La Organización de las Naciones Unidas (ONU), Jordania, Egipto, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y Hamás, tienen que centrarse en la realidad actual de que la solución de dos Estados que pide la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU es imposible de alcanzar: Es decir, crear un segundo Estado árabe en el 5% de la antigua Palestina -además de Jordania- que actualmente ejerce la soberanía en el 78% de la antigua Palestina.
Esta realidad la dejó muy clara el Coordinador Especial para el Proceso de Paz en Oriente Medio -Tor Wennesland- al dirigirse al Consejo de Seguridad el 19 de enero durante su debate trimestral sobre “La situación en Oriente Medio, incluida la cuestión palestina”.
Wennesland dijo al Consejo de Seguridad:
“Deben continuar los esfuerzos para alentar a todas las facciones políticas palestinas hacia el consenso político y poner a Gaza y a la Cisjordania ocupada bajo una autoridad palestina legítima y democrática. Gaza sigue siendo parte integral de un futuro Estado palestino como parte de una solución de dos Estados”.
Poner a “Gaza y la Cisjordania ocupada” bajo “una autoridad palestina legítima y democrática” requiere un milagro de proporciones verdaderamente bíblicas.
Ni Hamás -que gobierna Gaza desde 2007- ni la OLP -que gobierna las zonas A y B -el 40% de Cisjordania– desde 1994- tienen actualmente la intención de permitir a sus respectivas poblaciones opinar sobre su propio futuro mediante la celebración de elecciones libres y justas. Las promesas de hacerlo han ido y venido como las cuatro estaciones. Estos antagonistas políticos están enzarzados en una lucha de poder que no tiene visos de resolverse en un futuro previsible.
Otras características de una sociedad democrática -prensa libre, poder judicial independiente y libertad de expresión y de reunión- no se ven por ninguna parte ni en Gaza ni en Cisjordania (Judea y Samaria):
Hasta que estas condiciones esenciales prevalezcan, cualquier conversación para lograr la solución de dos Estados contemplada en la Resolución 2334 del Consejo de Seguridad de la ONU es una completa pérdida de tiempo.
Se necesita un disyuntor -hasta que surja una autoridad árabe palestina legítima y democrática- para desactivar y, con suerte, poner fin a la creciente violencia entre judíos y árabes que se produce prácticamente a diario.
Ese disyuntor podría consistir en que el Consejo de Seguridad de la ONU, Jordania, Egipto, la OLP y Hamás negociaran con Israel una vuelta parcial al statu quo que existía en Gaza, Cisjordania y el Este de Jerusalén el 5 de junio de 1967, cuando:
– Egipto había estado ocupando una Gaza libre de judíos desde 1948.
– La ‘Cisjordania’ se había unificado con Transjordania desde 1950 para formar un nuevo país llamado “Jordania”.
– todos los judíos que vivían en “Cisjordania” habían sido expulsados en 1948, mientras que la población que entonces sólo era árabe, se había convertido en ciudadanos jordanos que elegían a sus propios representantes en el parlamento jordano.
– La OLP no reivindicaba la soberanía regional ni en “Cisjordania en el Reino Hachemita de Jordania” ni “en la Franja de Gaza” – sus actividades eran entonces “a nivel nacional popular en los ámbitos de liberación, organizativo, político y financiero”∙
Hamás no existía – su fundación no se produjo hasta 1988.
El éxito de las negociaciones para hacer retroceder el reloj político existente al 5 de junio de 1967 con cambios entre Israel yEgipto y Jordania -con los que Israel tiene firmados tratados de paz desde 1979 y 1994, respectivamente-, respaldados por la OLP y Hamás, presididos por el Secretario General de la ONU, podría mantener viva la posibilidad futura de la solución de los dos Estados.
Estas negociaciones también podrían abrir otras soluciones para poner fin al conflicto árabe-judío, entre ellas
– Gaza-Egipto: confederación o unificación
– Cisjordania-Jordania: confederación o
– reunificación de las zonas de Cisjordania con Jordania que acuerden Israel y Jordania.
El Consejo de Seguridad debería seguir el consejo de Wennesland y utilizar su influencia para que estas negociaciones se lleven a cabo.
Hablar es siempre preferible a luchar.
David Singer es un abogado australiano que participa activamente en organizaciones comunitarias sionistas de ese país. Fundó el Comité “Jordania es Palestina” en 1979.