Los habitantes de Haifa observan con preocupación el extenso puerto industrial al norte de la ciudad, conscientes del riesgo de una explosión masiva mientras se preparan para posibles bombardeos de Hezbolá.
Esta ciudad histórica desciende por una ladera hasta el puerto, que alberga la mayor refinería de petróleo de Israel, enormes tanques de combustible y otros objetivos altamente inflamables. A unos 30 kilómetros de la frontera con Líbano, Haifa aún recuerda vívidamente la Segunda Guerra del Líbano de 2006, cuando cohetes del grupo terrorista respaldado por Irán impactaron la ciudad, destruyendo casas y matando a más de una docena de personas.
Los residentes de Haifa también tienen presente la devastadora explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020, que cobró la vida de más de 220 personas, dejó a 6.500 heridos y arrasó grandes áreas de la capital libanesa.
Hoy, Haifa vuelve a estar en la mira, con temores de que Irán y sus aliados planeen un ataque en represalia por los recientes asesinatos de altos funcionarios de Hezbolá y Hamás. “Es una preocupación significativa, especialmente después de lo que vimos en Beirut hace cuatro años”, declaró Patrice Wolff, un residente de larga data, en una entrevista con AFP.
“Somos muy conscientes de lo destructivo que puede ser una explosión en esta área y esperamos que no se llegue a un escenario tan grave”, añadió Wolff.
Desde el Monte Carmelo, se pueden observar vistas que abarcan la ciudad, el puerto, la costa mediterránea y el norte de Israel, extendiéndose hasta la disputada frontera montañosa con el Líbano. Sin embargo, la reciente serie de ataques con drones en la región ha incrementado el nerviosismo en esta área que está en la primera línea de la guerra.
En Haifa, una ciudad de 280,000 habitantes, los residentes saben que, al sonar una sirena antiaérea o recibir una alerta en sus teléfonos, tienen solo un minuto para buscar refugio. Wolff, de 58 años y empleado en una empresa de suministros médicos, mantiene su teléfono junto a él por la noche en caso de una emergencia.
“Somos muy conscientes del riesgo y sabemos cómo actuar si la situación empeora. Las autoridades de protección civil nos han dado instrucciones claras”, afirmó. “Esperamos no tener que enfrentar ese extremo, pero estamos muy expuestos debido a nuestra cercanía al Líbano”.
La tensión creciente reduce el turismo en la ciudad costera de Haifa
La afluencia de turistas a la ciudad costera de Haifa, donde conviven judíos, musulmanes y cristianos, ha disminuido considerablemente en medio de las crecientes tensiones en la región.
“Hay menos turistas ahora; antes venían muchos, pero la situación ha cambiado. El negocio está más lento”, expresó Nadia Abu-Shaker, propietaria del popular restaurante Humus Abu Shaker, situado cerca del puerto.
“Muchos tienen miedo y prefieren no salir de sus casas; no van a ningún sitio”, añadió.
No obstante, Abu-Shaker, quien ya experimentó los ataques de Hezbolá en 2006 y un misil iraquí que impactó en su casa en 1991, no se muestra preocupada ante la posibilidad de un nuevo ataque.
“No tengo miedo. Vivo cerca del puerto y trabajo en el restaurante Abu Shaker. Si estalla una guerra, no temeré porque confío en que Dios nos protegerá”, afirmó.
Actualmente, muchas habitaciones de hotel en Haifa están ocupadas por personas evacuadas de las zonas fronterizas debido a los bombardeos de Hezbolá, que comenzaron tras el inicio de la guerra entre Israel y Hamás el 7 de octubre, cuando miles de terroristas palestinos atacaron el sur de Israel, matando a unas 1.200 personas y secuestrando a 251.
La ciudad de Haifa ha preparado meticulosamente su defensa ante un posible ataque, habilitando refugios antibombas con capacidad para albergar a decenas de miles de personas, según Leonid Reznik, encargado de la preparación para emergencias del municipio.
Estos refugios, muchos de ellos aparcamientos subterráneos adaptados, están equipados con generadores, wifi, agua potable y suministros de primeros auxilios, permitiendo a las personas refugiarse durante varios días, explicó Reznik. Además, se asignarán maestros de jardín de infantes a los refugios más grandes para entretener a los niños.
El principal hospital de Haifa, que ya atendió a soldados muertos y heridos durante la guerra de 2006 con Líbano, ha puesto en uso una gran instalación subterránea para estar preparado ante cualquier eventualidad, añadió Reznik.
“Esperamos una respuesta de Irán o Hezbolá; sabemos que algo ocurrirá. No se quedarán de brazos cruzados, sino que actuarán de alguna manera”, comentó Reznik. “Esperamos que no haya disparos en la ciudad, pero entendemos que algo pasará”.
Por su parte, las afirmaciones de que se han retirado del puerto los productos químicos más explosivos no tranquilizan a Andre Suidan, propietario de una tienda de vinos con vistas al complejo portuario.
“No confiamos en lo que dicen. No creemos que hayan retirado los productos químicos”, manifestó Suidan, un residente de Haifa de 57 años, calificando la presencia de la refinería como “horrible”.
“La gente está impaciente y muy estresada. Estos no son tiempos normales”, concluyó Suidan. “La situación afecta tanto a los locales como a personas de todo el mundo. Todos están muy tensos”.