La Fuerza Aérea incrementó este lunes de forma significativa los fondos para el desarrollo de un motor prototipo destinado a su caza de sexta generación.
General Electric, con sede en Cincinnati (Ohio), y Pratt & Whitney Engines, de East Hartford (Connecticut), obtuvieron modificaciones en sus contratos de propulsión adaptativa de próxima generación (NGAP), lo que elevó el presupuesto de la fase de prototipo a 3.500 millones de dólares por compañía. Esto multiplica por más de tres el límite original de 975 millones, establecido en 2022.
El NGAP será el motor previsto para el caza Next Generation Air Dominance (NGAD). Tanto General Electric como Pratt & Whitney trabajan en motores adaptativos, que se ajustan automáticamente para maximizar la eficiencia según las condiciones de vuelo.
Aunque el Pentágono evaluó la opción de modernizar los F-35 con estos motores, los altos costos y las dificultades para integrarlos en todas las variantes del avión llevaron a la decisión de mejorar los motores actuales. Los avances tecnológicos conseguidos ahora se integran en el programa NGAP.
El Pentágono destacó que este contrato busca crear “un sistema de propulsión de última generación con una arquitectura flexible que se pueda adaptar a futuras aeronaves de combate en misiones diversas”, además de transformar digitalmente la industria de propulsión. El proyecto tiene como meta finalizar en julio de 2032.
Chris Calio, presidente de RTX, la empresa matriz de Pratt & Whitney, comentó que el aumento de la financiación permitirá reducir los riesgos en el desarrollo de su motor adaptativo, llamado «XA103».
“Hemos pasado por pruebas rigurosas durante los últimos años”, señaló Calio en una conferencia telefónica con inversores este martes. “Estamos muy satisfechos con los resultados”.
Pratt & Whitney también informó que, en febrero de 2024, el diseño del XA103 había completado una revisión clave con la Fuerza Aérea y se encontraba en fase de preparación para pruebas en tierra hacia finales de la década de 2020.