Zvika Klein, editor en jefe del Jerusalem Post, afirmó que su libertad de prensa fue vulnerada durante un interrogatorio realizado por la policía israelí en el marco de la investigación conocida como Qatar-Gate. En declaraciones a Arutz Sheva – Israel National News, Klein relató que fue citado inicialmente para una entrevista de rutina, la cual derivó en una investigación formal sobre supuestos vínculos entre figuras políticas israelíes y el gobierno qatarí.
El origen de la pesquisa se remonta a un viaje que Klein realizó a Qatar en abril de 2024, tras ser invitado por las autoridades de ese país. A raíz de esa visita, escribió dos artículos donde expuso su experiencia. Como parte de su enfoque profesional, también publicó textos críticos para mantener una cobertura equilibrada. “Cuando entrevistas a funcionarios qataríes, llevas su historia. Así es como veo el periodismo. Hacemos lo que creemos que es correcto y objetivo”, explicó.
Conforme avanzó la investigación, surgieron indicios de que algunos de los contactos que Klein mantuvo durante su estadía tenían nexos con integrantes del gobierno israelí. Klein reconoció que esas personas no siempre revelaban sus vínculos reales, lo que generaba interrogantes éticos. “Somos recipientes de información: la gente nos usa y nosotros usamos a la gente”, afirmó al referirse a las dinámicas inherentes al trabajo periodístico.
Uno de los puntos más controvertidos fue la confiscación de su teléfono celular sin orden judicial. Klein denunció que no solo se lo retuvieron sin respaldo legal, sino que además se filtraron transcripciones de sus interrogatorios y datos privados extraídos del dispositivo. “Me quitaron el teléfono y todavía no lo he recuperado. No había ninguna orden judicial. He visto filtraciones de mi teléfono y de mis declaraciones. Está claro que vinieron de las autoridades”, sostuvo.
Estas acciones minaron su disposición inicial a colaborar con la investigación. “Quería ayudar a la investigación, proporcionar cualquier información útil. Pero cuando vi que estaban filtrando todo, comencé a decir: ‘Sigues filtrando todo, ¿por qué debería darte esta información?’”, reclamó. A su juicio, este manejo pone en riesgo el ejercicio periodístico y la relación de confianza entre periodistas y fuentes.
Klein advirtió que su caso refleja un problema más amplio que afecta a otros profesionales. “No se trata solo de mí. Este problema no comenzó conmigo y no terminará conmigo”, aseguró. A pesar del desgaste personal, ratificó su compromiso con el periodismo independiente y con la denuncia de situaciones que, según él, tienen consecuencias éticas, nacionales y de seguridad. “Hay muchos elementos problemáticos aquí, no sé si son ilegales o no, pero desde el punto de vista ético, moral o nacional, en términos de seguridad, deben examinarse”.
El periodista también narró el impacto que el interrogatorio tuvo en su vida familiar. Contó que su esposa estaba fuera del país y que debía ir a buscar a sus hijos, pero la policía no le permitió retirarse. “Cuando mis hijos me preguntaron por qué no podía irme, les dije que estaba ayudando a la policía. Dije que los policías son buenas personas, y cuando crezcan, explicaré más, aunque algunos de ellos están más metidos en política que otros”, relató.
A pesar de la presión institucional y el malestar generado por las filtraciones, Klein aseguró que continuará ejerciendo su labor informativa sin ceder a presiones externas. Subrayó que el periodismo debe protegerse y funcionar con libertad, especialmente cuando se trata de investigar asuntos de interés nacional. “Es una historia compleja. Aquí hay cosas que hay que analizar en la medida de lo posible”, concluyó.