Rusia desarrolla un caza de sexta generación con láseres de alta potencia para neutralizar misiles y drones, integrado con drones como el S-70 Okhotnik-B.
Avances en armas de energía dirigida para el S-70 Okhotnik-B
El programa ruso de sexta generación, liderado por el Sukhoi Design Bureau, explora activamente sistemas de armas de energía dirigida, con un enfoque en láseres de alta potencia. Estos sistemas buscan neutralizar amenazas como misiles balísticos, misiles aire-aire y drones enemigos, integrándose en un diseño furtivo que prioriza la baja detectabilidad. Aunque el proyecto permanece en etapas conceptuales, con un prototipo esperado para 2050, la incorporación de estas armas representa un salto tecnológico significativo. Los láseres de alta potencia requieren avances en generación de energía compacta y gestión térmica eficiente, desafíos que Rusia aborda mediante investigación intensiva en institutos como el State Research Institute of Aviation Systems (GosNIIAS).
En noviembre de 2023, Sergei Korotkov, diseñador jefe de la United Aircraft Corporation (UAC), confirmó que el programa evalúa tanto configuraciones tripuladas como no tripuladas, con un énfasis en la integración de sistemas autónomos y armas avanzadas. Los láseres de alta potencia, capaces de emitir pulsos de energía enfocada, se diseñan para interceptar objetivos a velocidades cercanas a la luz, ofreciendo una ventaja táctica sobre los sistemas tradicionales basados en misiles. Estas armas, según expertos de la Russian Academy of Sciences, podrían operar en conjunto con el Sukhoi S-70 Okhotnik-B, un dron furtivo desarrollado para actuar como “ala leal” del caza Su-57, extendiendo el alcance de detección y ataque.
El desarrollo de armas de energía dirigida no es nuevo en Rusia. Desde 2016, el programa Peresvet, un sistema láser terrestre, ha demostrado capacidades para cegar sensores ópticos y derribar drones pequeños. La experiencia con Peresvet se traslada ahora al ámbito aéreo, donde los cazas de sexta generación requieren sistemas más compactos y potentes. Según un informe de TASS en 2024, los láseres aerotransportados en desarrollo apuntan a una potencia de salida superior a los 100 kilovatios, suficiente para destruir misiles a distancias de hasta 10 kilómetros en condiciones óptimas.
La integración de estas armas en un caza furtivo plantea retos significativos. Los láseres de alta potencia generan un calor considerable, lo que exige sistemas de refrigeración avanzados para mantener la operatividad en combate. Además, la generación de energía necesaria para alimentar estos sistemas requiere motores con mayor eficiencia energética. El Sukhoi Design Bureau trabaja en un nuevo motor con baja consumo específico de combustible y alto empuje, capaz de soportar las demandas de sistemas láser y otras tecnologías de sexta generación, como inteligencia artificial y radar fotónico.

Datos clave sobre armas de energía dirigida en el caza ruso
- Potencia objetivo: Láseres con más de 100 kW para interceptar misiles y drones.
- Alcance estimado: Hasta 10 km para objetivos balísticos y aéreos.
- Integración con drones: Operatividad conjunta con el S-70 Okhotnik-B para ataques coordinados.
- Desafíos técnicos: Gestión térmica y generación de energía compacta.
- Prototipo esperado: Primeros conceptos funcionales para 2050.
Contexto tecnológico y cooperación con drones
El Sukhoi S-70 Okhotnik-B, un vehículo aéreo de combate no tripulado (UCAV) con diseño de ala volante, desempeña un papel clave en la estrategia rusa. Desarrollado por Sukhoi y MiG desde 2011, este dron incorpora tecnologías del Su-57 y está diseñado para operar en tándem con cazas tripulados. En septiembre de 2019, el Ministerio de Defensa ruso publicó un video que mostraba al Okhotnik-B volando junto a un Su-57, demostrando su capacidad para extender el alcance del radar del caza y designar objetivos a larga distancia. Esta interoperabilidad se considera un precursor de las operaciones conjuntas previstas para el caza de sexta generación, donde los láseres podrían ser operados desde el dron para proteger al caza principal.
Los sistemas de energía dirigida también se benefician de avances en inteligencia artificial. En 2024, Evgeny Fedosov, director científico de GosNIIAS, destacó que el caza de sexta generación integrará IA para gestionar sistemas de armas complejos, como los láseres, permitiendo una respuesta autónoma ante amenazas múltiples. Esta capacidad es crucial en escenarios de combate saturados, donde los drones enemigos y los misiles hipersónicos representan un riesgo creciente. La IA también optimiza la asignación de energía, asegurando que los láseres operen sin comprometer otros sistemas críticos del caza.
El enfoque ruso en armas de energía dirigida responde a tendencias globales. Estados Unidos, con su programa Next Generation Air Dominance (NGAD), y China, con el desarrollo del J-35A, también exploran láseres aerotransportados. En 2023, un informe de Defense News detalló que el US Air Force probó un láser de 50 kW en un avión de pruebas, con planes para escalar a 300 kW para 2030. Rusia, consciente de esta carrera tecnológica, invierte en programas paralelos para mantenerse competitiva, aunque enfrenta limitaciones presupuestarias y sanciones internacionales que afectan el acceso a componentes avanzados.

La colaboración entre Sukhoi y MiG fortalece el programa. En 2020, Anatoly Serdyukov, director industrial de Rostec, sugirió que el caza de sexta generación podría desarrollarse bajo una marca conjunta MiG-Sukhoi, combinando la experiencia de ambos en diseños furtivos y sistemas no tripulados. Esta sinergia es evidente en el Okhotnik-B, cuya producción en la Novosibirsk Aircraft Production Association (NAPO) avanza con tres prototipos adicionales ordenados en 2021, según fuentes de TASS. Estos drones servirán como plataformas de prueba para tecnologías de armas de energía dirigida antes de su integración en el caza principal.
Desafíos y panorama global para el S-70 Okhotnik-B
A pesar de los avances, el programa ruso enfrenta obstáculos. La pérdida de un S-70 Okhotnik-B en octubre de 2024, derribado por un Su-57 tras perder control sobre Ucrania, expuso vulnerabilidades en los sistemas de mando y control. Según Fighterbomber, un canal de Telegram vinculado a la Fuerza Aérea rusa, el incidente ocurrió durante una prueba operativa, destacando la necesidad de mejorar la fiabilidad de los sistemas autónomos. El análisis de los restos por parte de Ucrania podría revelar detalles técnicos, complicando el desarrollo futuro.
Además, la integración de láseres de alta potencia requiere superar barreras en miniaturización. Un artículo de The National Interest en 2024 señaló que los sistemas láser actuales, como los probados en el Peresvet, son voluminosos y dependen de fuentes de energía terrestres, lo que limita su adaptación a plataformas aéreas. Rusia trabaja en generadores compactos de alta densidad energética, pero la tecnología está en fases iniciales. La gestión térmica, crucial para evitar el sobrecalentamiento, también demanda materiales avanzados, un área donde las sanciones restringen el acceso a proveedores internacionales.
En el contexto global, el programa ruso compite con iniciativas como el Global Combat Air Programme (GCAP) de Reino Unido, Italia y Japón, y el Future Combat Air System (FCAS) de Francia, Alemania y España. Ambos programas priorizan armas de energía dirigida y sistemas no tripulados, con prototipos previstos para la década de 2030. Rusia, con un horizonte de 2050, enfrenta presión para acelerar su desarrollo, especialmente ante la rápida evolución de las capacidades chinas en IA y láseres aerotransportados.
El enfoque en armas de energía dirigida refleja la visión rusa de un caza de sexta generación como un sistema de sistemas, capaz de operar en entornos de alta amenaza. La integración con drones como el S-70 Okhotnik-B y el uso de IA para gestionar láseres de alta potencia posicionan al programa como un competidor viable, aunque su éxito dependerá de superar los desafíos técnicos y financieros actuales.