Esta semana, United24, una iniciativa respaldada por el gobierno ucraniano cuyo objetivo es recaudar fondos en apoyo de Ucrania, hizo un anuncio pionero a través de Twitter/X: la producción en masa de varios modelos de robots militares terrestres está a punto de comenzar.
Tras un meticuloso proceso de selección, se ha decidido adquirir cientos de unidades robóticas, especializadas en tareas de combate, logística y operaciones de desminado y desactivación de minas. Hasta ahora, estos avances tecnológicos solo se habían visto a pequeña escala, marcando un potencial punto de inflexión en la mecánica de la guerra.
A pesar de carecer de una fuerza aérea ofensiva robusta, Ucrania ha conseguido marcar el ritmo del conflicto mediante el uso estratégico de drones. Estos sistemas no tripulados se han convertido en una alternativa eficaz y económicamente viable a las plataformas aéreas tripuladas convencionales.
Los ataques ucranianos dirigidos por drones han mermado considerablemente las capacidades de las infraestructuras rusas de petróleo y gas. Con capacidades navales convencionales limitadas, Ucrania ha recurrido a una flota de naves no tripuladas, hundiendo con éxito buques de guerra rusos y rompiendo el cerco naval en los puertos del Mar Negro
Los drones FPV kamikazes están redefiniendo la dinámica del campo de batalla, demostrando que la robótica terrestre, aunque más compleja que la aérea, está evolucionando gracias al ingenio de los ingenieros ucranianos.
Evolución y futuro de la robótica militar terrestre
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Los vehículos terrestres no tripulados (UAV), controlados a distancia, tienen un legado que se extiende mucho más allá de lo que comúnmente se cree. Remontándose a los Teletanks rusos utilizados durante la invasión de Finlandia en 1939-40, estos tanques ligeros, aunque anticuados, estaban equipados con primitivos sistemas de radiocontrol, obligando al operador a mantener contacto visual directo, ya que carecían de cámaras. Armados con lanzallamas, su propósito era asaltar fortificaciones con el mínimo riesgo, aunque su fiabilidad dejaba mucho que desear, cesando su uso meses después.
La Segunda Guerra Mundial vio el lanzamiento del Goliat alemán, un tanque en miniatura cargado con 60 kilogramos de explosivos para ataques suicidas controlados por cable, una respuesta a las deficiencias de los Teletanks controlados por radio. Aunque se fabricó en serie, su eficacia fue limitada debido a su lentitud y vulnerabilidad a la pérdida de señal.
En las últimas décadas, el ejército estadounidense ha experimentado con UGV armados sin desplegarlos en combate; el SWORDS/Talon, enviado a Irak en 2008, nunca entró en acción. Los rusos, por su parte, experimentaron con el robot de combate Uran-9 en Siria en 2018, enfrentándose a importantes problemas de comunicación.
Integrar robots terrestres en el campo de batalla presenta desafíos únicos, especialmente en términos de autonomía de desplazamiento. A diferencia de los drones aéreos, que pueden navegar y evitar obstáculos con relativa facilidad, la tecnología de conducción autónoma para vehículos terrestres no ha alcanzado un nivel comparable de fiabilidad.
Sin embargo, el rápido avance tecnológico, impulsado por la sólida base de robótica y automatización de Ucrania antes de la invasión de 2022, promete superar estas barreras, abriendo nuevas vías para la innovación militar terrestre.
Innovaciones en robótica militar terrestre: Un futuro prometedor
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Surgido como fuerza pionera en el desarrollo de tecnologías de defensa, el clúster tecnológico ucraniano Brave1 se ha establecido como incubadora clave de sinergias entre la industria bélica y el sector de defensa.
Brave1 se dedica a la identificación y promoción de innovaciones, facilitando la conexión entre mentes creativas y posibles inversores, así como usuarios finales en el ámbito militar. Según sus registros, Brave1 ha evaluado más de 140 propuestas en el ámbito de los vehículos aéreos no tripulados, de las cuales 50 se han probado en condiciones de combate realistas. Entre ellos, 14 proyectos han recibido luz verde para su implantación.
Nataliia Kushnerska, directora de Operaciones de Brave1, en declaraciones a la revista Focus, destacó el objetivo fundamental de la iniciativa: minimizar la presencia humana en las zonas de conflicto para salvaguardar la vida y el bienestar de los soldados ucranianos.
Kushnerska subraya la importancia de los sistemas robóticos terrestres como elementos transformadores en el conflicto actual, considerándolos una estrategia asimétrica frente a las ventajas numéricas del adversario.
La información facilitada sobre los modelos concretos de robots en producción y sus funciones asignadas ha sido escasa, pero comunicados anteriores y demostraciones en las redes sociales ofrecen una idea de sus capacidades operativas. Algunos ejemplos notables son un vehículo aéreo no tripulado kamikaze empleado para la demolición de estructuras y otro destinado a la colocación estratégica de minas antitanque TM-62, eliminando la necesidad de exponer a los ingenieros militares al fuego enemigo.
Mykhailo Fedorov, ministro de Transformación Digital y responsable del programa de drones, presentó en enero el D-21-11 de Brave1. Este vehículo, equipado con una robusta plataforma de cuatro ruedas y una torreta ametralladora, destaca por su versatilidad en misiones de reconocimiento, defensa y ataque. En configuraciones alternativas, puede funcionar como vehículo de carga.
Además, los Ratel S y Ratel M, vehículos de diferentes tamaños diseñados para colocar minas o llevar a cabo misiones kamikaze, así como para transportar suministros a las líneas del frente, demuestran la diversidad de aplicaciones de estos sistemas. El Ratel S, en concreto, se caracteriza por su silencioso motor eléctrico y su capacidad para transportar cargas de hasta 35 kg a velocidades de hasta 24 km/h, mientras que el Ratel M puede transportar hasta 250 kg de carga, sirviendo incluso para la evacuación de heridos en combate.
En el espectro de la robótica militar, no todos los dispositivos se ajustan a la definición tradicional de robot. Entre las novedades presentadas por United24 figuran los sistemas de armas teledirigidos, como las ametralladoras teledirigidas Sabre y Tarantula, que han demostrado su eficacia en el campo de batalla. Estos sistemas, que ahora parecen incorporar mejoras como blindaje protector y estructuras de soporte más compactas y versátiles, representan un salto cualitativo en las capacidades defensivas y ofensivas de las fuerzas armadas ucranianas.
Avances en robótica militar: Estrategias de bajo coste y alta eficacia.
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El desarrollo de tecnología de armas guiadas, como el Smash Hopper israelí, refleja una tendencia hacia la comercialización de sistemas de combate avanzados. Sin embargo, United24 se centra en el cultivo de soluciones nacionales rentables, marcando un hito importante en la autosuficiencia tecnológica de Ucrania. Esta dirección no es nueva; ya en 2021 se informó de un intento de asesinato en Ucrania con un fusil de asalto teledirigido, lo que evidencia una trayectoria histórica en la implantación de estas tecnologías.
En contraste con las ambiciones tecnológicas de sus adversarios, el robot de combate ruso Uran-9, esencialmente un tanque compacto de diez toneladas, no ha desempeñado un papel visible en el conflicto actual. Del mismo modo, el vehículo aéreo no tripulado ruso Marker, a pesar de su inteligencia artificial y su arsenal antitanque, permanece en la sombra de la batalla, sin haber demostrado su capacidad operativa sobre el terreno.
Mientras tanto, los UGV ucranianos, a pesar de su sencillez, ya están demostrando su valía en combate, aunque a una escala más modesta. Estos dispositivos, que podrían considerarse poco más que juguetes teledirigidos en términos de sofisticación, están cumpliendo funciones críticas en el frente.
En concreto, la ametralladora teledirigida representa el nivel más básico de esta tecnología, evocando los cañones teledirigidos de la Segunda Guerra Mundial que se manejaban mediante largas cuerdas. La simplicidad, en este contexto, no resta valor; al contrario, se busca un equipo fiable y eficaz para mantener a las fuerzas ucranianas, numéricamente inferiores, fuera de peligro directo.
Aunque un número limitado de estos robots no alterará decisivamente el curso del conflicto, los modelos más exitosos podrían dar lugar a una producción en masa, replicando la expansión de la flota ucraniana de drones, que se ha convertido en una formidable fuerza de un millón de efectivos.
Estos avances presagian una nueva era en la guerra moderna, en la que los vehículos aéreos de combate no tripulados y las estrategias de bajo coste pueden definir la dinámica de los conflictos futuros.