Los recientes acuerdos de paz con varios Estados árabes adicionales crearon cierta euforia en Israel. Estos acuerdos no solo fueron un gran revés para los árabes palestinos. También fueron un shock para aquellos occidentales que miraban hacia otro lado, minimizando o encubriendo a los promotores del genocidio palestino y el culto a la muerte, que impregna la sociedad árabe palestina. Muchos de estos occidentales pueden ser mejor caracterizados como pervertidos progresistas.
Sin embargo, los nuevos acuerdos con cuatro Estados árabes hicieron que los dirigentes israelíes prestaran aún menos atención a las continuas campañas de odio contra Israel por parte de sus numerosos enemigos. Eso quedó claro una vez más después del inicio de la campaña de vacunación masiva israelí.
Para los observadores objetivos, la campaña de vacunación de Israel es una historia de éxito. Hasta ahora se ha vacunado a un porcentaje mucho mayor de la población de Israel que el de cualquier otro país. Muchos políticos y medios de comunicación extranjeros han alabado a Israel por ello.
Sin embargo, varios enemigos occidentales de Israel a largo plazo, en parte a tiempo parcial, han utilizado el éxito de la vacunación de Israel para difamar al país. Los palestinos pueden haber inventado la falsa acusación de que Israel es responsable de vacunar a los palestinos en paralelo con la de los ciudadanos de Israel que viven en la “Ribera Occidental”. Varios occidentales siguieron.
Uno de esos enemigos a tiempo parcial de Israel que hizo esta afirmación es el semanario británico, The Observer. El periódico publicó un artículo titulado, “Palestinos excluidos del despliegue israelí de la vacuna Covid mientras los colonos reciben las inyecciones”.
Este artículo también se publicó el 3 de enero en su periódico hermano, The Guardian. Escrito por el corresponsal israelí Oliver Holmes junto con Hazem Balousha en Gaza, decía: “Israel está celebrando una impresionante campaña de vacunación que bate récords, habiendo dado las primeras inyecciones de coronavirus a más de una décima parte de la población. Pero los palestinos en la Ribera Occidental y Gaza ocupada por Israel solo pueden mirar y esperar”. El trasfondo dado para su historia fue: “Grupos de derechos israelíes, palestinos e internacionales han acusado a Israel de eludir sus obligaciones morales, humanitarias y legales como potencia ocupante durante la pandemia”. El artículo sugiere falsamente que Gaza está ocupada por Israel. Sin embargo, no hay israelíes en ese territorio. La “Cisjordania” tampoco está ocupada por Israel, sino que es un “territorio en disputa”. Nunca hubo previamente un Estado palestino.
Varios medios de comunicación anti-Israel y otros enemigos de Israel se unieron al coro de que Israel está obligado a vacunar a los palestinos. Fuentes oficiales israelíes explicaron que no hay base legal para esto. Tal vez más importante, la Autoridad Palestina ni siquiera estaba interesada en esto. Controla parte de la “Ribera Occidental” y según el Acuerdo de Oslo II de 1995 es responsable de la población palestina en el territorio. Ha estado buscando sus propias opciones de adquisición, y anunció contratos con cuatro productores, incluyendo los fabricantes de la Sputnik V de Rusia.
Las autoridades israelíes dejaron la defensa verbal del país principalmente a organismos privados y voluntarios. En una entrevista con la CNN, Gideon Saar, ex ministro del Likud, que se presentará a la cabeza del partido Nueva Esperanza en las próximas elecciones, dijo: “Creo que la Autoridad Palestina tiene suficiente dinero para pagar los salarios a los terroristas asesinos, a aquellos que están recibiendo recompensas por los crímenes que están cometiendo contra Israel… Si ellos [los palestinos] tienen dinero para eso, pueden cuidar de sus residentes”.
El 12 de enero, The Guardian continuó su ataque a Israel. Publicó un artículo de Hagai El-Ad, el director ejecutivo del izquierdista radical B’tselem, titulado “Somos el grupo de derechos humanos más grande de Israel – y estamos llamando a esto apartheid”. El artículo podría haberse titulado alternativamente “Somos el principal grupo israelí de derechos para asesinos palestinos”. El artículo también fue publicado por el diario francés de izquierda Le Monde.
Mientras se acusa a Israel de apartheid no hay ni una palabra en el artículo de El-Ad sobre la promoción del asesinato de israelíes por parte de los líderes palestinos y el culto a la muerte que impregna la sociedad palestina. Los editores de The Guardian que decidieron publicar este artículo debían saber lo distorsionado que estaba su contenido.
Unos días después, el 17 de enero, llegó el siguiente paso en el depravado programa de The Guardian contra Israel. Utilizó el artículo del maligno extremista de Israel, EL-Ad, que no debería haber publicado, como base para un editorial. Se titulaba: “La opinión de The Guardian sobre Israel y el apartheid: ¿profecía o descripción?”. No contenía ninguna cita sobre el genocidio contra los judíos o la promoción de su asesinato por parte de los líderes árabes palestinos. Sin embargo, mencionaba las comparaciones de Israel con un Estado de apartheid de los principales traficantes de odio contra Israel, el obispo Desmond Tutu y Jimmy Carter.
Debido a la ausencia de una agencia antipopular israelí, los enemigos del país como The Guardian y The Observer pueden difamarlo libremente. No tienen que preocuparse por las posibles reacciones. Sin embargo, una respuesta israelí normal debería haber sido: “¿Cómo podemos golpear a estos enemigos donde son más vulnerables?”.
Los medios de comunicación extranjeros que tienen corresponsales en Israel se dividen en dos categorías principales: los periodistas que intentan dar una interpretación equilibrada de lo que sucede y los representantes de los medios de comunicación que son propagandistas anti-Israel que se disfrazan de periodistas. Israel los trata de igual manera dándoles a todos ellos tarjetas de prensa.
Hay principalmente un caso significativo en el pasado en el que Israel trató de dar una lección a los medios de comunicación extranjeros. En 2003 el gobierno israelí rompió las relaciones con la BBC durante varios meses. En 2004, en una rara reacción de Jerusalén, el entonces ministro Natan Sharansky escribió a la BBC que su reportera Orla Guerin no solo había establecido un nuevo estándar para el periodismo sesgado, sino que sus reportajes “también han suscitado preocupaciones de que estaba contaminado por el antisemitismo”.
Sharansky se refirió al caso de un joven palestino que iba a explotar como una bomba humana. Al informar sobre este caso, otros medios de comunicación importantes se centraron en la utilización de niños por grupos terroristas palestinos. Sharansky también señaló que no recordaba ningún informe en el que la BBC señalara “las formas y medios en que las autoridades palestinas organizan los acontecimientos para los medios de comunicación o dirigen a los medios de comunicación a historias que sirven a los objetivos de promoción de Palestina”.
Con nuestro actual entendimiento de cómo los enemigos de los medios de comunicación de Israel manejan los asuntos relacionados con Israel, enfrentarlos puede hacerse de una manera mucho más sofisticada. La incitación contra Israel se origina en las sedes de los medios en el extranjero. El corresponsal local es un objetivo muy secundario. Él provee lo que sus jefes quieren. En eso no difiere mucho de varios de sus predecesores. Si Israel tuviera una agencia anti-propaganda podría causar a The Guardian enormes problemas sin romper ninguna ley. No es difícil dar algunos ejemplos, pero ¿por qué darles ideas?
Hay decenas de casos similares a la explotación del programa de vacunación de Israel por sus enemigos mediáticos cada año. Por lo tanto, es importante explicar por qué Israel no tiene una agencia anti-propaganda a pesar de la obvia necesidad de ella. Su establecimiento ha sido sugerido al Primer Ministro Netanyahu durante años – y por lo tanto no tiene nada que ver con su actual enfoque en sus casos judiciales – por miembros del personal y también por líderes judíos extranjeros. Siempre lo ha bloqueado. Israel está continuamente pagando un alto precio por esta política totalmente errónea.
El Dr. Manfred Gerstenfeld ha sido asesor durante mucho tiempo en cuestiones de estrategia de las juntas directivas de varias grandes empresas multinacionales de Europa y América del Norte. Es miembro de la junta directiva y ex presidente del Centro de Asuntos Públicos de Jerusalén y ha recibido el premio Lifetime Achievement Award (2012) del Journal for the Study of Anti-Semitism, y se le considera el principal experto en antisemitismo.