La ONU ha lanzado un llamamiento de $47,000 millones para 2025, con el objetivo de apoyar a cerca de 190 millones de personas desplazadas por conflictos y afectadas por la hambruna. A pesar de que la meta para este año no ha llegado ni a la mitad de su financiación, los recortes de países occidentales, incluido Estados Unidos, preocupan a los funcionarios.
Tom Fletcher, nuevo jefe de ayuda de la ONU, califica la situación como “un nivel de sufrimiento sin precedentes”. El próximo año, el organismo pretende asistir en 32 países, entre ellos Sudán, Siria, Gaza y Ucrania, severamente impactados por la guerra.
“El mundo está en llamas y así es como lo apagamos”, señaló Fletcher en una rueda de prensa en Ginebra. Añadió que “es necesario renovar nuestra relación con quienes más necesitan ayuda en el planeta”. Fletcher, ex diplomático británico, asumió el liderazgo de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) el mes pasado.
El pedido de fondos, el cuarto más grande en la historia de la agencia, no incluye a unos 115 millones de personas cuyas necesidades superan lo que se puede financiar de manera viable. Fletcher destacó: “Debemos enfocarnos en quienes más lo necesitan y actuar con total determinación”.
El presupuesto solicitado para 2024 ya había sido reducido de $56,000 millones a $46,000 millones debido al declive en el interés de los donantes, pero solo se ha recaudado el 43%, una de las cifras más bajas registradas. De ese total, Estados Unidos ha aportado más de $10,000 millones, representando cerca de la mitad de los fondos recaudados.
OCHA informó que la falta de recursos ha llevado a decisiones críticas, como recortes del 80% en asistencia alimentaria en Siria y limitación de servicios de agua en Yemen, país vulnerable al cólera.
El presupuesto humanitario forma solo una parte del gasto general de la ONU, cuyo déficit estructural persiste debido a cuotas impagas de los estados miembros. Durante su primer mandato, Donald Trump suspendió algunos gastos de la ONU, aunque preservó los presupuestos de ayuda. Sin embargo, los funcionarios ahora temen que los recortes sean inevitables.