Creo que hay un grupo de personas que todavía cree que las mentiras de Hezbolá y su líder justifican el uso del Líbano en el ataque contra Israel esta semana. Al mismo tiempo, dudo que haya personas, incluso de ese grupo, que estén de acuerdo con las acciones de Hezbolá y el daño que causa al Líbano, utilizando excusas que no convencen a nadie más.
Hezbolá se ha justificado durante años por motivos étnicos, patrióticos y religiosos, desde “la liberación del Sur” hasta la “protección de los lugares religiosos” y las granjas de Shebaa. El Líbano está bajo asedio internacional por sus transacciones financieras, comercio y turismo a causa de Hezbolá, mientras que a nivel nacional está cautivo y controlado desde el aeropuerto hasta la casa de gobierno.
El precio del daño que cada libanés paga y sigue pagando es fácil de calcular. El salario de un ingeniero cualificado en el Líbano está muy por debajo de los 24.000 dólares anuales, lo que representa alrededor de una cuarta parte del salario del ingeniero en otros países, así como de los médicos, agricultores y taxistas.
El pequeño aeropuerto de Beirut recibe menos de 9 millones de pasajeros al año, y Dubai, que no alberga a más de la mitad de la población del Líbano, recibe más de 70 millones de turistas al año. Mientras que el puerto británico de Dover sirve a 13 millones de pasajeros al año, el puerto de Beirut es visitado por solo 9.000 pasajeros al año.
Además, los ciudadanos libaneses no tienen acceso a los servicios básicos, como la atención de la salud, la electricidad y los servicios públicos como las carreteras y el alcantarillado, entre muchos otros. La razón principal de esto es la presencia del grupo terrorista Hezbolá, aunque normalmente son los políticos los que no se atreven a culpar a Hezbolá.
Hezbolá es la única razón de los bajos ingresos y de la intimidación política por parte del Estado, que representa a las milicias con el pretexto de “la resistencia”.
Cuando el difunto Primer Ministro, Rafiq Hariri, reconstruyó el Aeropuerto Internacional de Beirut, Hezbolá y el régimen sirio hicieron campaña en su contra, acusándolo de corrupción por haber construido un aeropuerto que superaba las necesidades del país; el plan final de construcción se concibió para dar cabida a hasta 35 millones de turistas al año. La intimidación terminó con el asesinato de Hariri solo cuatro meses después de la apertura del aeropuerto.
La operación de empobrecimiento del país está en marcha, y el objetivo es impedir que cualquier otro partido tome decisiones independientes con respecto al Estado bajo su control y sea más fuerte que Hezbolá y sus hombres.
No es difícil entender los daños causados a los 6 millones de libaneses residentes en el Líbano por la presencia de Hezbolá como milicia armada. Sin embargo, es más difícil entender a quienes todavía apoyan a Hezbolá, reiterando sus demandas de resistencia a Israel y justificando sus armas y su desprecio diario por el Estado y sus autoridades. Todos los demás Estados de primera línea han firmado acuerdos de paz con Israel: Egipto, Jordania, la Autoridad Palestina e incluso Siria, con el Acuerdo de Desconexión, por lo que utilizó a Hezbolá para llevar a cabo sus actos heroicos en nombre del Líbano.
Millones de turistas de todo el mundo no visitan el Líbano, que se considera el principal destino de la región, ya que la mayoría de los gobiernos han añadido el Líbano a sus listas de alerta. Y la única razón es Hezbolá.
La pobreza de los ciudadanos libaneses, la inmigración de millones de personas y la afluencia de refugiados sirios son causadas por Hezbolá. La debilidad del Estado y la falta de servicios también son causadas por Hezbolá.
Hezbolá es la causa de la devaluación de la lira libanesa, los bajos salarios y el elevado desempleo. Hubo un tiempo en que todos los profesionales cualificados podían encontrar un trabajo que pagaba el doble que a sus colegas de la región.
Israel no es un problema, Hezbolá es un problema. Si los políticos libaneses no resuelven el problema, el país no saldrá del pozo que Irán y su representante han cavado para él.
Los seguidores y admiradores de Hezbolá pueden preservarlo, al mismo tiempo que preservan el Líbano, obligándolo a desarmarse y a convertirse en un partido político civil. De lo contrario, las decisiones más dolorosas están en camino.
Por último, quisiera decir una cosa: imagínense Beirut y todo el Líbano, sin Hezbolá.