El genocida Adolf Eichmann solicitó en un manuscrito el indulto del presidente israelí Yitzhak Ben-Zvi dos días antes de morir ejecutado en la horca en 1962, según revela un documento inédito presentado en Israel.
La carta manuscrita original, junto a otros documentos y notas personales del segundo jefe del Estado israelí Ben-Zvi, fueron presentados en un acto celebrado en la sede de la Presidencia de Israel, encabezado por su actual inquilino, Reuvén Rivlin, en coincidencia con el Día Internacional en Recuerdo del Holocausto.
La carta completa del genocida:
Para:
Señor presidente,
Me sumo al pedido de mi abogado defensor, y me permito afirmar además las siguientes cuestiones.
En su juicio contra mí, los jueces cometieron un error crítico al valorar mi personalidad, porque no pueden ponerse ellos mismos en el momento y situación en la que yo estuve durante los años de la guerra. El error fue causado por el hecho de que en el momento de mi juicio, se me presentó una serie de documentos que, sin ser analizados en relación con el material general de las órdenes, deben dar una imagen incorrecta.
No es cierto que fuera una figura tan importante que pudiera supervisar o seguir de forma independiente la persecución de judíos. Frente a unas reglas tan abundantes es evidente que los jueces en su sentencia ignoraron el hecho de que nunca serví en una posición elevada que implicara tal autoridad decisiva e independiente. Nunca di órdenes en mi nombre, sino que siempre actué siguiendo órdenes de otros.
En el caso de haber sido, como asumen los jueces, una fuerza fanática conductora en la persecución de judíos, esto se habría reflejado en mi promoción u otros reconocimientos, pero nunca se me concedió ningún beneficio.
También es incorrecto que yo nunca estuve influenciado por las emociones humanas.
En concreto, bajo la impresión de horrores indescriptibles, de los que fui testigo, inmediatamente pedí el traslado a otro puesto. Del mismo modo, revelé mi propia voluntad durante la investigación policial sobre los horrores hasta entonces desconocidos con el fin de ayudar a establecer la indiscutible verdad.
Declaro una vez más, como lo hice en presencia de la corte: detesto como el mayor de los crímenes los horrores que se cometieron contra los judíos y pienso que los iniciadores de estos terribles actos serán sometidos a juicio ante la ley, ahora y en el futuro.
Sin embargo, debe trazarse una línea entre los líderes que son los responsables de personas como yo, que nos vimos obligadas a ser herramientas, y el liderazgo. Yo no era el responsable, y como tal, no me siento culpable.
Yo no soy capaz de reconocer como justo el fallo del tribunal y le solicito, honorable presidente, que haga uso de su autoridad para indultarme y ordene que la sentencia de muerte no sea llevada a cabo.
Adolf Eichmann
Jerusalén, 29 de mayo de 1962