El primer ministro, Naftali Bennett, y el ministro de Salud, Nitzan Horowitz, se reunieron el lunes con los responsables de los servicios sanitarios para acelerar el ritmo de vacunación en Israel, ya que casi medio millón de israelíes mayores de 60 años habían recibido ya la tercera vacuna, mientras que el número de pacientes graves seguía aumentando y se situaba en 360, 144 más que siete días antes.
El domingo se diagnosticaron unos 3.372 nuevos casos. La cifra fue inferior a la de algunos días de la semana anterior -cuando se identificaron más de 3.800 portadores del virus en 24 horas- pero con un menor número de pruebas procesadas, como es típico del primer día después del fin de semana. No obstante, la tasa de positividad se situó en el 3,87%, la más alta desde marzo.
Durante una reunión de la Comisión de Derecho y Constitución de la Knesset, la Dra. Sharon Alroy-Preis dijo que alrededor del 1,5% de los pacientes se están convirtiendo en graves, aproximadamente la mitad de la cifra de antes de que las vacunas estuvieran disponibles. Sin embargo, el número de pacientes graves se ha duplicado cada diez días.
Un día después de que volviera a entrar en vigor el sistema de pases verdes -que exige un certificado de vacunación/recuperación o un test negativo para acceder a varios lugares, como restaurantes, eventos culturales y gimnasios-, Alroy-Preis dijo que el objetivo es frenar la morbilidad para ganar tiempo y vacunar a más personas, y añadió que el propósito de esta y otras medidas es evitar un bloqueo.
“Lo que derrota a la pandemia son las vacunas, no los cierres”, dijo. “Un cierre es una medida táctica. Intentamos no llegar a ese punto y, para no llegar a él, hay que frenar la pandemia empleando todas las herramientas disponibles: el pase verde, el lazo morado y los topes en las concentraciones”.
Las normas del lazo morado ponían un límite al número de clientes que podían acceder a un negocio o local en función de su tamaño. Por el momento, no se han establecido límites o topes a las concentraciones.