El caza Su-75 de Sukhoi suma retrasos, sigue en fase inicial y depende de inversiones externas, pese a anuncios de prototipos y vuelos en 2027.
Retrasos, financiación incierta y cronogramas cambiantes del Su-75
El desarrollo del Su-75 Checkmate, concebido como caza ligero de quinta generación para exportación, avanza con lentitud. Sukhoi presentó el proyecto en MAKS 2021, cerca de Moscú. En octubre de 2025, el Ministerio de Industria y Comercio anunció el inicio del ensamblaje del primer prototipo ese mismo año en Komsomolsk del Amur y fijó pruebas de vuelo para 2027. Fuentes independientes describen ausencia de financiación estatal directa y dependencia de capital externo que no llegó en el volumen previsto.
Desde su anuncio, el programa se posicionó como plataforma de coste relativamente bajo y baja observabilidad, con mercados objetivo en Asia, África y América Latina, según Rostec. Rosoboronexport situó el precio unitario estimado cerca de $30 millones, por debajo del F-35, valorado alrededor de 80 millones. Ese argumento de coste pretende compensar riesgos tecnológicos y plazos extendidos. Sin confirmación de pedidos, la propuesta continúa abierta y supeditada a interés de clientes extranjeros con restricciones para material occidental.
Las metas de calendario cambiaron en varias ocasiones. El primer vuelo pasó de 2023 a 2024 y 2025, y después a inicios de 2026, según el piloto de pruebas Sergey Bogdan durante el salón de Dubái en noviembre de 2025. En ese evento, Sukhoi mostró un modelo a escala de una variante no tripulada con cambios en ala y fuselaje trasero para mejorar la discreción y la autonomía. Sergey Chemezov recordó que un caza de nueva generación suele requerir entre diez y quince años.

La exhibición en Dubái buscó sostener el interés de compradores potenciales, con énfasis en Emiratos Árabes Unidos e India. Dmitry Shugaev mencionó consultas desde países como Argentina, India, Vietnam, Irán y Nigeria. A pesar de esas señales, el programa continúa sin compromisos firmes. La combinación de expectativas comerciales y financiación incierta explica parte del desfase entre declaraciones oficiales y el estado real, aún en fase de definición, sin un prototipo funcional completo disponible para pruebas de vuelo.
Claves del programa según anuncios y fuentes del sector
- Presentación del proyecto: salón aeronáutico MAKS 2021 en Zhukovski.
- Hitos oficiales: ensamblaje en 2025 y pruebas de vuelo programadas para 2027.
- Precio estimado por Rosoboronexport: alrededor de $30 millones.
- Mercados objetivo: Asia, África y América Latina, con enfoque de exportación.
- Ausencia de financiación estatal directa y dependencia de inversiones externas.
Diseño, prestaciones declaradas y enfoque de baja observabilidad
El Su-75 se concibió para complementar al Su-57 dentro de la modernización de la aviación rusa. Emplea un único motor derivado del AL-41F1 del Su-57, con un empuje estimado entre 32.000 y 36.000 libras-fuerza. Las cifras divulgadas sitúan la velocidad máxima entre Mach 1,8 y Mach 2,0 y un alcance operativo cercano a 3.000 kilómetros sin repostaje. Esos valores persiguen rendimiento competitivo con un coste de adquisición inferior frente a alternativas occidentales consolidadas.
La estructura aerodinámica incluye un ala trapezoidal y un empenaje en V que integra funciones de elevadores y timones. Esa arquitectura busca maniobrabilidad elevada y baja firma, aunque exige sistemas de control de vuelo más complejos. El fabricante presentó esa configuración como equilibrio entre simplicidad productiva y discreción. La propuesta pretende atraer clientes que priorizan mantenimiento contenido y capacidades modernas, sin asumir los costes asociados a programas de alta tecnología ya maduros en otros países.
El avión incorpora bahías internas para armamento con el fin de reducir la firma de radar durante misiones de intercepción y ataque. El fabricante atribuye al conjunto una sección radar equivalente cercana a 0,1 metros cuadrados. Esa cifra responde a objetivos de supervivencia frente a defensas modernas. La baja observabilidad anunciada requiere integración cuidadosa de sensores, superficies y recubrimientos, junto con tolerancias industriales estrictas, para sostener el desempeño declarado en escenarios donde proliferan radares y sistemas de detección avanzados.

La carga útil alcanza 7.400 kilogramos, con opciones previstas para misiles aire-aire, aire-tierra y bombas guiadas. La oferta comercial contempla adaptar componentes de origen occidental a requisitos específicos de clientes extranjeros, siempre que la normativa lo permita. El fabricante también difundió variantes tripulada, no tripulada y biplaza para instrucción, con integración prevista en operaciones en red junto al Su-57 o con drones como el S-70 Okhotnik, con el fin de ampliar la utilidad táctica en entornos regionales complejos.
Sanciones, prioridades industriales y estado real del programa
Las sanciones internacionales desde 2022 limitaron el acceso ruso a componentes electrónicos y materiales avanzados. Fuentes del sector describen afectación directa en la cadena de suministro, con rediseños y sustituciones locales que elevaron costes y plazos. La Corporación Unificada de Construcción de Aeronaves señaló en octubre de 2025 que el Su-75 existe solo como maqueta, sin prototipos funcionales. El plan interno prevé tres unidades para pruebas entre 2025 y 2026, condicionado por disponibilidad de insumos y resolución de cuellos tecnológicos.
Analistas occidentales citados por publicaciones especializadas describen un proyecto aún en fase de diseño, con avances escasos en integración de sistemas clave como el radar activo de barrido electrónico y equipos de guerra electrónica. La ausencia de un compromiso de la Fuerza Aérea Rusa agrava la situación, ya que el programa no recibe fondos estatales directos y depende de exportaciones todavía no concretadas. Ese vacío financiero dificulta sostener el ritmo y alarga el calendario más allá de anuncios optimistas.
El contexto industrial añade presiones. Rusia incrementó la producción de Su-35S y Su-34 para cubrir necesidades en el frente ucraniano, con entregas superiores a treinta unidades anuales desde 2022, según el ministerio de Defensa. Esa prioridad reduce recursos disponibles para el Su-75. La producción del Su-57 mantiene niveles bajos, con diecinueve ejemplares en servicio para el primer trimestre de 2025, y entregas que omiten sistemas anunciados por restricciones de importación, con impacto en la asignación de capacidades y personal especializado.

A finales de 2025, Sukhoi anunció dos prototipos casi listos, uno para pruebas en tierra y otro para vuelo, aunque el historial de cambios de calendario alimenta escepticismo. La planta de Komsomolsk del Amur opera con tensiones asociadas al esfuerzo bélico, que duplicó la producción de aeronaves tácticas y recortó inversiones en proyectos experimentales. Fuentes rusas atribuyen al Checkmate despegues cortos entre 400 y 500 metros, pero la ausencia de contratos firmes y la continuidad de sanciones mantienen el programa en fase conceptual prolongada.
Interés internacional, ajustes de diseño y perspectivas inmediatas
El interés exterior persiste con reservas. En SITDEF 2021, Rosoboronexport mencionó consultas desde naciones sudamericanas, y Rostec estimó una demanda potencial de 300 unidades en quince años, con foco en mercados africanos y asiáticos. En 2025 aparecieron geometrías más angulares para mejorar la discreción, junto con maquetas con libreas de posibles operadores, entre ellos India y Emiratos, que ilustraron conceptos de equipo mixto tripulado y no tripulado para misiones coordinadas en escenarios regionales de alta exigencia operativa.
Expertos como Justin Bronk recordaron que producir un caza de baja observabilidad operativo exige más que cambios externos. Señalaron limitaciones rusas frente a programas como el KF-21 surcoreano o el GCAP europeo. Además, algunos medios rusos publicaron en diciembre de 2025 que el avión había entrado en servicio. Correcciones posteriores aclararon que esas notas aludieron a entregas de otros modelos, y que, en el caso del Su-75, solo existen maquetas y simulaciones sin validación independiente.

El futuro del programa depende de superar barreras logísticas y captar socios capaces de aportar financiación y componentes. Mientras esa situación continúe, el Su-75 seguirá sin vuelos de prueba y con dependencia alta de ferias internacionales, como Dubái, para sostener la visibilidad comercial. La propuesta de cooperación con Bielorrusia para localizar parcialmente la producción ilustra caminos posibles, aunque carece de evidencias públicas de avance. La resolución de sanciones y cuellos industriales resultará determinante para cualquier progresión tangible.
En síntesis, el Checkmate permanece como iniciativa orientada a exportación con promesas de coste contenido, alcance cercano a 3.000 kilómetros y prestaciones anunciadas de baja observabilidad. Esas metas chocan con limitaciones de financiación, sanciones tecnológicas y prioridades industriales enfocadas en plataformas en servicio. Sin adjudicaciones firmes ni prototipos de vuelo, el calendario oficial conserva carácter aspiracional. La continuidad del programa se apoya en presentaciones, anuncios y maquetas, mientras proveedores y clientes potenciales evalúan riesgos, plazos y viabilidad industrial real.
