Estados Unidos utilizó su veto en el Consejo de Seguridad de la ONU contra una resolución que solicitaba un cese inmediato y definitivo de las hostilidades en Gaza, junto con la liberación de los rehenes. Los restantes catorce integrantes de este órgano principal de la organización aprobaron el texto con sus votos. De esta manera, la oposición estadounidense impidió una iniciativa que pretendía reducir la crisis humanitaria en el enclave, donde dos millones cien mil palestinos experimentan una escasez extrema de suministros vitales.
La resolución describía la crisis en Gaza como una situación sin precedentes y solicitaba a Israel que eliminara todas las barreras a la distribución de auxilios. Morgan Ortagus, asesora política de Washington, predijo la oposición de su país antes de la votación. Ella sostuvo que el documento omitía una condena explícita contra Hamás y no mencionaba el derecho israelí a la autodefensa. Tales omisiones, según ella, mantenían interpretaciones erróneas que beneficiaban al grupo militante y que este consejo parecía aceptar.
Este resultado resalta la divergencia creciente entre Estados Unidos e Israel en el ámbito internacional respecto al conflicto que afecta a Gaza desde hace casi dos años. La votación tuvo lugar días antes de la cumbre anual de la Asamblea general de la ONU, donde el tema palestino ocupará las discusiones principales. Allí, aliados clave de Washington, como el Reino Unido y Francia, podrían apoyar el reconocimiento de un Estado palestino soberano, una posición que ambos gobiernos rechazan y que genera tensiones en las relaciones transatlánticas bajo la administración Trump.
Los diez miembros no permanentes del consejo, con mandatos de dos años, prepararon este borrador que incluía énfasis en el aumento del sufrimiento civil en Gaza en comparación con documentos anteriores. Riyad Mansour, representante palestino en la ONU, mostró comprensión por la frustración de su pueblo ante esta sesión sin resultados. Él describió la decepción colectiva de quienes esperaban un alivio concreto que terminara su sufrimiento prolongado, un resultado que el veto impidió nuevamente.
Argelia, promotora principal de la propuesta, expresó su decepción por este nuevo fracaso del consejo en la asistencia a Gaza y se disculpó ante los palestinos por la insuficiencia de los esfuerzos para proteger vidas inocentes. Sin embargo, Amar Bendjama, embajador argelino, señaló que catorce integrantes habían emitido su voto con determinación y en acuerdo con la opinión pública internacional. Tal acción, a pesar del resultado negativo, indicaba un acuerdo con la opinión pública internacional que excedía el resultado formal.
Pakistán describió esta votación —que ocurrió en la reunión número diez mil del consejo— como un momento negativo en su historia. El texto repetía solicitudes de borradores previos, como la liberación total de cautivos en poder de Hamás y otros grupos tras su ataque sorpresa del siete de octubre de dos mil veintitrés en el sur de Israel, evento que inició la escalada militar en el territorio.
Desde noviembre, Washington ha opuesto a iniciativas similares al afirmar que la conexión entre un alto el fuego y la devolución completa de rehenes solo motivaría a los miembros de Hamás. Danny Danon, delegado israelí en la ONU, describió el proyecto como ineficaz para rescatar a los secuestrados o para restaurar la estabilidad regional. Él sostuvo que su nación continuará la operación contra el grupo para proteger a su población, aun si el consejo ignora tales amenazas.
El documento expresaba preocupación por un informe del mes anterior de la autoridad global en hambrunas, que confirmaba la existencia de inanición en la ciudad de Gaza y predecía su extensión territorial sin interrupción de los combates ni relajación de los controles a la asistencia. Israel, en una evaluación propia publicada la semana pasada, rechazó ese análisis como influido por consideraciones políticas y carente de rigor metodológico, lo que generó discusiones sobre la exactitud de las alertas humanitarias.
Las tropas israelíes iniciaron una incursión terrestre en la capital gazatí el martes, lo que aumenta un enfrentamiento que afecta la estabilidad en el Oriente Medio e impide cualquier acuerdo de tregua o rescate de prisioneros. El mando militar israelí justificó la operación como un procedimiento para eliminar las estructuras militares de Hamás, sin especificar plazos, aunque indicios apuntan a una duración de meses que extienda la falta de progreso diplomático.
Ese mismo día, un panel independiente convocado por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU determinó que Israel comete genocidio en Gaza y solicitó a la comunidad internacional que lo detenga mediante sanciones contra los responsables. Jerusalén rechazó el informe como una interpretación falsa, y reafirmó su rechazo a imputaciones que, según su posición, alteran los hechos de la guerra.
La semana anterior, la Asamblea general de la ONU aprobó por amplia mayoría un plan de dos Estados para resolver la guerra palestino-israelí y solicitó a Israel que acepte un Estado palestino viable. Este acuerdo internacional contrasta con la posición de Estados Unidos, que ahora enfrenta divisiones internas evidentes en encuestas recientes.
Aproximadamente la mitad de los ciudadanos estadounidenses considera que la respuesta militar israelí en la Franja de Gaza ha excedido límites razonables, según un sondeo del Centro de Investigación en Asuntos Públicos de The Associated Press-NORC. Esa proporción supera el cuarenta por ciento registrado en noviembre de dos mil veintitrés, lo que indica un cambio en la opinión pública hacia una mayor restricción militar.
Sin embargo, los ciudadanos norteamericanos en general —y los republicanos en particular— muestran menor disposición a que su gobierno priorice negociaciones de cese al fuego en comparación con meses atrás, cuando Washington participaba en mediaciones con Hamás. Tal cambio resalta las complejidades políticas internas que dificultan la posición de Estados Unidos en sus obligaciones internacionales en esta crisis.