Chen Amir, patrullero municipal de Tel Aviv asesinado el sábado en un atentado en Tel Aviv, ha sido enterrado esta tarde (domingo) en el kibutz Re’im, en el Néguev. Deja mujer y tres hijas.
Miles de personas acudieron a acompañarle en su último viaje. Entre los asistentes se encontraban el ministro Ofir Akunis, el alcalde de Tel Aviv, Ron Huldai, y miembros de la patrulla municipal, entre ellos Oz, el compañero de Chen que mató al terrorista. Oz rompió a llorar ante la tumba de Chen.
«Chen, Chen, qué buen corazón tienes, el mundo entero vio lo que hiciste. Desenmascaraste a ese hombre despreciable. Salvaste a miles. No tuviste ni una sola herida, él vino por detrás de ti como un perro. Si hubiera venido por delante, lo habrías destrozado. En cuanto te disparó, le disparé, vengué tu muerte. Cuida de mí, Chen, cuida de mí. Cuida de nosotros. Qué guerrero eras, qué francotirador».
La viuda del asesinado, Vered Amir, dijo hoy que su marido era «el hombre más maravilloso del mundo, siempre intentando enfrentarse al enemigo».
«Quería hablaros de Chen, el hombre más maravilloso del mundo. Era un marido increíble y un padre maravilloso de tres hijas. Es un luchador. Siempre supe que sería el primero en intentar enfrentarse al enemigo. Incluso en los ataques anteriores, fue el primero en correr a la escena. No tenemos espacio suficiente para todos los certificados de reconocimiento que recibió. Siempre estaba dispuesto a ayudar. Era el mejor marido, que quería tanto a sus hijas. Espero que podamos superar esto», añadió.
Sobre la decisión de donar los órganos de Chen, dijo: «No había necesidad de pensarlo, en cuanto conoces a Chen, lo sabes. No sé qué desastre evitó, pero donar órganos es el final, su último toque». Las córneas y los tejidos de Chen fueron donados y posteriormente se trasplantarán a pacientes, salvando así la vida de unos 50 enfermos.
Su hermana Adia dijo: «El héroe de Israel, su cuerpo absorbió las balas. Siempre estaba al límite y se esforzaba por enfrentarse al enemigo, era un luchador. Desde los 18 años quiso donar sus órganos». Añadió además: «Su mujer me llamó y me dijo que había llegado un coche. En un momento dado, le pregunté cómo estaba y me dijo que había pasado lo peor. No tenía miedo, siempre quiso proteger a la gente».