de los recientes conflictos en Europa del Este y Oriente Medio, donde se emplean drones de baja visibilidad para atacar objetivos marítimos y terrestres, la capacidad de un avión para tener un retorno de radar equivalente al de tres insectos resulta extremadamente valiosa para las defensas aéreas.
Certificación del F-117A para el reabastecimiento aéreo
Como resultado de esta utilidad continua, se ha visto al F-117A en acción durante la década de 2020. Además, este avión ha sido certificado para repostar desde el nuevo avión cisterna de reabastecimiento de combustible de la Fuerza Aérea de EE. UU.
El F-117A, diseñado para ataques de precisión detrás de las líneas enemigas, destaca por su capacidad de refractar la energía del radar y minimizar su firma infrarroja. No obstante, estas características no garantizan una evasión total de la detección.
La tecnología furtiva del F-117A lo convierte en un objetivo difícil de rastrear, pero no en uno invisible. Esta dualidad resalta la importancia de mantener actualizadas y efectivas las tácticas y tecnologías de combate aéreo, incluso con aviones históricos como el F-117A.