El intento de Israel de aterrizar la nave espacial Bereshit (Génesis) en la Luna no puede definirse como una «misión cumplida», pero sin embargo fue un intento noble.
Sirve como una lección importante sobre aprender del fracaso. Tenemos que decirles a nuestros hijos al respecto, y la próxima vez, si Dios quiere, todo saldrá como se planeó.
Somos un pueblo de pioneros que han inspirado al mundo. Los mayores descubrimientos en la historia de la humanidad ocurrieron después de tales fracasos, que a menudo causaron muchas víctimas.
Llegamos hasta la Luna, pero no pudimos aterrizar del modo que esperábamos. Pero el mero hecho de que hayamos puesto de relieve subraya el alcance de nuestra audacia, nuestro valor y nuestros conocimientos científicos. ¿Cómo se atreve un país tan pequeño a pensar tan grande?
América usó misiles masivos para enviar sus misiones tripuladas a la Luna a un alto costo. Pero el proyecto israelí logró minimizar la carga financiera utilizando órbitas elípticas que aumentaron la velocidad de la nave hasta que entró en la órbita de la Luna.
Esta es una buena metáfora para el espíritu israelí, que una y otra vez supera los obstáculos pensando fuera de la caja, no solo a través de la fuerza bruta.
La Luna es una puerta de entrada al espacio, y la humanidad está destinada a expandirse más allá de nuestro pequeño planeta hacia la vasta extensión del universo.
Incluso nuestro pequeño país ha contribuido enormemente a esta conquista humana y la gran emoción que sentimos el jueves cuando la nave espacial tomó una autofoto que mostraba la bandera de Israel justo por encima de la superficie de la Luna.
Esta emoción finalmente impulsará a Israel de regreso a la Luna; La próxima vez lo haremos todo el camino.
Debemos felicitar a todos los involucrados en Bereshit. Esperemos verlos el próximo año celebrando un aterrizaje lunar.