El próximo mes marcará dos años desde la histórica visita del presidente Donald Trump a Medio Oriente. Esto es cuando comenzaron las discusiones para un plan de paz, que se centra en los países vecinos Egipto, Arabia Saudita y Jordania más que en los propios palestinos.
Durante estos dos años, Israel ha mejorado constantemente sus relaciones y cooperación con estos países, mientras que el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, optó por reprender y burlarse del presidente: “que su casa sea destruida”, “usted, hijo de perro”. Estados Unidos ha retirado de su caja fuerte todas las joyas que Israel siempre ha deseado: Jerusalén, reducción de la ayuda a los palestinos, expulsión de la Embajada Palestina de Washington, reduciendo drásticamente el presupuesto de la Agencia de Obras Públicas y Socorro de la ONU, y los Altos del Golán.
El reconocimiento de la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, la joya de la corona revelada antes de la elección israelí hace dos semanas, es el signo más claro de que la actual administración ya no considera a las fronteras de 1967 una vaca sagrada que roza los campos empapados de sangre de Medio Oriente. Todos estos pasos indican que el “acuerdo del siglo” es esencialmente una visión que comprende una serie de iniciativas diplomáticas y económicas que involucran a Israel y los países árabes. Los palestinos son el objetivo del plan: se supone que su situación mejorará, sobre todo económicamente. Pero teniendo una visión sobria, todos los marcos de pensamiento pasados han sido destrozados. Es difícil imaginarlo, una vez que se hayan convocado las conversaciones y se hayan implementado las iniciativas, un trozo de papel que se asemeja a un acuerdo de paz real, que los líderes israelíes y palestinos firmarán. Tal vez suceda. Pero solo al final, que no está en el horizonte.
Lo que no hemos visto es una ráfaga de diplomacia intensiva, que en el pasado solo ha servido para exacerbar las divisiones. Es difícil ver una cumbre que termine en una firma ceremonial, seguida de un calendario que consiste en implementar todo lo que se discutió. ¿Es el “arreglo” interminable con Hamás un prototipo? ¿El presidente egipcio, Abdel-Fattah el-Sissi, también mediará en el acuerdo del siglo? Si lo hace de una manera similar a su mediación con Hamás, probablemente tendrá que cambiar la constitución egipcia nuevamente y extender su mandato más allá de 2030. Pero quizás haya una razón tangible para que el-Sissi medie, porque Israel ciertamente ha participado en conversaciones sobre la construcción de un puerto marítimo de aguas profundas entre Gaza y el-Arish en la península del Sinaí. Es difícil exagerar el efecto que tendría tal puerto, de acuerdo con todas las demandas de seguridad de Israel. Los palestinos no recibirán más territorio, pero tal puerto, si es construido, será una iniciativa económica revolucionaria desde la perspectiva de Gaza, con todos los bienes que ingresan a Gaza a través de cruces bajo el control israelí. ¿Es esto realista?
Lo mismo puede decirse de las vastas sumas de dinero que aparentemente se ofrecen a Jordania y Egipto. Habrá desarrollo económico para el mejoramiento de los palestinos y Abbas podrá posponer el acuerdo del siglo y mantenerse en el poder hasta que él muera. Es la única forma en que puede continuar gobernando y también renunciar, lo que todos han anticipado, al menos durante los últimos dos años.