De acuerdo con Up Media, el programa de cazas de defensa avanzada (ADF) de Taiwán podría verse suspendido debido a diversas dificultades tecnológicas, financieras y diplomáticas. Entre los mayores desafíos se encuentra un coste excesivo, junto con la incapacidad para desarrollar un motor de alto empuje. A esto se suma la “falta de voluntad” de las empresas extranjeras de defensa para participar como contratistas principales, lo que ha frenado el progreso del programa.
El informe también resalta que la creciente atención en los sistemas “asimétricos” ha restado prioridad a las armas de gran inversión, un tema previamente analizado por The Aviationist. Este enfoque asimétrico se refleja en varios proyectos recientes de Taiwán que buscan optimizar sus capacidades defensivas.
En este contexto, el Liberty Times reportó que el dron kamikaze Chien Hsiang ha comenzado a producirse en serie. Esta munición merodeadora, diseñada para destruir radares, es un claro ejemplo de la “guerra asimétrica” que está adoptando Taiwán, en línea con el Concepto de Defensa general (ODC) propuesto por el ex Jefe del Estado Mayor de Defensa, el almirante Lee Hsi-ming. Otros elementos de esta estrategia incluyen buques de superficie no tripulados (USV).
El NCSIST (Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Chung Shan) planea fabricar 48 unidades de esta munición merodeadora anualmente, alcanzando un total de aproximadamente 200 unidades para 2025. El Chien Hsiang está disponible en dos versiones: un UAV antirradiación y un señuelo. Ambas versiones están diseñadas para trabajar en conjunto, atrayendo y eliminando los radares de defensa aérea terrestres.
Si bien los informes recientes sobre el programa de drones de Taiwán no mencionan explícitamente el ODC, la dirección que ha tomado el desarrollo de sus armas refleja claramente una influencia de esta doctrina. Esto sugiere que, aunque no se adopte en su totalidad, al menos parte de ella está siendo implementada.
Actualmente, Taiwán mantiene una flota variada de cazas, que incluye los F-16V Viper de fabricación estadounidense, los Mirage 2000 franceses y su propio caza de defensa indígena F-CK-1 Ching-kuo FDI, desarrollado por la AIDC (Corporación de Desarrollo Industrial Aeroespacial). las FDI comenzó a operar en la RoCAF (Fuerza Aérea de la República de China) en 1991, con un fuselaje, motor y aviónica desarrollados en colaboración con General Dynamics, Honeywell (entonces Garrett) y antiguas filiales de BAE y Northrop Grumman.
Taiwán podría abandonar su desarrollo de cazas avanzados por limitaciones
Según Up Media, en una reunión entre el Ministerio de Defensa Nacional (MND), la Fuerza Aérea de Taiwán (RoCAF) y varios institutos aeroespaciales locales, se presentó un análisis sobre las dificultades del programa de cazas de defensa avanzados (ADF). Durante este encuentro, se destacó la falta de recursos para investigación y desarrollo, así como la carencia de experiencia en la integración de sistemas clave, como los motores de alto empuje, los radares AESA y otros equipos electrónicos avanzados. Sin embargo, el diseño del fuselaje y la tecnología furtiva no representaban un problema significativo, según los informes.
Taiwán también se acercó formalmente a Estados Unidos con la intención de adquirir motores General Electric F414-GE-400, luego de que el “Proyecto Vega” no lograra desarrollar un motor de próxima generación con el empuje requerido. El Taipei Times ya había señalado previamente que el ADF es un diseño de dos motores que necesita una potencia de 9,979 kg, capacidad que los F414 pueden proporcionar.
El actual turbofán Honeywell/ITEC F125 que utiliza el AIDC F-CK-1 genera 8,391 kg de empuje, lo que es insuficiente para las necesidades del nuevo caza. Por ello, el ministro de Defensa, Gu Lixiong, aprobó la resolución de la reunión, que concluyó que el desarrollo del futuro caza avanzado no se llevará a cabo a nivel local, sino que se optará por adquirir los aviones a Estados Unidos.
Otro factor relevante fue la falta de disposición por parte de empresas extranjeras de defensa para colaborar en el proyecto. El informe señala que “el sistema de combate más relevante está en manos de empresas estadounidenses”. Además, se destacó que “a menos que una compañía extranjera acepte actuar como contratista principal, iniciar el desarrollo de un caza avanzado de forma apresurada sería muy arriesgado, ya que el país no cuenta con la capacidad de integrar sistemas de combate avanzados por sí mismo”.
No solo las limitaciones técnicas y financieras influyeron en la decisión. El mismo informe señala que la expresidenta Tsai Ing-wen se mostró “sorprendida” al descubrir que el ejército había centrado su atención en el desarrollo de capacidades de combate asimétricas, lo que había relegado el caza avanzado a un segundo plano. Según el informe, “el caza de próxima generación no estaba entre las principales prioridades”.
En un pie de foto debajo de una imagen que mostraba a Tsai inspeccionando un F-16V Block 70, se destacaba que “el plan original para desarrollar el avión de combate principal de próxima generación de la Fuerza Aérea fue detenido porque no estaba alineado con el enfoque actual de fortalecer las capacidades de combate asimétricas”.
La cancelación del programa ADF prioriza drones asimétricos en Taiwán
El reciente cambio de enfoque hacia las armas asimétricas demuestra ser una de las razones secundarias detrás de la suspensión del programa de desarrollo de cazas avanzados de Taiwán. Sin embargo, lo más significativo es el corto intervalo de tiempo entre ambos eventos.
Solo cuatro días después de que se anunciara la cancelación del programa ADF, se publicó el informe sobre el inicio de la producción en masa del dron Chien Hsiang. Este reporte destacaba la prioridad otorgada a los sistemas asimétricos, como los drones, en las capacidades de defensa de la isla.
Desde un punto de vista táctico-militar, la decisión tiene sentido y está alineada con las tendencias actuales en tecnología armamentística, observadas en los conflictos en Europa y Asia occidental. En estos escenarios, tanto Ucrania como Rusia han reutilizado drones civiles de bajo costo para ataques kamikaze, con los que han destruido tanques, vehículos blindados, aviones en tierra y sistemas de defensa aérea del enemigo, causando pérdidas millonarias.
El uso de drones también es común en el ámbito marítimo, especialmente en las áreas que involucran a Taiwán. Los vehículos de superficie no tripulados (USV) ucranianos han logrado hundir y dañar varias embarcaciones de la Flota del mar Negro rusa. Aunque son destruidos con frecuencia antes de lograr un impacto, estos USV obligan al uso de recursos mucho más costosos como contramedidas. Entre las respuestas empleadas se encuentran aviones Su-30 y MiG-29 realizando ataques aéreos, helicópteros navales Ka-27 disparando ametralladoras o cañones, y lanchas misilísticas que utilizan sus CIWS (sistemas de armas de proximidad).
Asimismo, la coalición de las marinas de Estados Unidos y Europa que combate a los hutíes ha sufrido continuos ataques por parte de drones baratos, pero efectivos, misiles balísticos antibuque y misiles de crucero lanzados por el grupo yemení. Estas ofensivas han provocado un agotamiento considerable en las tripulaciones, debido al esfuerzo necesario para contrarrestar estas amenazas.
El costo de estas operaciones resulta extremadamente desequilibrado. Por ejemplo, derribar un avión F/A-18 Super Hornet o un misil ESSM (Evolved Sea Sparrow Missile) implica gastos de más de 60 millones y 1 millón de dólares, respectivamente, mientras que los drones kamikaze responsables de los ataques son significativamente más económicos.
Taiwán estudia tácticas con drones en guerra asimétrica frente a China
No existe ninguna razón para que el uso de drones no funcione también contra la Armada del EPL (Ejército Popular de Liberación), especialmente si los vehículos aéreos no tripulados taiwaneses fueran completamente autónomos y no dependieran de un operador humano en tiempo real.
El almirante Paparo, jefe del INDOPACOM (Comando Indo-Pacífico), mencionó en una entrevista con The Washington Post en junio de 2024, refiriéndose al programa Hellscape, que el ejército estadounidense desplegaría miles de submarinos no tripulados, buques de superficie no tripulados y drones aéreos para saturar la zona de conflicto. Esto daría tiempo a las fuerzas de Taiwán, Estados Unidos y sus aliados para coordinar una respuesta completa. Según sus palabras: “La idea es hacerles la vida completamente miserable durante un mes, lo que me da tiempo”.
La ODC (Operaciones de Defensa de Contingencia) y la guerra asimétrica también enfrentan limitaciones debido al reducido tamaño geográfico de Taiwán, lo que se traduce en una falta de profundidad estratégica. Esto impide mantener a salvo tanto al ejército como a la industria militar del alcance de los misiles chinos.
Esa misma desventaja afecta a los aviones de combate propuestos, ya que las fuerzas aéreas y navales de China (PLAAF y PLAN) preferirían neutralizar las bases aéreas taiwanesas y sus aeronaves directamente en tierra.
La intervención de Estados Unidos y sus aliados en la producción de drones también implica que sus territorios se verían involucrados en la guerra. Incluso si los sistemas se producen, transportarlos a Taipei en medio de una guerra requeriría romper un eventual bloqueo aéreo y naval impuesto por China.
Además, se suman los desafíos relacionados con la cadena de suministro que afectan a la industria de defensa occidental en general, y eso asumiendo que Estados Unidos y sus aliados decidan intervenir, algo incierto dado el bajo apoyo popular hacia otro conflicto militar costoso.
A pesar de estos retos, el desarrollo del dron Chien Hsiang sobre el programa ADF plantea una cuestión interesante sobre la interacción entre táctica y tecnología. La duda que surge es si las tácticas y la doctrina están guiando el desarrollo tecnológico o si es la tecnología la que dicta las nuevas tácticas.