Hamás refutó el informe del New York Times sobre la utilización como arma de la violación y la violencia sexual durante la brutal embestida del grupo terrorista de Gaza contra Israel el 7 de octubre.
En una declaración en árabe e inglés, Basem Naim, miembro del politburó de Hamás, afirmó que los medios de comunicación y las agencias de noticias occidentales estaban “predispuestos a lo que decía la propaganda israelí [en términos de] mentiras y calumnias contra los palestinos y su resistencia”.
Describiendo la salvajada del 7 de octubre como “gloriosa”, Naim afirmó falsamente que el informe del New York Times se basó en relatos dados indirectamente por “mujeres que dijeron haber oído a otras mujeres repetir estas acusaciones”, pero no había “pruebas concluyentes” de que se produjeran violaciones.
En un detallado informe publicado el jueves, la publicación describía la violencia sexual sistemática perpetrada contra mujeres y niñas israelíes por terroristas palestinos el 7 de octubre, incluyendo entrevistas con más de 150 testigos, personal médico, primeros intervinientes, soldados, asesores sobre violaciones y funcionarios del gobierno, junto con el análisis de imágenes de vídeo, fotografías y datos de GPS de teléfonos móviles. El informe contenía desgarradores detalles de abusos sexuales, mutilaciones, torturas y asesinatos.
Naim afirmó además que el artículo del New York Times contradice los testimonios dados por mujeres israelíes sobre el “buen trato que habían recibido de los combatientes palestinos el 7 de octubre” y los relatos dados a conocer por rehenes israelíes sobre el “afán de los terroristas por proporcionarles todo lo que necesitaban a pesar de la difícil situación en Gaza”, y añadió que los valores y la cultura islámicos impedían a los miembros de Hamás cometer tales actos.
Associated Press informó a principios de diciembre de que al menos 10 de los civiles israelíes liberados por Hamás, tanto hombres como mujeres, sufrieron agresiones o abusos sexuales durante su cautiverio. Los médicos que trataron a los rehenes liberados denunciaron además malos tratos físicos, mentales y psicológicos, como drogadicción, palizas, privación de agua y alimentos y separación de los niños de sus familiares.