Sofía Bongart adoraba las rosas rojas. En vida, pidió a su familia que, al muerer, le llevaran una rosa roja a su tumba blanca. Había concluido el servicio militar y comenzaba su vida adulta con alegría y optimismo. El 7 de octubre, acompañada de su mejor amiga, asistió al Festival Nova. Ambas fueron asesinadas.
Vladislav, su padre, visitaba semanalmente la tumba de su hija y depositaba rosas rojas sobre ella. El dolor lo consumía en silencio. Se aisló hasta que, hace diez días, decidió quitarse la vida a los 48 años.
En el apartamento familiar en Karmiel, Anna y su hija menor, Evelina, intentan sobrellevar la pérdida. Diez días después de la tragedia, Anna recordó la vida que compartieron y su lucha por reconstruirse. Junto a Vladislav, emigró a Israel desde Ucrania en 2006 con Sofía, quien entonces tenía cuatro años. En Karmiel, iniciaron una nueva etapa.
Evelina nació 13 años atrás en Galilea. La familia, pequeña y unida, construía un futuro estable. “El sueño de Vladislav era que nuestras hijas tuvieran su propio espacio, un lugar seguro cuando ya no estuviéramos”, relató Anna. Con esfuerzo, lograron comprar un apartamento.
Sofía cursó sus estudios en Karmiel y asistió a la secundaria Ort Psagot. “Era educada, respetuosa y sociable”, escribió Adi Alon, su profesora. Tras graduarse, se alistó en las Fuerzas de Defensa de Israel, donde trabajó como suboficial de bienestar social. En diciembre de 2022, completó su servicio militar y fue dada de baja. Su vida adulta apenas comenzaba.
Liraz Nissan, su amiga de la infancia, compartía con ella incontables momentos. Para Simjat Torá, planearon asistir a una fiesta. Dudaron entre un evento en el Kinneret y el Festival Nova. Finalmente, consiguieron entradas para Nova. Tras celebrar la festividad con sus familias, se reunieron. A las 3:00 am, Sofía recogió a Liraz en Acre y, a las 6:00 am, llegaron al festival.
Anna confiaba plenamente en Sofía. Siempre la mantenía informada sobre sus viajes. A su llegada al festival, le envió un mensaje: “Llegué”. Poco después, estalló el ataque. Los organizadores pidieron a los asistentes que se tiraran al suelo y esperaran. Sofía confiaba en que el ejército los protegería.

Dos horas después, ella y Liraz intentaron escapar. Se dirigieron hacia Be’eri, pero les advirtieron que la zona era peligrosa y regresaron. Junto a otros 14 jóvenes, se refugiaron en un búnker de hormigón. Lo que debía ser un refugio se convirtió en una trampa mortal. Terroristas abrieron fuego y arrojaron granadas dentro del lugar.
Liraz fue alcanzada por una bala alrededor de las 9:00 am. Sofía estaba debajo de ella. A las 11:30 am, en un intento desesperado por huir, salió del búnker y fue asesinada.
“Tomamos la decisión correcta al mudarnos a Israel”, afirmó Anna. Sin embargo, el 7 de octubre todo se derrumbó. “Nos colocamos una máscara para sobrellevar el dolor, pero Vladislav jamás expresó lo que sentía”. Trabajaba en Rafael, anteriormente en Elbit. En su empleo, nunca mencionó la muerte de Sofía. Rechazaba la compasión de los demás y se negaba a recibir ayuda.
Días atrás, la familia planeaba visitar a los parientes de Vladislav. Un tío cercano había muerto, y asistirían a presentar sus condolencias. Anna lo llamó desde el auto, pero él no respondió. Creyó que dormía. Al llegar al apartamento y abrir la puerta, lo encontró sin vida. Había decidido acabar con su sufrimiento.
De la familia feliz que alguna vez fueron, solo quedan Anna y Evelina. “Seguiré adelante. Debo cuidar de nuestro hogar”, afirmó Anna.