Los recientes documentos rusos desvelados, que detallan discusiones sobre las circunstancias en las que Rusia podría contemplar el uso de su arsenal nuclear ante un escenario de agresión, incluida una potencial invasión por parte de China, no deberían provocar asombro. Estos planes de contingencia elaborados por el ejército ruso para enfrentar tales eventualidades son previsibles.
La persistencia de Rusia en mantener un significativo arsenal de armas nucleares tácticas, a pesar de las oportunidades para su reducción tras el Tratado INF de 1987, se fundamenta en la concepción de estas como una herramienta de último recurso. Esta estrategia busca salvaguardar la soberanía del Estado ruso ante un posible colapso o una derrota abrumadora de sus fuerzas convencionales.
Evaluación de la estrategia nuclear rusa ante posibles conflictos
Es tarea de las instituciones militares globales anticipar y prepararse para cualquier eventualidad, por remota que parezca. La historia muestra que Estados Unidos mantuvo planes de contingencia para una hipotética invasión a Canadá hasta avanzado el siglo XX. Asimismo, las decisiones estadounidenses durante las conferencias navales de los años veinte y treinta incluyeron la consideración de potenciales conflictos con naciones como Gran Bretaña.
La adopción de una planificación basada en capacidades, más que en escenarios específicos, subraya la necesidad de estar preparados para superar cualquier desafío, sin asumir que las fuerzas en cuestión permanecerán amistosas o neutrales.
Aunque estos documentos fueron redactados entre 2008 y 2014, reflejan la perspectiva de largo plazo del Estado Mayor ruso. En el tablero de la geopolítica, aliados actuales como Turquía y China, han sido considerados rivales estratégicos en el pasado. La política de seguridad nacional de Rusia se inspira en la visión del zar Alejandro III, para quien el ejército y la armada representaban los únicos aliados fiables y permanentes de Rusia. Esto evidencia una visión de las alianzas como acuerdos pragmáticos y circunstanciales, susceptibles de cambio según evolucionen los intereses nacionales.
La dinámica de las alianzas internacionales y la postura de Rusia
El fundador de esta revista, Owen Harries, una vez articuló que Estados Unidos propone alianzas bajo premisas de fácil adhesión, confiando en que sus aliados nunca encontrarán razones para oponerse. En contraposición, Rusia percibe cualquier muestra de vulnerabilidad como una ventana para que sus socios estratégicos reevalúen y, potencialmente, redirijan sus relaciones en busca de ventajas propias.
Los recientes desafíos enfrentados por Rusia, marcados por el extenso despliegue de recursos en su “operación militar especial” en Ucrania y el consecuente desgaste militar frente a la resistencia ucraniana, sumados a las repercusiones de las sanciones occidentales, han creado un contexto en el que tanto Turquía como China han recalibrado sus términos de cooperación con Moscú, especialmente en lo económico.
Turquía se ha convertido en un pilar para el esquema de la “rotonda euroasiática” de Rusia, ayudando a suavizar el golpe de las sanciones occidentales y reconfigurando el equilibrio de poder en el Cáucaso y el Mar Negro a su favor. Simultáneamente, China ha reajustado los términos comerciales para beneficio propio, demandando que las transacciones de recursos naturales rusos se realicen en renminbi y negociando descuentos adicionales. La pregunta que emerge es: ante un declive continuado del poder ruso, ¿cuál será el próximo escenario?
Hace veinte años, Rajan Menon esbozó en nuestras páginas el concepto de un “Manchuria al revés”, sugiriendo que China podría asumir un control de facto sobre territorios anteriormente rusos en Siberia y el Extremo Oriente sin necesidad de anexión formal, reviviendo así el temor del Kremlin a una Rusia fragmentada bajo la influencia de potencias extranjeras.
Implicaciones estratégicas de las filtraciones de documentos
La posibilidad de que estas revelaciones hayan sido intencionadamente filtradas para enviar un mensaje a China (y a Estados Unidos), sugiere una estrategia de disuasión por parte de Rusia. El recordatorio implícito es que, a pesar de sus vulnerabilidades actuales, Rusia está dispuesta a considerar un umbral más bajo para el uso de armas nucleares como advertencia contra la explotación de sus debilidades.
Esta filtración permite al Kremlin mantener una distancia formal de los documentos, posiblemente descartándolos como obsoletos, mientras simultáneamente consigue transmitir su mensaje. Se recuerda a China que cualquier confrontación con Rusia conllevaría costos significativos, y que los intereses de Pekín se servirían mejor manteniendo la cooperación dentro del marco existente de la relación China-Rusia.
A pesar de las circunstancias adversas, Rusia señala que, aunque debilitado, su poder disuasorio permanece intacto.