Una tradición afirma que “el día de Yom Kippur, antes de que el Kohen Gadol, Sacerdote Supremo, entrara al Kodesh Hakodashim — el Sancta-Sanctorum, el lugar más sacro del Beit Hamikdash — se le ataba una cuerda en un tobillo para que en caso de que muriese estando dentro, se le pudiera sacar sin contaminar o impurificar el sagrado recinto”.
En un estudio escrito hace apenas unos años por el Rav Ari Zivotofsk, se manifiestan algunas consideraciones que vale la pena analizar.
Si bien respecto de esta cuerda no existen referencias en ningún lugar de la Mishná, el Talmud o el Midrash, el Zohar menciona que efectivamente, antes de que el Kohen Gadol, en el día más santo del año ingresara a suplicar el perdón para los Bnei Israel se le ataba una cadena de oro al tobillo que hacía las veces de cuerda.
La misión — la Avodá — del Kohen Gadol durante ese día era despojarse de las ocho vestimentas sacerdotales que utilizaba durante el año, sumergirse en la mikve para su baño reglamentario, vestir las cuatro prendas de lino blanco que solo utilizaba en ese día y entrar dos veces al sagrado recinto. Desde luego, los rituales para tal evento están claramente descritos en la Torá (Vaikrá 16) y debían cumplirse estrictamente so pena de que, como se menciona en el Talmud — junto con un comentario de Rambam — “cualquier desviación podría costarle la vida”.
No es de extrañarse que ante la magnitud del peligro, el Kohen Gadol que emergía con bien del Santo Lugar organizaba un banquete, aunque un acreditado comentarista afirma que tal celebración no era sino para festejar que sus súplicas habían sido aceptadas por H’ y que el pueblo judío había sido perdonado.
Durante los 410 años del período del Primer Templo, hubo solo 12 Kohanim Gedolim. No se sabe de ninguno que muriera durante Yom Kippur. Sin embargo, en los 420 años del período del Segundo Templo, la Gemará afirma que con excepción de cuatro justos, la mayoría de los más de 300 Kohanim Gedolim fueron ignorantes e indignos del cargo y que sin merecerlo, se las habían ingeniado para comprarlo.
Muchos sirvieron escasamente un año y varios murieron durante su Servicio e incluso en el día de Yom Kippur, aunque la Gemará no especifica las causas de sus muertes, dejando claro que bien pudieron “desaparecer” si algún postor — especialmente de entre los Saduceos —ofrecía una cantidad mayor por el puesto.sabios explican que si un Kohen muriera durante Yom Kippur, estando dentro del Lugar más Santo, su cuerpo debía ser removido. Si bien la entrada al Mishkán estaba prohibida, no lo estaba para retirar la tumá (tamé = impuro, profano).
Recordemos que cuando Nadav y Abihu, hijos de Aarón Hakohen murieron “frente a Hashem”, Moshé pidió a Mishael y Eltzafán, dos de sus primos de la tribu de Levi que los sacaran, aunque Rabbi Eliezer afirma que “fue un ángel el que sacó los cuerpos del Lugar Santo” y Rabbi Akiva dice que estos Levitas “utilizaron lanzas de hierro” para extraerlos a un lugar al que sí podían entrar.
¿Y la cuerda que se les ataba al tobillo?
Aunque es explicable la necesidad de tal aditamento para poder extraer al Kohen en caso necesario, ningún tratado rabínico ashkenazí o sefaradí lo menciona, ni Rambam, ni los Libros Apócrifos, los Rollos del Mar Muerto o la seudoepigrafía y tampoco el historiador Flavio Josefo, testigo presencial de las actividades en el Templo durante su época.
En cambio, el Zohar sí lo menciona e incluso agrega un comentario de Rav Yitzjak en donde éste afirma que “…la cuerda se le ataba a una pierna para que, si muriese allí, se le pudiera sacar.”De esta eterna lucha del Talmud vs el Zohar hay varias cosas rescatables. Un comentarista explica que, de existir esa cuerda, bien podría tratarse de una alegoría ya que la Torá especifica que nadie, ni personas ni ángeles, podían permanecer en el Ohel Moed (el Lugar de Reunión entre Moshé y H’) — y tal vez en todo el Templo — mientras el Sacerdote entraba al Lugar Más Santo.
También existen varios relatos en los que, ya sea por un prolongado silencio del Kohen en turno o por un ruido estremecedor durante el Servicio, hubo de entrar al sagrado recinto, aunque ninguno de esos relatos atestigua que se hubiese encontrado una cuerda o una cadena de oro atada al tobillo del Kohen. Según explica Rambam, ésta hubiese invalidado el Servicio por ser una prenda adicional a las permitidas en ese día, además de existir la prohibición expresa de utilizar prendas de oro en Yom Kippur.Otra interpretación alegórica dice que al hablar de la cuerda, el Zohar nos está dando una recordación simbólica en la que el Kohen Gadol no debe perderse en el ámbito espiritual mientras realiza el Servicio de Yom Kippur, perdiendo contacto con la realidad y el mundo terrenal.
El Kohen debe recordar que los humanos lo necesitamos y que la cuerda es para “jalarse” de vuelta a la Tierra después de su experiencia supernal. En suma — agrega Rav Zivotofsk al final de su escrito— a pesar de la nula evidencia rabínica respecto a la existencia de una cuerda o cadena de oro, lo que es evidente es que esta creencia popular se originó en una época en que nuestros líderes espirituales estaban corruptos y era imperativo crear historias positivas a su derredor.
¿Y ahora…?
Hoy día, puesto que no hay Templo, la creencia en la cuerda puede o no ser verdadera, aunque eso no importe demasiado. Sin embargo, estos tiempos inciertos ameritan una última aunque no muy jocosa reflexión.
Vivimos tiempos en que oscuros panoramas ensombrecen a la judería mundial. Los conflictos y amenazas de guerra en Israel se suceden uno tras otro, inmisericordes. Cuando no es en Gaza o en la frontera con Egipto es con Turquía, Irán, Siria, Líbano o Jordania. La guerra es inminente en todos los flancosEn todos los frentes. El antisemitismo aflora en los medios escritos, la televisión y especialmente en Internet. Negarlo es tapar el sol con un dedo, es esconder la cabeza como avestruz.
Dicen nuestros sabios que “…cuando veamos guerrear a las naciones, busquemos las huellas de Moshíaj.”
Espero equivocarme, pero si no, entonces atestiguaremos la llegada del Heraldo. El Templo se construirá de nuevo y habrá un Kohen Gadol listo para vestir las túnicas de lino blanco. Todos los días serán Yom Kippur.
Quiera H’ que ése Kohen no requiera de cuerda ni de cadena de oro atada al tobillo para entrar al Mishkán, solicitar el perdón para Am Israel, y pedirle que establezca la armonía y la paz entre los hombres y naciones. La paz — Shalom — que es Su propio Nombre. El Nombre de H’.
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Autor: Luis Geller | Fuente: Con la autorización expresa de www.intelectohebreo.com