Agam Berger, rehén liberada, relató detalles de su experiencia en Gaza y recordó la Hagadá de Pésaj que su amiga Liri Albag le regaló mientras estaban retenidas.
Durante una entrevista concedida al suplemento Derech Emuna de la revista Kfar Chabad, Agam describió cómo Liri, con quien compartió la mayor parte del tiempo en cautiverio, confeccionó una Hagadá ilustrada utilizando hojas arrancadas de un cuaderno encontrado en el apartamento donde estaban. Liri le entregó el cuadernillo como sorpresa en la noche del Séder. Agam confesó que al verlo, rompió en llanto.
La festividad de Pésaj fue improvisada. Liri colocó papel aluminio sobre la mesa, decoró con servilletas y procuró aumentar ligeramente la comida disponible. Agam explicó que en su casa consumen kitniyot, por lo que incluyeron arroz en la cena.
Después del Séder, ambas repasaron la Hagadá casera. Apenas contaban con alimentos para recitar bendiciones. Lograron preparar jaroset con dátiles y colocaron una silla en honor al profeta Elías. Aprovecharon que durante ese mes había más verduras disponibles y comieron ensalada y papas.
La fe fue el sostén principal de Agam durante el cautiverio. Afirmó que sintió la protección de Dios en todo momento. Durante el ataque del 7 de octubre, las balas pasaron cerca de ella sin alcanzarla. Recordó que, dentro del refugio antiaéreo, solo alcanzó a pronunciar “Shemá Israel”.
La sensación de resguardo divino persistió en Gaza. Al principio creyó que volvería a casa en pocos días, sin imaginar que pasaría más de un año. Aunque hubo momentos de desaliento, aseguró que nunca perdió la convicción de que Dios las cuidaba.
Decoraciones simples marcaron la festividad de Sucot en cautiverio. Con papeles formaron una cadena de círculos y prepararon un cartel que decía “Felices fiestas”. Los terroristas, según Agam, no comprendían el propósito de esas acciones.
Para conocer las fechas de las festividades, solicitaron información directa a sus captores. Sucot, que dura una semana, coincidió al menos en uno de sus días. Antes de Janucá, intentaron conseguir velas sin éxito. En un momento, recibieron una vela eléctrica y la usaron. En la primera Janucá en cautiverio, les entregaron una vela redonda, ya dentro del túnel, que permaneció encendida por largo tiempo, posiblemente debido al oxígeno del lugar.
Ante la pregunta de por qué los terroristas les facilitaron velas, Agam respondió que ellos mismos lo cuestionaron. Explicaron que se trataba de una festividad de milagros. Los captores también buscaban alivio en sus turnos de vigilancia y no esperaban que el cautiverio se extendiera tanto.
Las decoraciones de Sucot y la Hagadá de Pésaj, confeccionadas con esfuerzo, nunca regresaron con Agam. Expresó su deseo de llevárselas como recuerdo, pero no se lo permitieron.
Un cuaderno servía como base para los dibujos. Agam detalló que, desde allí, crearon la Hagadá. Los terroristas inspeccionaban el contenido del cuaderno para asegurarse de que no incluyera información sensible. Liri dibujaba con mayor frecuencia. En algún momento, incluso los dibujos llamaron la atención de los captores.
Shlomi, padre de Agam, compartió su vivencia del año anterior. La Pascua se celebró con otras familias de rehenes en un hotel, en un ambiente de unidad. Durante los días siguientes, permanecieron en casa, sin ánimo de realizar actividades. Este año, planean festejar con su familia, con la convicción de que representa su propio éxodo. Aun así, sienten un profundo dolor por quienes aún no pueden reunirse con sus seres queridos.
La festividad se llevará a cabo. Shlomi sostuvo que cumplir con esta tradición simboliza la renovación y el resurgimiento del pueblo. Recordó que el hermano de Agam celebró su bar mitzvá durante el cautiverio, y la familia decidió celebrarlo con alegría. Lo mismo harán con Pésaj, convencidos de que esa actitud fortalece al pueblo y no lo debilita.