El ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, rechazó cualquier posibilidad de que Turquía entregue a Estados Unidos el sistema de defensa aérea S-400, que fue fabricado en Rusia.
Lavrov explicó que el acuerdo de compra firmado en 2017 incluye un certificado de usuario final, el cual prohíbe a Turquía vender o ceder este sistema a cualquier país sin la aprobación previa del gobierno ruso.
Sus declaraciones respondieron a los informes que señalaban que Washington había sugerido a Turquía renunciar al control del S-400 como condición para que pudiera reincorporarse al programa de aviones de combate F-35.
En su intervención durante la 79ª Asamblea general de las Naciones Unidas, Lavrov subrayó la naturaleza estrictamente vinculante de los acuerdos de usuario final, destacando que estos contratos dejan claro que el comprador es quien debe usar el equipo adquirido.
De acuerdo con Lavrov, para que Turquía pueda modificar el uso o transferir el sistema de defensa a otro país, necesitaría la autorización explícita de Rusia, el proveedor original del equipo.
Lavrov argumentó que este requisito refuerza el control que Moscú ejerce sobre la tecnología de defensa que exporta, resaltando la relevancia del cumplimiento de los acuerdos internacionales relacionados con el comercio de armas.
Por otro lado, según el periódico griego Ekathimerini, altos funcionarios de Estados Unidos plantearon en julio una propuesta a sus pares turcos. En ella, se sugería que Turquía podría transferir el sistema S-400 a Estados Unidos o desplazarlo a la sección controlada por los estadounidenses en la base aérea de Incirlik, ubicada en territorio turco.
A cambio, Estados Unidos consideraría restablecer la participación de Turquía en el programa de cazas F-35, del cual el país fue excluido después de adquirir el sistema de defensa ruso S-400.
Turquía no descarta la propuesta de EE. UU. sobre el S-400 y el F-35
El periódico griego Ekathimerini citó fuentes que indicaron que Turquía se opuso a la propuesta de Estados Unidos de transferir el sistema de defensa aérea S-400, pero no la descartó por completo.
Según Ekathimerini, Michael Rubin, miembro del American Enterprise Institute y exfuncionario del Pentágono, mencionó que los funcionarios turcos respondieron a la propuesta asegurando que mantendrían los S-400 almacenados en territorio turco, en lugar de ceder el control de los mismos.
Unos días después de la publicación inicial, el mismo medio informó que fuentes del Ministerio de Defensa de Turquía ni confirmaron ni negaron avances en las negociaciones respecto a los S-400 y los aviones F-35. Aclararon que la postura de Ankara no ha cambiado.
Una fuente destacó que las posiciones de Turquía y Estados Unidos en torno a los S-400 y los F-35 no han sufrido “ningún cambio”, subrayando que Turquía sigue defendiendo que los aliados no deberían imponerse sanciones o restricciones entre sí, ya que tales medidas contradicen el espíritu de cooperación dentro de la OTAN.
Además, la misma fuente afirmó que Turquía espera que sus aliados adopten decisiones que se alineen con los objetivos de seguridad colectiva de la OTAN, y que se eliminen las restricciones que han sido impuestas de manera explícita o implícita.
Ankara sostiene que la eliminación de estas limitaciones no solo reforzaría la cohesión dentro de la alianza, sino que también contribuiría a una visión de seguridad común entre los miembros de la OTAN.
El acuerdo de Turquía por el S-400 sigue tensando la relación con EE. UU.
El acuerdo alcanzado entre Turquía y Rusia en 2017 para la compra del sistema de defensa aérea S-400 ha sido un tema de controversia internacional desde su firma. Valorada en aproximadamente 2.500 millones de dólares, esta compra proporcionó a Turquía uno de los sistemas de defensa aérea más avanzados del mundo, lo que generó una preocupación significativa entre sus aliados de la OTAN.
En julio de 2019, Turquía recibió las primeras entregas del S-400, lo que aumentó las tensiones con Estados Unidos y la OTAN, quienes consideraron que la adquisición representaba una amenaza potencial para la seguridad de la alianza.
Estados Unidos se manifestó enérgicamente en contra de la decisión turca, argumentando que la integración del S-400 podría poner en riesgo la tecnología de la OTAN, especialmente en relación con los aviones de combate F-35, que Turquía tenía previsto adquirir en aquel momento.
Como represalia, Washington excluyó a Turquía del programa de cazas F-35 y, en diciembre de 2020, impuso sanciones a la industria de defensa turca, lo que incrementó aún más la fricción entre ambas naciones.
No obstante, Turquía justificó su decisión bajo el argumento de la soberanía nacional, afirmando que tiene el derecho de reforzar sus capacidades de defensa aérea ante las crecientes amenazas en la región.
A pesar de la fuerte presión ejercida por Estados Unidos, Turquía ha mantenido su postura y no ha dado marcha atrás en su acuerdo con Rusia. El sistema S-400 continúa siendo un punto de desacuerdo en las relaciones entre Turquía y Estados Unidos.
Incluso años después, las repercusiones de este acuerdo siguen influyendo en la relación entre ambos países, lo que resalta cómo esta cuestión de defensa ha dejado un impacto duradero en su dinámica como aliados.
El sistema ruso S-400: capacidades avanzadas
El sistema de defensa aérea ruso S-400 es reconocido mundialmente por su tecnología avanzada y sus impresionantes capacidades, lo que lo posiciona como uno de los sistemas antiaéreos más sofisticados disponibles en la actualidad.
Desarrollado como una mejora de la serie S-300, el S-400 está diseñado para interceptar una gran variedad de objetivos aéreos, desde aviones furtivos hasta misiles balísticos y drones, cubriendo una amplia gama de distancias y altitudes.
Con un sistema de radar que puede detectar objetivos a una distancia de hasta 600 kilómetros, el S-400 ofrece la capacidad de monitorear múltiples objetivos simultáneamente en un extenso espacio aéreo, garantizando así una respuesta rápida y efectiva ante posibles amenazas.
El S-400 utiliza varios tipos de misiles tierra-aire, cada uno optimizado para diferentes rangos de alcance. Entre ellos, el misil 48N6 puede interceptar objetivos a distancias de hasta 250 kilómetros, mientras que el más avanzado 40N6 extiende el alcance a 400 kilómetros.
Además, el sistema puede atacar objetivos a altitudes de hasta 30 kilómetros, lo que le otorga la capacidad de rastrear y neutralizar amenazas de alta velocidad que superan las capacidades de otros sistemas de defensa aérea convencionales.
Gracias a su avanzado radar de matriz en fase, el S-400 es capaz de rastrear hasta 300 objetivos simultáneamente y atacar a un máximo de 36, ofreciendo una precisión y resolución elevadas en la orientación de los misiles.
El diseño modular del S-400 le permite ser altamente adaptable y desplegarse rápidamente, convirtiéndolo en un activo estratégico valioso para las operaciones de defensa aérea. Este sistema consta de diversos componentes, que incluyen un centro de mando y control, unidades de radar, lanzadores y varios tipos de misiles, los cuales pueden organizarse y transportarse según las necesidades operativas.
La flexibilidad del S-400, sumada a su capacidad para contrarrestar diversos tipos de amenazas, lo convierte en una herramienta eficiente frente a desafíos complejos y multidimensionales en el campo de la defensa.
Gracias a estas características, el S-400 ha captado la atención a nivel internacional, consolidándose como una de las soluciones más avanzadas y demandadas en el ámbito de la defensa aérea.