Yael Adar, madre de Tamir Adar, elogia a su hijo en su funeral en el kibutz Nir Oz, dos años después de su asesinato y dos días después de que su cuerpo fuera finalmente devuelto a Israel.
“Eres libre, en casa”, dice su madre. “Estás aquí ahora, en el césped donde solías correr, junto al árbol al que trepabas, frente a la casa de los bebés donde naciste, cerca de los senderos por los que aprendiste a caminar, correr y montar en bicicleta; en el césped donde te revolcabas y reías con alegría durante las fiestas, las celebraciones y los charcos después de la lluvia”.
Yael describe a su hijo como un defensor de su comunidad y afirma que, gracias a sus acciones del 7 de octubre, otras personas presentes en el funeral siguen con vida.
Al funeral asisten los rehenes liberados Yarden Bibas, Sagui Dekel-Chen, David Cunio y Yagil Yaakov, así como el exjefe del Estado Mayor de las FDI, Herzi Halevi.
Yael dice que imagina a Tamir en constante movimiento y concentración, luchando por los caminos que recorrieron juntos. Recuerda que le preguntó si debía unirse a la brigada de seguridad local y que él respondió afirmativamente, convencido de que el ejército llegaría enseguida si fuera necesario.
“Como soldado, confiabas en ellos, porque así eras”, dice. “Y aquella mañana estabas allí solo, acompañado solo por un puñado de amigos”.
Afirma que Tamir era un niño que amaba la naturaleza, las caminatas, el fútbol y el baloncesto, así como los campos y cultivos del kibutz. Era un hermano, hijo y nieto presente y cariñoso, además de un compañero y padre devoto, añade.

Yael recuerda que llegó a su casa y a la de Hadas en Nir Oz unas semanas después del 7 de octubre. Vio la destrucción y la devastación, y encontró su álbum verde de la unidad de las FDI con todas sus condecoraciones. Pensó en la suerte que tuvo de que los terroristas de Hamás no lo vieran aquel día.
Le pide perdón por cómo terminó todo y por haber tardado dos años en traerlo de regreso a casa.
“Ten esto en cuenta, Tamir: no olvidaré ni perdonaré”, dice Adar. “Y ahora que estás en casa, seguiré buscando el camino de la reconciliación. Rezaré para que el precio que pagamos no sea en vano, para que seas la brújula de la sanación y la unidad, así como esta nación se unió para luchar por tu regreso y para honrarte hoy, en toda su diversidad”.
