Desarrollado a finales de los años 80, el Northrop/McDonnell Douglas YF-23 fue un caza furtivo de quinta generación creado como parte del programa Advanced Tactical Fighter (ATF) de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Su competencia más cercana fue el Lockheed YF-22, el cual, más tarde, evolucionaría en el F-22 Raptor.
El diseño del YF-23 destacaba por su sigilo, su notable alcance y su capacidad para operar a altitudes elevadas. Uno de los atributos más impresionantes de este avión era su velocidad, además de su habilidad para volar de manera sostenida a velocidad supersónica sin necesidad de postquemadores. Sin embargo, el YF-22 superó al YF-23 en agilidad durante el combate aéreo, lo que se saldó con la elección final del modelo de Lockheed.
Aunque no fue seleccionado, el YF-23 sigue siendo considerado un diseño innovador. Su rendimiento estuvo muy cerca del YF-22, lo que subraya la alta competitividad entre ambos modelos. En diversas áreas de armamento militar, se han presentado propuestas excepcionales que, aunque no lograron el éxito, hubieran sido igualmente eficaces.
El avión fue concebido para la Fuerza Aérea de Estados Unidos como parte de la competencia ATF, cuyo objetivo era contrarrestar la amenaza de los cazas Sukhoi Su-27 y Mikoyan MiG-29 de la Unión Soviética. En esta competencia, varias empresas presentaron sus propuestas, pero fueron finalmente Northrop y Lockheed, asociadas con Boeing y General Dynamics, las elegidas, siendo el YF-22 el modelo que resultó ganador.
Características de diseño y rendimiento del YF-23 frente al YF-22
El diseño del YF-23 se diferenciaba considerablemente del del YF-22, destacándose por un fusilaje plano que se asemejaba a una “estructura similar a un panqueque” y alas con forma de diamante, diseñadas para minimizar la resistencia aerodinámica a velocidades transónicas. Los dos prototipos del YF-23 contaban con motores distintos. El primer prototipo, PAV-1, pintado de gris carbón y apodado “Spider” o “Black Widow II”, estaba impulsado por motores Pratt & Whitney YF199. El segundo prototipo, PAV-2, de tonalidades grises y conocido como “Gray Ghost”, montaba los motores General Electric YF120.
Ambos prototipos de este caza furtivo eran extremadamente sigilosos y rápidos. Se afirmaba que el diseño de bajo perfil y su recubrimiento especial hacían al YF-23 casi invisible para los radares de la época. Además, su capacidad para realizar “supercrucero”, volando a velocidad supersónica sostenida sin el uso de postquemadores, era una de sus características más destacadas.
En cuanto al armamento del YF-23, se contemplaba un cañón M61 Vulcan de 20 mm y la posibilidad de alojar hasta cuatro misiles aire-aire de medio alcance, como el AIM-7 Sparrow o el AIM-120 AMRAAM, así como dos misiles de corto alcance AIM-9. Comparado con el YF-22, el YF-23 tenía una velocidad máxima de 1.451 mph, mientras que el YF-22 alcanzaba las 1.599 mph. Sin embargo, el YF-23 sobresalía en su alcance, que era de 2.796 millas frente a las 2.000 millas del YF-22, además de contar con un techo de 65.000 pies, superior a los 50.000 pies del YF-22.
Decisión final y legado del YF-23
A pesar de las ventajas en alcance y techo del YF-23, la superioridad en agilidad del YF-22 resultó ser decisiva para la Fuerza Aérea de Estados Unidos en la elección final. El YF-22 fue considerado más adecuado para el combate aéreo, lo que le aseguró la victoria en la competencia.
El YF-23 no debe ser visto como un mal diseño, sino más bien como un ejemplo de cómo la competencia puede superar incluso a los modelos más innovadores.