Las multitudes vuelven a llenar la Plaza de los Rehenes en Tel Aviv mientras la lluvia se disipa. En el centro de la plaza, Miki Ziv, una asistente habitual de las protestas, ondea grandes banderas israelíes y estadounidenses. Afirma que está allí desde las cinco de la mañana y explica que la bandera estadounidense pertenece a un amigo que viajaba por Tailandia y le pidió que la cuidara.
Ziv es una de las muchas personas que expresan gratitud hacia Estados Unidos y hacia el presidente Donald Trump por lograr el acuerdo de rehenes, aunque también critica la forma en que Jerusalén manejó la crisis. “Sabíamos que Trump traería de regreso a los rehenes, y eso fue lo que ocurrió, lamentablemente”, declara.
“Confiamos en nuestro propio gobierno, pero Dios quiso que esto pasara y Trump impulsó que las cosas sucedieran aquí”, agrega. Ziv lleva una visera rosa con la inscripción “TRUMP LAS VEGAS” en letras mayúsculas, un recuerdo que sus familiares trajeron de Estados Unidos. “Quien se atreve a salirse un poco de la línea logra el éxito, así que me quito el sombrero ante él”, dice sobre Trump.
“Sin Estados Unidos no seríamos nada”. Añade que ha llegado el momento de que los judíos estadounidenses emigren masivamente a Israel. “Ahora entenderán lo que significa Israel”, afirma. “No hay otro lugar como Israel”. Avi Loenstein, quien junto a su esposa Ofra Zion toma prestada la bandera estadounidense de Ziv, comenta: “Vengo aquí todos los sábados por la noche. Esta es la primera vez que lo hago con una sonrisa”.
Explica que siente una gran alegría y que faltó al trabajo para poder asistir hoy. “La bandera de Estados Unidos fue la que dio el impulso”, concluye Zion.
 
			