El sábado por la noche, dos bengalas fueron disparadas hacia la residencia privada del primer ministro Benjamin Netanyahu en Cesarea, impactando en el patio de la propiedad. En el momento del ataque, Netanyahu y su familia no se encontraban en la casa, según informó un comunicado conjunto del Shin Bet y la policía. No se registraron daños materiales.
Tras el incidente, las autoridades de seguridad destacaron que este hecho representa una peligrosa escalada. Se ha iniciado una investigación para esclarecer lo sucedido, y el acto ha sido ampliamente condenado por líderes de todo el espectro político en Israel.
Por su parte, los líderes de la oposición, Yair Lapid y Benny Gantz, enfatizaron la gravedad del ataque en comunicados oficiales. Ambos pidieron a las fuerzas de seguridad que “lleven a los responsables ante la justicia” lo antes posible.
Avigdor Liberman, de Yisrael Beytenu, calificó el ataque como un intento de socavar las instituciones democráticas del país y expresó su apoyo total a las autoridades policiales en la investigación.
El presidente Isaac Herzog expresó una enérgica condena. Según sus declaraciones, conversó con el jefe del Shin Bet, Ronen Bar, quien calificó el ataque como una «escalada peligrosa» y aseguró que se está abordando con máxima seriedad. Herzog también advirtió contra el aumento de la violencia en la esfera pública, instando a evitar que la situación se deteriore aún más.
Mientras tanto, el ministro de Justicia, Yariv Levin, describió el ataque como parte de “una cadena de acciones violentas y anárquicas” dirigidas a desestabilizar al gobierno y al primer ministro. Además, Levin hizo un llamado a los miembros de la coalición a respaldar las medidas que propuso para reformar el sistema judicial, sugiriendo que este tipo de incidentes están vinculados a una aplicación selectiva de la ley.
El ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, advirtió sobre las consecuencias de la incitación contra Netanyahu y aseguró que este tipo de actos “cruzan líneas rojas”. Subrayó que lo ocurrido podría ser un preludio a ataques más graves si no se actúa de inmediato.
Otros ministros, como Yitzchak Goldknopf y Bezalel Smotrich, condenaron el ataque y atribuyeron la violencia a un aumento de la incitación pública contra el gobierno. Smotrich insistió en que las autoridades deben «actuar antes de que sea demasiado tarde» para proteger la democracia israelí.
Amir Ohana, presidente de la Knesset, señaló que el ataque es un reflejo de la creciente polarización en el discurso público. Según Ohana, esta situación se debe a la permisividad del sistema judicial y del fiscal general frente a la escalada de retórica incendiaria.
En un contexto de tensiones crecientes, el incidente ocurre un mes después de que un ataque con drones de Hezbolá causara daños leves en la misma residencia en Cesarea.