El cuerpo de Sarah Richardson, hija del arqueólogo noájida Vendyl Jones, apareció sin vida en su hogar en el asentamiento de Maale Levona, Judea y Samaria, el pasado 27 de mayo. Las autoridades sospechan que Joel, su hijo de 37 años con problemas de salud mental, perpetró el crimen.
Originaria de Texas, Richardson llegó a Israel junto a su familia en 1967, justo antes de la Guerra de los Seis Días. Su padre, un exministro bautista convertido en arqueólogo, dedicó su vida a buscar objetos rituales de los Templos de Jerusalén. “Al llegar al apartamento, observamos al hijo cavando un hoyo en el jardín con una pala”, relató un oficial al Canal 12. “Nos bloqueó la entrada, lo que generó sospechas de que intentaba ocultar el cuerpo de su madre”.
La policía detuvo inicialmente a Joel y trasladó el cadáver de Richardson al Instituto Forense de Abu Kabir. Los peritos no lograron establecer la causa de la muerte, por lo que liberaron al sospechoso bajo restricciones. Días después, el padre de Joel alertó a las autoridades tras recibir amenazas con un cuchillo por parte de su hijo, lo que llevó a su segundo arresto.
En un interrogatorio posterior, Joel admitió haber asesinado a su madre y recreó la escena del crimen ante los investigadores. Según el Canal 12, afirmó que “recibió mensajes de Dios” que le ordenaban matar a su padre o a su perro. Anat Kirshenberg, abogada del acusado, argumentó que la confesión se obtuvo bajo coacción, explotando la fragilidad psicológica de su cliente.
El Tribunal de Magistrados de Rishon LeZion evaluó a Joel el domingo pasado. Tras dos peritajes psiquiátricos, lo declararon apto para enfrentar juicio, y su detención se prolongó seis días más mientras avanza la investigación. Este caso se suma a otros dos asesinatos de mujeres en la misma semana, en un año marcado por un alza en la violencia de género.
En 2008, Richardson compartió detalles de su vida en una entrevista con “Eretz Binyamin”. Relató cómo su padre, un predicador en Carolina del Norte, enfrentó al Ku Klux Klan por sus sermones a favor de los judíos y su inclusión de fieles afroamericanos. “El KKK llegaba de noche, rompía ventanas y disparaba contra nuestra casa”, narró. La persecución cesó tras el encarcelamiento de los líderes del grupo.
Jones, fascinado por la tradición judía, aprendió hebreo, estudió la Torá y se convirtió en noájida, adoptando las siete Leyes de Noé. Su pasión por los templos judíos lo llevó a realizar excavaciones en Qumrán, donde buscó artefactos como el Arca de la Alianza. “Empacamos y navegamos a Israel. Desde el barco, Haifa nos pareció una ciudad de oro”, recordó Richardson.
Sarah siguió los pasos de su padre como arqueóloga, pero abrazó el judaísmo y se estableció en Maale Levona. “Amo la tierra y el judaísmo. Aunque mi padre y yo venimos de caminos distintos, nos complementamos como una llama en honor al Templo”, expresó en la entrevista. Su vida terminó abruptamente en el asentamiento donde residía, dejando un legado ligado a la historia y la fe.