El Sukhoi Su-33, concebido inicialmente para potenciar las capacidades aeronavales de la Unión Soviética, ha confrontado desafíos significativos a lo largo de su historia.
Desarrollado a partir del Su-27 Flanker, el Su-33 fue lanzado a finales de los años 90, incorporando modificaciones como un tren de aterrizaje reforzado y alas plegables para optimizar su operatividad en portaaviones.
Dificultades operativas marcan la trayectoria del Su-33

Pese a estas adaptaciones, el Su-33 ha enfrentado múltiples inconvenientes de rendimiento, incluyendo un incidente destacado en 2016 cerca del portaaviones Admiral Kuznetsov.
Los problemas operacionales y un historial de exportaciones poco exitoso, subrayado por un acuerdo fallido con China, sugieren que el Su-33 podría estar aproximándose a su obsolescencia.
El diseño multifunción del Sukhoi Su-33 pretendía asegurar que los portaaviones soviéticos dispusieran de una aeronave robusta. Tras el colapso de la URSS, muchas tecnologías y plataformas militares de la era soviética experimentaron una merma en recursos y atención prioritaria bajo el nuevo régimen ruso.
No obstante, el desempeño del Su-33 podría considerarse uno de los más deficientes en la aviación rusa, dado que ha acumulado numerosos problemas a lo largo del tiempo.
Aunque este caza aún se encuentra en servicio activo dentro de la Fuerza Aérea rusa, el Kremlin podría necesitar evaluar la posibilidad de descontinuar o descartar completamente el programa del Su-33 en un futuro próximo.
Desarrollo y adaptación del Su-33 para misiones en portaaviones

En la década de 1970, el único modelo de la URSS apto para operaciones en portaaviones no cumplía con los requisitos de alcance y capacidad de carga necesarios. Durante este periodo, la antigua URSS encargó a sus ingenieros desarrollar un nuevo caza que optimizara la funcionalidad de los portaaviones del Proyecto 1143 del país.
Al igual que otros desarrollos rusos contemporáneos, el prototipo del Su-33 se basó en el existente Su-27 “Flanker”. Originalmente denominado Su-27K, este modelo fue posteriormente rebautizado como Su-33 tras su entrada en servicio a finales de los noventa.
A pesar de su similitud estética con el Su-27 Flanker, el Su-33 (conocido como Flanker-D por la OTAN) presenta varias modificaciones clave. Este modelo cuenta con un tren de aterrizaje fortalecido, alas plegables, motores Al-31F3 mejorados y un tren de aterrizaje más avanzado, entre otras características distintivas que facilitan su operación en portaaviones.
Una diferencia adicional es que el Su-33 Flanker-D incluye dos puntos de anclaje más que el Su-27 Flanker, aumentando su capacidad de carga y versatilidad en combate.
En términos de armamento, el Su-33 está equipado para transportar una amplia gama de municiones en sus soportes externos. Conforme se detalló anteriormente, este arsenal incluye misiles no guiados como los R-27R1 (ER1), R-27T1 (ET1), R-73E, y proyectiles como los S-8KOM, S-8OM, S-8BM, S-13T, S-13OF y S-25-OFM-PU.
Además, puede emplear misiles guiados Kh-25MP, Kh-31 y Kh-41, bombas de racimo RBK-500 y cápsulas de contramedidas electrónicas. El armamento se completa con cañones Gsh-30-I de 30 mm, aumentando significativamente su letalidad en operaciones de combate.
Notoriedad del Su-33 tras incidentes en el portaaviones Almirante Kuznetsov

La plataforma Su-33 alcanzó notoriedad en 2016, cuando uno de estos cazas se estrelló durante operaciones en el portaaviones Almirante Kuznetsov de Rusia. Según el informe oficial, el accidente se produjo durante un intento de aterrizaje debido a la falla de los cables de arresto.
Este suceso no fue un incidente aislado en el Almirante Kuznetsov durante su despliegue de combate en Siria. Pocas semanas antes, un Mig-29K también sufrió un accidente en circunstancias similares mientras intentaba aterrizar en el mismo portaaviones.
A pesar de que el MiG-29K estaba destinado a sustituir a los Su-33 Flanker-D en la flota naval rusa, estos últimos demostraron tener un mayor alcance operativo y capacidades de maniobra. No obstante, el Mig-29K se muestra más eficaz en misiones de ataque terrestre y ofrece una mayor versatilidad en el tipo de munición que puede portar.
Fracturados intentos de exportación subrayan el declive del Su-33

Moscú ha hecho esfuerzos para exportar los restantes cazas Su-33 a clientes internacionales. A principios de los años 2000, Beijing parecía dispuesto a adquirir esta plataforma de combate, pero el trato se desmoronó tras descubrirse que China había adquirido un Su-33 de Ucrania con la intención de realizar ingeniería inversa.
Se sospecha que el caza Shenyang J-15 de China es una réplica basada en el diseño del Su-33 ruso, lo cual ha generado controversias y tensiones adicionales.
El historial accidentado del Su-33 y su bajo rendimiento operativo sugieren que esta plataforma podría ser un candidato para una retirada prematura. De hecho, podría ser beneficioso para Moscú considerar la eliminación definitiva de los fuselajes restantes de su modelo Flanker-D.