El lunes, al conmemorar los 80 años desde la liberación de Auschwitz, un destacado experto alemán en el Holocausto subrayó que distorsionar los hechos sobre el exterminio nazi de seis millones de judíos es aún más perjudicial que la negación total, advirtiendo que esta distorsión actúa como un «trampolín» hacia el antisemitismo en la sociedad.
Kathrin Meyer, quien se desempeña como secretaria general de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA), expresó su preocupación sobre la distorsión de la historia del Holocausto, especialmente con la disminución de sobrevivientes cada año.
Esta semana, en el Día Internacional de Conmemoración del Holocausto, solo 50 sobrevivientes participaron en las ceremonias en el campo de concentración nazi en Polonia, en contraste con los 300 asistentes de hace solo cinco años.
Meyer destacó que estas distorsiones, además de ser un insulto para las víctimas, representan una amenaza para la democracia, ya que las ideologías radicales y antidemocráticas suelen tener una visión alterada del Holocausto. Señaló que estas distorsiones a menudo se presentan como opiniones válidas en lugar de mentiras claras y peligrosas.
El seguimiento de la negación y la distorsión del Holocausto forma parte de su misión para abordar los “desafíos contemporáneos relacionados con el Holocausto y el genocidio del pueblo romaní”.
En su intervención, Meyer mencionó el caso del presidente ruso Vladimir Putin, quien ha tildado constantemente al gobierno de Ucrania de “nazi”, a pesar de que el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, es judío y fue elegido democráticamente. Meyer apuntó que aquellos que atacan la libertad y la diversidad son los mismos que manipulan la memoria histórica del Holocausto para obtener beneficios políticos.
Meyer, quien no es judía, dirigió la IHRA durante dos décadas y se destacó por la definición de antisemitismo que ayudó a establecer, la cual se convirtió en un tema central en los debates políticos. Aunque esta definición fue adoptada por muchos grupos judíos y gobiernos como una herramienta útil para combatir el antisemitismo, algunos críticos sostienen que podría limitar la libertad de expresión al criminalizar las críticas legítimas hacia la política israelí.
La IHRA tardó tres años en llegar a un consenso sobre la definición de antisemitismo, la cual ahora se reconoce como una de las herramientas más efectivas en la lucha contra el odio hacia los judíos. Meyer recordó que, antes de su adopción, muchos países negaban la existencia de antisemitismo, pero ahora el problema es reconocido globalmente, aunque persisten debates sobre lo que constituye una crítica legítima hacia Israel.
La definición de la IHRA incluye ciertas percepciones de los judíos que pueden manifestarse como odio hacia ellos, abarcando, por ejemplo, negaciones del derecho de autodeterminación de los judíos o descalificaciones a Israel como una “iniciativa racista”. Meyer destacó que los recientes ataques antisemitas, incluidos los aumentos tras la invasión de Hamás a Israel en octubre de 2023, han validado la necesidad de dicha definición.
Meyer, quien tiene 60 años, vivió de cerca el odio irracional hacia los judíos desde su infancia en Celle, cerca del campo de concentración de Bergen-Belsen. Aunque su ciudad no sufrió los horrores de la guerra, el silencio sobre los crímenes cometidos en el campo fue una constante en su vida. Recuerda cómo su familia, aunque opuesta al régimen nazi, le transmitió los prejuicios de su abuela paterna, que era una ferviente partidaria del nazismo.
Tras completar su formación académica en historia y educación, Meyer asumió la responsabilidad de enfrentar el pasado y luchar contra el odio. La IHRA fue fundada como un grupo de trabajo en 2000, por los primeros ministros de Suecia, Reino Unido y el presidente de EE. UU., quienes promovieron la educación y la investigación del Holocausto. Esta iniciativa global ha crecido desde entonces, con 35 países miembros y una influencia mundial.
Meyer también subrayó que la IHRA no solo aboga por las víctimas judías, sino también por el pueblo romaní, una de las minorías más discriminadas en Europa, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial. Recordó un impactante incidente cuando visitó un campo de concentración nazi cerca de Praga, que, años después, se usó como corral de cerdos hasta que fue reubicado y transformado en un sitio conmemorativo.
Además, expresó su preocupación por el poder creciente de las grandes tecnológicas, que propagan discursos de odio, citando el caso de Facebook y otras plataformas que difunden contenido negacionista del Holocausto. Un informe reciente de la UNESCO reveló que una proporción significativa de contenido en redes sociales distorsiona la historia del Holocausto. Meyer lamentó el control desequilibrado de estas plataformas y destacó la importancia de contrarrestar estos problemas.
Aunque la inteligencia artificial presenta riesgos, Meyer la considera una herramienta útil, especialmente para preservar la memoria de los sobrevivientes. Destacó que la IA puede ser utilizada también para difundir la verdad sobre el Holocausto.
Sobre su legado, Meyer se mostró orgullosa de haber convertido a la IHRA en un “actor global” y de haber colocado la distorsión del Holocausto en el centro del debate internacional.
En un mundo tan dividido, insistió en la necesidad de mantener un consenso global para enfrentar el antisemitismo, el extremismo y los nuevos desafíos tecnológicos. La diplomática alemana Michaela Küchler, quien asumirá la dirección de la IHRA, es vista por Meyer como una líder capaz de enfrentar estos retos.