Yisrael Aumann, Premio Nobel de Economía, expresó fuertes críticas hacia la forma en que Israel maneja la lucha pública por el retorno de los rehenes. Según él, la exposición mediática del tema permite al enemigo identificar la sensibilidad del asunto, lo que incrementa sus exigencias. Señaló que esa sobreexposición impulsa a los captores a elevar el costo del rescate.
Cuestionó que se esté dispuesto a cambiar vidas por cadáveres, calificando esa lógica como absurda. Afirmó que esto refuerza el mensaje de que el secuestro rinde frutos, ya que Israel ha demostrado cuánto le afecta este tipo de situaciones.
Dirigió también duras palabras al Tribunal Supremo, al que acusó de actuar como una monarquía en lugar de como una institución democrática. En relación con el fallo sobre la destitución del jefe del Shin Bet, Ronen Bar, aseguró que el poder real no está en manos de representantes electos, sino de jueces que se autodesignan. A su juicio, esto impide cualquier reforma judicial, porque la propia Corte debería aprobarla, lo que considera inviable.
Pese al tono crítico, Aumann recordó que las divisiones internas han acompañado a Israel desde sus orígenes. Mencionó ejemplos históricos como la guerra entre José y sus hermanos o los enfrentamientos con el Etzel, y subrayó que, pese a todo, el pueblo ha logrado sobrevivir.
Con motivo de la Pascua, vinculó ese espíritu de supervivencia con el nacimiento de la nación judía, resaltando que las disputas forman parte de su esencia. Aun con dudas sobre la viabilidad de una reforma judicial real, instó a los líderes a mantener su independencia de juicio y a resistir presiones emocionales o mediáticas, advirtiendo que las decisiones tomadas desde la emoción pueden tener costos muy altos.