El rabino Ariel Bareli, rabino de la ciudad de Beit El, comentó la carta conjunta de varios rabinos que firmó tras la demolición de los edificios situados en la cima de una colina cerca de la ciudad de Kochav Hashahar, en la región de Binyamin, después de que algunos de ellos se construyeran en terrenos palestinos privados sin permiso.
Funcionarios de seguridad dijeron que el propio Smotrich aprobó la demolición después de que todos los intentos de llegar a un entendimiento con los residentes locales sobre la reubicación de los edificios fracasaran.
“Los sabios nos enseñan que la Tierra de Israel nos fue reservada por nuestros antepasados, y nunca hemos renunciado a ella. Además, en la Guerra de la Independencia y la Guerra de los Seis Días, Dios nos concedió el privilegio de liberar grandes partes del país, mucho más allá del plan de partición aprobado por las Naciones Unidas”, afirma el rabino Barali.
Según él, “existe una ley llamada ‘ocupación de guerra’ que expropia la propiedad privada de los árabes y, en adelante, todo pertenece al Estado de Israel. Por cierto, esta es la principal reivindicación del juez Edmond Levy, que allanó el camino legal para la aplicación de la soberanía judía en Judea y Samaria también de acuerdo con el derecho internacional”.
A la pregunta de si es posible hablar de una ocupación cuando el propio Estado no la reconoce, el rabino respondió: “En primer lugar, el Estado ciertamente adopta el concepto de ocupación y, sobre esta base, también recibió el reconocimiento internacional para lugares que no estaban en el plan de partición y que han formado parte del Estado de Israel desde la Guerra de la Independencia. En Judea y Samaria se establecieron ciudades en tierras privadas de árabes (algunas de las cuales se legitimaron posteriormente mediante órdenes de expropiación por motivos de seguridad) para que el principio de que la conquista en una guerra (sobre todo si la inició el otro bando) otorga la tierra al bando vencedor”.
“Desgraciadamente, debido a consideraciones improcedentes, el Estado de Israel no aplicó plenamente su soberanía sobre Judea y Samaria, y el Tribunal Supremo a lo largo de los años ha ido royendo la gobernanza del Estado en estos lugares e incluso ha establecido un precedente aun cuando no exista conexión entre un árabe y la tierra porque nunca la cultivó y no pagó las tasas al gobierno. A pesar de todo esto, consideran que es tierra privada en la que no se permite asentarse a un judío y, sobre esta base, destruyeron los asentamientos de Amona y Migron”.
En cuanto al ministro Bezalel Smotrich, que respaldó la destrucción de los edificios porque fracasaron los intentos de negociación y dijo que había que respetar la ley en Judea y Samaria, el rabino Bareli respondió: “Prefiero adoptar sus declaraciones completamente diferentes de la época en que dirigía la organización Regavim”.
“Nos instó a todos a comprender que las ciudades de Judea y Samaria están en peligro. Cuando la Autoridad Palestina tenía un plan claro para estrangular los asentamientos y apoderarse de vastas extensiones de tierra hasta el valle del Jordán, Regavim reveló fotografías aéreas que mostraban construcciones y nuevas carreteras en la zona C con financiación europea y sin intervención alguna de la Administración Civil. Nos enfrentamos a la apropiación árabe de la tierra y no tenemos ningún plan de acción.
Por ejemplo, todos los terrenos a lo largo de la Ruta 60, que es la carretera principal entre los residentes de Samaria y Jerusalén, son propiedades consideradas por el Tribunal Supremo como terrenos privados (sin ninguna propiedad clara). Es imposible cerrar los ojos y despertar a la realidad de que existe un control árabe sobre todas las rutas principales de Judea y Samaria”.
El rabino Bareli afirma que la postura de los rabinos no entra en conflicto con los principios del rabino Kook, que afirmaba que los árabes pueden poseer tierras de forma privada. “Rabí Kook habla de los que compraron tierras legalmente, e incluso entonces, si hay una necesidad de seguridad, por supuesto, puede ser expropiado. La carta habla de tierras que no tienen propietarios concretos y que fueron repartidas en tiempos de Hussein a los árabes por diversas razones y a menudo sin su conocimiento. Decir que la ley de la tierra tiene la fuerza de la ley judía no es válido cuando se trata de una interpretación independiente del Tribunal Supremo en particular, que no acepta como punto de partida de nuestro derecho a la Tierra de Israel”.
“Por eso los rabinos, encabezados por el rabino Dov Lior, alientan la fundación de nuevas comunidades situadas en zonas muy importantes y que la gente impida con su cuerpo y su alma la toma del poder por los árabes. No son muchachos que vienen a luchar con los árabes, sino que se aferran a nuestra tierra santa por ideales y por un sincero deseo de servir a Dios”.