Los árabes palestinos han expresado, en cifras abrumadoras, que su camino preferido es la “lucha armada” contra Israel. Rechazan de forma abrumadora el plan Trump “Paz para la prosperidad” y han decidido que su postura de rechazo de los últimos decenios es el rumbo que deben mantener.
Esta persistente sensibilidad árabe -de que Israel es el archienemigo y que ocupa ilegalmente el territorio musulmán sagrado- ha persistido desde que los árabes rechazaron la declaración de Estado de Israel hace más de 72 años. Subraya la inutilidad de los esfuerzos de paz apoyados por numerosas administraciones americanas, así como cualquier acercamiento de este tipo en los próximos meses y, probablemente, años.
La respetada organización electoral Centro Palestino para la Investigación de Políticas y Encuestas (PCPSR) encuestó a las poblaciones árabes de Judea y Samaria y de la Franja de Gaza el mes pasado, poco después de la presentación oficial por parte de los Estados Unidos de su última propuesta de paz.
Esa propuesta fue rechazada de corazón por el líder de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, y su desestimación sumaria del plan fue apoyada por el 94% de los árabes palestinos. Su rechazo fue acompañado por un mayor apoyo a la lucha armada (64%), la ruptura de todos los lazos de seguridad con Israel (77%), la anulación de todos los compromisos de Oslo (69%) y un mayor apoyo a la ruptura de todas las relaciones con los Estados Unidos (76%).
De manera alarmante, el apoyo a una futura “solución de dos Estados” se redujo a menos del 40%, el nivel más bajo desde que se firmaron los Acuerdos de Oslo hace un cuarto de siglo.
Estos hechos por sí solos deberían arrojar serias dudas sobre la credibilidad de los acérrimos defensores americanos de una solución de dos Estados.
Para completar esta triste fórmula para la paz, el PCPSR describió sus hallazgos indicando que “una abrumadora mayoría del 82% cree que el plan lleva el conflicto con Israel a donde estaba originalmente: ‘un conflicto existencial’”.
De hecho, los defensores perspicaces pro israelíes han definido desde hace mucho tiempo la situación de Israel y Palestina utilizando ese término preciso – “conflicto existencial”- para indicar que la cuestión que está en juego no es de índole territorial sino de la existencia misma de Israel.
En resumen, todas las organizaciones palestinas de poder, así como los hombres y mujeres de la calle, están comprometidas con el desarraigo de la “entidad sionista”, y lo han estado desde antes de la creación de Israel. Nunca ha habido una organización palestina que haya defendido un verdadero reparto de la tierra, y mucho menos un par de Estados que se apoyen mutuamente y trabajen por el bien común de sus ciudadanos.
Los políticos árabes que aparentemente han defendido la resolución pacífica del conflicto se han preocupado de hacer entender a sus electores que sus propuestas son solo pasos en el proceso en curso de erradicación del sionismo del Oriente Medio.
Por otro lado, Israel ha presentado una oferta tras otra que satisfaría a cualquier constructor de Estados palestino de buena fe. Estas ofertas son ignoradas, porque -gracias a Dios- incluyen términos firmes que aseguran la seguridad del Estado de Israel. Y los líderes palestinos no pueden aceptar una solución permanente que garantice un estado sionista en “su” tierra.
Obviamente, la cuestión de la existencia de Israel es fundamentalmente no negociable para sus adversarios. Mientras Israel busca la paz, los enemigos de Israel buscan su destrucción.
Esta última encuesta del PCPSR debería dejar claro que la actual guerra fría entre Israel y los palestinos pende de un hilo. Los líderes palestinos en competencia en Gaza y Judea y Samaria han creado dos polvorines que podrían estallar en cualquier momento.