El F-22 Raptor, diseñado para la superioridad aérea, casi tuvo una versión naval: el Sea Raptor. Este artículo analiza sus características, desafíos y su cancelación en favor del F-35C.
El F-22 Raptor: un caza diseñado para la supremacía aérea
El Lockheed Martin F-22 Raptor es considerado el primer caza de quinta generación gracias a su combinación de sigilo, maniobrabilidad extrema y capacidad de supercrucero. Desarrollado para enfrentar las amenazas soviéticas más avanzadas, entró en servicio en 2005 como la máxima expresión de la superioridad aérea.
Sus dos motores Pratt & Whitney F119-PW-100 generan un empuje combinado de 70,000 libras, permitiéndole alcanzar velocidades superiores a Mach 2 y mantener un supercrucero de Mach 1.5 sin necesidad de postcombustión. Su diseño stealth reduce su firma de radar mediante materiales absorbentes y una estructura angular.
El armamento del F-22, almacenado en bahías internas para minimizar su detección, incluye misiles aire-aire AIM-9 Sidewinder y AIM-120 AMRAAM, además de bombas guiadas GBU-32 JDAM para misiones aire-tierra. Este equilibrio entre sigilo, velocidad y potencia de fuego lo convirtió en el estándar de oro de la aviación de combate.
A pesar de su impresionante capacidad, el F-22 fue diseñado para un conflicto con la Unión Soviética, un escenario que desapareció con la disolución del bloque en 1991. Esto generó cuestionamientos sobre su futuro, abriendo la puerta a la posibilidad de una versión naval.

Sea Raptor: la idea de un F-22 para operaciones embarcadas
El concepto del Sea Raptor nació como una posible adaptación del F-22 para operar desde portaaviones. La Armada de Estados Unidos consideró la posibilidad de incorporar un caza de quinta generación con las capacidades del Raptor en su flota embarcada.
Para lograrlo, el diseño del F-22 debía modificarse considerablemente. Se propuso la incorporación de alas de flecha variable, similares a las del F-14 Tomcat, lo que habría permitido al Sea Raptor optimizar su rendimiento en despegues, aterrizajes y vuelos supersónicos.
Otras modificaciones esenciales incluían un tren de aterrizaje reforzado, un gancho de apontaje para el frenado en cubierta y materiales resistentes a la corrosión marina. Sin embargo, estas alteraciones habrían comprometido su sigilo y aumentado su peso, afectando su maniobrabilidad y eficiencia operativa.
Desafíos técnicos del Sea Raptor
- Las alas de flecha variable aumentarían la firma de radar debido a las juntas y superficies móviles.
- El refuerzo estructural necesario para soportar aterrizajes en portaaviones incrementaría su peso y consumo de combustible.
- La integración de un tren de aterrizaje más robusto y un gancho de apontaje requeriría un rediseño significativo del fuselaje.
- Los costos de desarrollo del Sea Raptor habrían sido prohibitivos, especialmente en un contexto de reducción del presupuesto militar.
Aunque técnicamente viable, el Sea Raptor representaba un compromiso difícil entre sigilo, rendimiento y adaptabilidad a operaciones navales.
La competencia con el F-35C y la cancelación del Sea Raptor

El Sea Raptor enfrentó un obstáculo clave: la evolución de las necesidades estratégicas de Estados Unidos. Con la desaparición de la Unión Soviética, el enfoque militar cambió hacia la versatilidad y la interoperabilidad entre distintas ramas de las fuerzas armadas.
En este nuevo escenario, el programa Joint Strike Fighter (JSF) tomó mayor relevancia. Diseñado desde cero para ser un caza polivalente, el JSF dio origen al F-35 Lightning II, que ofrecía versiones específicas para la Fuerza Aérea, la Armada y el Cuerpo de Marines.
El F-35C, variante diseñada para portaaviones, entró en servicio en 2019. A diferencia del F-22, el F-35C tenía alas más grandes para mejorar la sustentación en despegues y aterrizajes, un tren de aterrizaje reforzado y sistemas avanzados de fusión de datos.
Si bien el F-35C no iguala al F-22 en velocidad ni sigilo, su capacidad multifuncional lo convirtió en una opción más práctica para la Armada. Además, su costo de producción fue menor y permitió su adopción por múltiples países aliados, lo que reforzó su viabilidad económica.
El legado del Sea Raptor y el futuro de la aviación naval
El Sea Raptor nunca pasó de la fase conceptual, pero su desarrollo destacó la ambición de extender la supremacía aérea del F-22 al ámbito marítimo. En un mundo donde la Guerra Fría hubiera persistido, esta variante naval podría haber jugado un papel clave en la defensa aérea embarcada.

El F-22 Raptor, a pesar de no haberse convertido en un caza naval, sigue siendo un referente en la aviación de combate terrestre. En 2025, continúa en servicio con mejoras en armamento y sistemas electrónicos, asegurando su vigencia frente a nuevos desafíos.
El F-35C, en cambio, se consolidó como el caza embarcado de quinta generación de la Armada estadounidense, demostrando que la versatilidad y la interoperabilidad fueron factores decisivos en la evolución de la aviación militar.
Aunque el Sea Raptor quedó en el pasado, su concepto representa una de las grandes “oportunidades perdidas” en la historia de la aviación. Su cancelación fue una decisión pragmática basada en costos y necesidades estratégicas, pero su legado sigue siendo un recordatorio de la constante búsqueda de innovación en el combate aéreo.