Los presidentes Nicolás Maduro y Vladimir Putin sellaron en mayo de 2025 un pacto estratégico que extiende por una década la colaboración entre Venezuela y Rusia. Este convenio abarca la asistencia técnica en el ámbito militar, además de impulsos conjuntos en sectores como el petróleo, el gas y la minería. Los gobiernos de ambos países emitieron declaraciones que resaltan el fortalecimiento de sus lazos, en medio de un comercio bilateral que creció un 64 por ciento durante 2024. Aunque el documento resalta la seguridad y la defensa, omite detalles sobre transferencias específicas de aeronaves.
La alianza militar entre Caracas y Moscú ha implicado en el pasado el envío temporal de bombarderos Tu-160 a suelo venezolano. Estas máquinas, apodadas cisnes blancos por su silueta elegante en el Ejército ruso, visitaron el país en tres ocasiones clave. En septiembre de 2008, dos unidades aterrizaron en el aeropuerto Libertador Simón Bolívar después de un trayecto superior a los 12.000 kilómetros desde la base de Engels, en Sarátov. Posteriormente, en octubre y noviembre de 2013, participaron en maniobras aéreas sobre el Caribe. La tercera instancia ocurrió en diciembre de 2018, cuando dos aviones arribaron a Maiquetía para ejercicios con la Fuerza Aérea Bolivariana.
El arribo de 2018 provocó respuestas inmediatas desde Washington. El Departamento de Estado estadounidense lo tildó de provocación, mientras que el secretario Mike Pompeo criticó en plataformas digitales el envío de aparatos militares a una zona en crisis humanitaria. El ministro venezolano Vladimir Padrino López dio la bienvenida a las tripulaciones y subrayó que las prácticas elevarían la preparación local.
Sin incidentes reportados, las aeronaves volvieron a Rusia el 14 de diciembre, según confirmó la portavoz Sarah Sanders. Meses después, en marzo de 2019, otros aviones rusos llevaron personal y suministros para mantenimiento, aunque sin bombarderos involucrados.
Los Tu-160 surgieron en la época soviética y entraron en operación en 1987 como pilar de la aviación rusa de largo alcance. Capaces de portar misiles crucero y alcanzar velocidades supersónicas, la flota actual suma cerca de dos docenas de ejemplares. Varias unidades han recibido actualizaciones al modelo Tu-160M, con avances en navegación y armamento, conforme a informes del ministerio de Defensa ruso. Estas aeronaves miden 54 metros de largo, logran 2.220 kilómetros por hora y cubren hasta 12.300 kilómetros sin repostar, lo que facilita misiones intercontinentales similares a las hacia Venezuela.
En el escenario de la guerra en Ucrania, los Tu-160 han encontrado obstáculos. Reportes de junio de 2025 indican fallos en lanzamientos de misiles durante ataques, donde tres aparatos no cumplieron metas, según la Fuerza Aérea ucraniana. Un asalto con drones a la base de Belaya dañó entre 11 y 12 aviones rusos, aunque análisis de imágenes satelitales por expertos no revelaron golpes directos en los Tu-160. Rusia sostiene la operatividad de esta flota para fines estratégicos y proyecta incrementarla con nuevas unidades ensambladas en Kazán.
Los vínculos entre Venezuela y Rusia se han afianzado mediante pactos que trascienden lo militar e incluyen energía y espacio. Observadores internacionales ven a Caracas como base para proyectos conjuntos en el Caribe. Durante la firma de 2025, Putin reafirmó el respaldo de Moscú ante presiones foráneas, mientras Maduro insistió en profundizar la defensa. Aunque no se aludió a despliegues aéreos concretos, un oficial ruso evocó en 2018 la idea de una base temporal en La Orchila, sin confirmaciones posteriores del lado venezolano.
Las prácticas de 2018 incluyeron vuelos compartidos sobre el Caribe, donde los Tu-160 probaron su adaptación a climas tropicales. Tripulaciones de ambos países compartieron conocimientos en operaciones extensas, y el Ejército ruso reportó un retorno sin problemas tras horas acumuladas de entrenamiento. En 2013, los bombarderos ejecutaron patrullas oceánicas que ampliaron la influencia rusa en la zona, sin infracciones a espacios aéreos ajenos.
Venezuela ha obtenido equipo ruso en contratos multimillonarios, como defensas antiaéreas y blindados, aunque sanciones globales han frenado envíos recientes. El acuerdo de 2025 apunta a revitalizar estos nexos con financiamientos compartidos y transferencias tecnológicas para reparaciones locales. Rusia ha manifestado solidaridad en arenas internacionales, como en agosto de 2025, cuando su Ministerio de Asuntos Exteriores rechazó injerencias externas.
La aviación estratégica rusa integra los Tu-160 con modelos como Tu-95 y Tu-22M3 en su doctrina de disuasión, con sedes principales en Engels y Belaya. En 2025, pese a percances en Ucrania, el mando ha persistido en misiones con misiles precisos. Venezuela, por su parte, opera cazas Su-30 rusos en ejercicios bilaterales previos.
Con envergadura de 55 metros y peso al despegue de 275 toneladas, los Tu-160 exigen pistas amplias como las de Maiquetía, donde aterrizaron en 2018 tras vuelos prolongados. Cada tripulación de cuatro integrantes abarca pilotos, navegantes y operadores capacitados para escenarios extensos. Rusia fabrica piezas en plantas renovadas, con entregas que aumentan el contingente activo.
La cooperación ha traído asesoría rusa para el cuidado de equipo venezolano, con grupos de especialistas en 2019. Estas iniciativas han permanecido discretas, sin avisos de nuevas visitas de bombarderos. Rusia afirma que tales acciones cumplen tratados bilaterales y normas internacionales.
Recientes tensiones entre Estados Unidos y Venezuela han avivado especulaciones sobre un regreso inminente de los Tu-160. Reportes indican que Rusia podría posicionar estos bombarderos para contrarrestar presiones estadounidenses, en medio de despliegues militares como F-35 en Puerto Rico para operaciones antinarcóticos dirigidas contra Caracas. Publicaciones en redes sociales y análisis militares sugieren un despliegue pronto como respuesta a amenazas percibidas, aunque sin confirmaciones oficiales. Esta posibilidad encaja en el patrón histórico de apoyo ruso durante crisis, lo que eleva el riesgo de escaladas regionales.
Dado el contexto actual, con ejercicios navales estadounidenses y movimientos aéreos cerca de costas venezolanas, un retorno de los Tu-160 parece plausible en el corto plazo para reforzar la postura defensiva de Maduro. Sin embargo, factores como el desgaste de la flota en Ucrania podrían moderar tales decisiones, mientras que la alianza estratégica de 2025 proporciona el marco para acciones similares.