El 26 de enero, fuerzas rusas neutralizaron sistemas de defensa antiaérea Patriot en Ucrania, de origen estadounidense.
Operaciones de precisión rusa contra sistemas de defensa ucranianos
El objetivo fue específicamente dos sistemas de defensa antiaérea Patriot, parte de un conjunto de sistemas de misiles antiaéreos que incluía también un SAMP-T francés y un IRIS-T alemán. La agencia Interfax reportó este hecho, citando fuentes del Ministerio de Defensa ruso.
La operación utilizó una combinación de aviación operativa-táctica, fuerzas de misiles, artillería y vehículos aéreos no tripulados (UAV). Además de los sistemas antiaéreos, se vieron afectadas tres estaciones de radar y seis depósitos de munición. Hasta el 27 de enero, ni Washington ni Kiev han confirmado estos eventos.
Estas acciones se enmarcan dentro de una serie de operaciones donde se ha reportado el uso del complejo hipersónico Kinzhal en ataques previos, cuestionando la viabilidad operativa de los sistemas Patriot en Kiev. La veracidad de estos informes es aún materia de análisis.
Incursiones y reclamaciones sobre el sistema S-300 ucraniano
El foco se traslada a las afirmaciones rusas sobre su éxito en el derribo del sistema de defensa antiaéreo ucraniano S-300 en la región de Cherkasy, realizadas el 27 de enero. Este ataque supuestamente incluyó la destrucción de almacenes militares en las regiones de Kirovohrad y Dnipropetrovsk.
En el comunicado del Ministerio de Defensa ruso, se especifica el empleo de aviación operativa-táctica, UAV, tropas de misiles y artillería en el ataque al S-300. Estos detalles sugieren una estrategia enfocada en la disrupción de capacidades antiaéreas ucranianas y el debilitamiento de su infraestructura logística.
Adicionalmente, Rusia ha informado de ataques contra unidades y equipo militar ucraniano en 102 ubicaciones, lo que indica una campaña de ataques a gran escala y su posible impacto en el equilibrio de fuerzas en el terreno.
Contexto estratégico y repercusiones de las operaciones rusas
El inicio de estas hostilidades se remonta al 21 de febrero de 2022, cuando Rusia reportó ataques a sus instalaciones fronterizas, atribuidos a fuerzas ucranianas. Ucrania negó dichas acusaciones, tildándolas de provocaciones. La escalada continuó con el reconocimiento ruso de las zonas autoproclamadas de la RPD y RPL, seguido del envío de fuerzas militares a estas áreas.
El 24 de febrero de 2022, Rusia intensificó sus acciones con un asalto militar a gran escala en Ucrania. Este movimiento, liderado por las Fuerzas Armadas rusas, ha sido calificado no como una guerra, sino como una “operación militar especial” por el gobierno ruso. Este término es crucial para entender la narrativa y la justificación política detrás de estas acciones militares.
Estos eventos son indicativos de una estrategia militar premeditada y de una serie de operaciones que han cambiado significativamente el paisaje bélico en la región, llevando a consecuencias geopolíticas de gran alcance.