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Expertos refutan acusaciones de genocidio contra Israel en Gaza

22 de septiembre de 2025
Expertos refutan acusaciones de genocidio contra Israel en Gaza

Soldados de las FDI operan en Gaza, en una foto de folleto publicada el 16 de diciembre de 2024. (Fuerzas de Defensa de Israel)

Cuatro expertos israelíes publicaron un informe de 300 páginas que refuta alegaciones de genocidio y analiza la ayuda humanitaria y el uso de instalaciones civiles por Hamás.

Acusaciones iniciales y presentación del informe refutatorio por expertos

Menos de tres meses transcurrieron desde que Hamás inició la guerra en Gaza el 7 de octubre de 2023 hasta que Sudáfrica presentó un caso contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia. En esa instancia, el país africano alegó que el Estado judío cometía genocidio contra los palestinos en el territorio. Desde ese momento, varias entidades han presentado acusaciones similares contra Israel, con la más reciente que proviene de una comisión de la ONU, dos organizaciones israelíes sin fines de lucro y un colectivo que se identifica como Asociación Internacional de Académicos sobre el Genocidio.

A inicios de este mes, cuatro expertos israelíes publicaron un informe de 300 páginas bajo el auspicio del Centro de Estudios Estratégicos Begin-Sadat en la Universidad Bar-Ilan. Este documento refuta las imputaciones de genocidio. Los autores comprenden al profesor Danny Orbach, historiador militar de la Universidad Hebrea; al doctor Yagil Henkin, del Shalem College y el Instituto de Estrategia de Jerusalén; al doctor Jonathan Boxman, analista cuantitativo independiente; y al abogado Jonathan Braverman, especialista en derecho internacional humanitario.

El informe concentra su análisis en la alegación más grave contra Israel: la supuesta privación intencional de alimentos a los civiles de Gaza mediante restricciones a la ayuda. Tales cargos han originado procesos legales internacionales contra Jerusalén y han servido de base para órdenes de arresto de la Corte Penal Internacional contra el primer ministro Benjamin Netanyahu y el exministro de Defensa, Yoav Gallant. Además, el estudio menciona una ausencia notoria en esos procedimientos: el empleo de instalaciones civiles por parte de Hamás en Gaza, elemento necesario para comprender las operaciones militares israelíes.

En sus declaraciones, Orbach, quien dirige el equipo, afirmó que la imputación de genocidio exige prueba de una intención deliberada para aniquilar a un grupo étnico. Esa afirmación carece de base ante las medidas israelíes que redujeron bajas civiles, aunque las Fuerzas de Defensa de Israel no siempre minimizaron el daño colateral al máximo ni obtuvieron resultados perfectos. Para demostrar genocidio, los acusadores deben probar que Israel procuró maximizar las víctimas civiles, argumentó Orbach.

Aspectos clave del informe sobre intenciones y acciones israelíes

  • Israel facilitó volúmenes históricos de ayuda humanitaria, emitió alertas previas a los ataques y aplicó protocolos para limitar daños a no combatientes.
  • El Ministerio de Salud de Gaza, bajo control de Hamás, reporta más de 65.000 muertos o desaparecidos en los combates, cifra no verificable que no distingue entre civiles y terroristas.
  • Israel informa que eliminó a más de 22.000 combatientes hasta agosto, más 1.600 terroristas dentro de su territorio durante y tras el asalto del 7 de octubre.
  • El Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por Hamás, sostiene que 367 personas murieron por inanición y malnutrición.

Análisis de la ayuda humanitaria y errores en cálculos internacionales

Estas acciones impiden un caso sólido de genocidio, según Orbach, quien añadió que muchas imputaciones se basan en información falsa o imprecisa. Aunque los autores admiten posibles infracciones a las normas bélicas y critican la suspensión de ayuda por once semanas entre marzo y fines de mayo de este año, insisten en que tales errores no constituyen genocidio. Orbach afirmó que, si uno acepta el análisis factual del informe, las alegaciones de genocidio y crímenes contra la humanidad carecen de evidencia.

Para declarar tales delitos, se debe demostrar que el actor intentó maximizar las bajas civiles o mostró indiferencia total hacia ellas. Miles de palestinos civiles recibieron tratamiento por desnutrición severa debido a la crisis humanitaria que la guerra provocó. El informe detalla cómo Israel promovió la entrada de ayuda a Gaza y desmiente una premisa errónea sobre los suministros que sirvió de base para las acusaciones de hambruna deliberada.

Orbach y su equipo sostienen que tales imputaciones surgieron de un fallo estadístico: la ONU y otras entidades compararon camiones por día laborable antes de la guerra —y excluían días no hábiles sin entregas— con promedios mensuales que incluían todos los días del calendario posterior al estallido de la guerra. En esencia, los investigadores indican que esas organizaciones compararon métricas incompatibles.

Agencias de la ONU y grupos humanitarios afirmaron que 500 camiones de ayuda, incluidos los de combustible, entraban diariamente a Gaza antes de la guerra, con 150-180 dedicados a alimentos. Sin embargo, al extrapolar datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanos de la ONU y dividir el total de camiones alimentarios de 2022 por 365 días, los autores calcularon un promedio real de 292 camiones diarios ese año.

Estándares dobles en evaluaciones y respuestas a crisis humanitarias

De esos 292, solo 73 transportaban comida para humanos, mientras que la mitad llevaba materiales de construcción ajenos a necesidades humanitarias. Organizaciones como el Programa Mundial de Alimentos y la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases (IPC) citaron los 150-180 camiones en informes iniciales de finales de 2023 y principios de 2024 para argumentar insuficiencia alimentaria en Gaza. El IPC y otros abandonaron la cifra de 500 camiones después de principios de 2024, sin emitir correcciones, según Orbach.

El estudio israelí menciona una evaluación inconsistente en la evaluación del IPC sobre Gaza. Los informes del grupo clasificaron repetidamente al territorio en niveles cuatro y cinco de su escala de inseguridad alimentaria. El Ministerio de Salud de Gaza reporta 367 muertes por desnutrición desde febrero de 2024 hasta principios de septiembre de 2025. En contraste, el informe del IPC sobre Yemen de noviembre de 2023 a octubre de 2024 determinó que una tasa de mortalidad de 1,03 niños por cada 10.000 diarios en áreas afectadas no justificaba clasificaciones de emergencia o hambruna.

Incluso si se acepta la cifra de Hamás sin cuestionarla, resulta inferior a 0,0001 por cada 10.000 diarios, muy por debajo del umbral de dos adultos o cuatro niños por cada 10.000 requerido para declarar hambruna. El estudio israelí concluye que, en lugar de muertes masivas por inanición como predijeron varias organizaciones, los reportes del Ministerio de Salud de Gaza hasta el 1 de junio de 2025 no muestran cifras notablemente superiores a las de Egipto en periodos de paz.

Orbach indicó que, entre enero y marzo de este año —antes de la interrupción de once semanas en las entregas—, entró suficiente ayuda para cubrir teóricamente hasta seis meses. Él defendió la decisión de bloquear suministros como medida legítima contra el desvío por Hamás, que reforzaba su control gubernamental. No obstante, los autores consideran errónea la detención sin un plan alternativo viable.

Uso de infraestructura civil por Hamás y esfuerzos por minimizar daños

Esa estimación de seis meses omitió tres factores importantes: la magnitud del desvío por Hamás, el consumo elevado de la población tras meses de escasez y el deterioro de bienes perecederos. Orbach indicó que la intención consistió en frenar el desvío de ayuda. Sin embargo, el cálculo israelí resultó desastroso. Cuando la presión global aumentó y surgieron alertas de catástrofe humanitaria inminente, el gobierno amplió drásticamente las provisiones a fines de julio y agosto.

Esta medida coincidió con pausas humanitarias de diez horas en operaciones militares para distribuir ayuda de forma segura y eficaz, lo que Orbach describió como desventaja estratégica. Israel jamás procuró generar hambre en Gaza; de otro modo, no habría suministrado alimentos durante toda la guerra. Al descubrir el grave error en sus cálculos, Israel reanudó la ayuda, eliminó barreras contra el desvío de Hamás y renunció a ventajas militares.

En otro segmento crucial del informe, los autores examinan cómo Hamás utilizó infraestructura civil para operaciones bélicas, en violación flagrante de las leyes de guerra. Israel atacó objetivos civiles, lo que causó numerosas bajas no combatientes y destrucción extensa de instalaciones, incluidos hospitales y centros médicos. Quienes alegan intencionalidad podrían sostener que Israel generó condiciones para aniquilar a los palestinos como colectivo.

Sin embargo, el estudio israelí afirma que el uso de estructuras civiles por Hamás presentó uno de los dilemas militares más intrincados que haya enfrentado un ejército occidental. Hamás construyó un sistema de túneles y búnkeres que abarca 500 kilómetros a lo largo de Gaza, red subterránea más vasta que cualquier otra en la historia militar, superior incluso a la del Vietcong en Vietnam.

Advertencias sobre dilución del concepto de genocidio y otras refutaciones

El grupo terrorista empleó hospitales, escuelas, universidades, mezquitas, instalaciones de la UNRWA y otros sitios civiles como centros de mando o para ocultar accesos a túneles. Además, colocó explosivos en numerosos edificios, lo que generó devastación masiva en Gaza, superior a la observada en otros conflictos urbanos intensos. Esta dinámica eliminó distinciones entre combatientes y civiles, así como entre objetivos militares y propiedades no bélicas.

Gran parte de la destrucción causada por las Fuerzas de Defensa de Israel derivó de restricciones operativas reales, no de propósitos maliciosos o acciones desmedidas. Los autores aclaran que esta situación no exime a las fuerzas israelíes de adherirse al derecho internacional ni justifica conductas ilegales. Orbach criticó que las entidades acusadoras ignoren las tácticas de Hamás, contexto indispensable para evaluar las acciones israelíes.

Examinar la conducta de Israel sin considerar a Hamás produce una evaluación incompleta. El estudio menciona las alertas frecuentes y masivas de las Fuerzas de Defensa de Israel sobre bombardeos inminentes como prueba de esfuerzos por minimizar, no maximizar, bajas civiles. Los comandantes israelíes aplican una cadena de aprobación para operaciones ofensivas, abortan ataques por riesgos a civiles y evitan bombardeos pese a oportunidades claras contra enemigos próximos a no combatientes.

Tales decisiones demuestran un compromiso sistemático por reducir víctimas. Orbach señaló que se cancelan porcentajes elevados de misiones debido a presencia civil excesiva en zonas objetivo. Israel emitió millones de advertencias dirigidas a barrios antes de ataques, medida que expuso a sus soldados a mayores peligros. Al alertar, el enemigo anticipa movimientos y reubica recursos o contraataca.

Otras voces académicas y militares que rechazan las imputaciones

El informe concluye con una advertencia: si las imputaciones de genocidio se formulan con ligereza, el concepto pierde su significado preciso y su capacidad para influir en acciones emocionales y jurídicas. Cuando todo conflicto urbano con sufrimiento humano significativo se califica como genocidio sin evidencia de intención sistemática, el término se convierte en un medio político sin efecto. Si emerge una amenaza real de exterminio contra un pueblo, la reducción de la sensibilidad al vocablo podría retrasar respuestas, lo que pondría en riesgo a las poblaciones que busca proteger.

Los autores israelíes no representan la única voz académica que rechaza enérgicamente las imputaciones de genocidio y crímenes contra la humanidad contra Israel. Más de 500 especialistas en genocidio y derecho internacional, agrupados como Scholars for Truth about Genocide, refutaron las afirmaciones de la Asociación Internacional de Académicos sobre el Genocidio, en ocasiones con razonamientos paralelos al informe BESA.

Scholars for Truth, que incluye exfiscales de genocidio y académicos expertos, refutaron la idea de que el alto número de niños muertos o heridos en operaciones israelíes indique genocidio. Aunque los menores constituyen cerca del 50 por ciento de la población de Gaza, representan solo el 22 por ciento de las víctimas totales. Un artículo de dos académicos australianos para la Sociedad Henry Jackson en mayo de este año llegó a conclusiones similares sobre la menor proporción de mujeres y niños entre las bajas palestinas respecto a su demografía.

Esos autores, al igual que Scholars for Truth, sostuvieron que las estadísticas evidencian medidas israelíes sistemáticas para evitar daños civiles, lo que contradice las acusaciones de genocidio y crímenes contra la humanidad. Al igual que el estudio BESA, Scholars for Truth recordó que la Corte Internacional de Justicia estableció en 2007 que el genocidio requiere “intención específica” para destruir un grupo.

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