El rey Carlos vivió un momento profundamente emotivo durante su visita a Auschwitz-Birkenau en Polonia, convirtiéndose en el primer monarca británico en hacerlo. Su visita al campo de concentración nazi estuvo marcada por un gesto solemne al depositar una corona de flores en el lugar, un acto que reflejó su conmovida reacción ante la magnitud de lo ocurrido allí.
Con un semblante visiblemente afectado, el monarca recorrió las instalaciones acompañado por un guía experto. Al llegar al Bloque 5, se encontró con montones de zapatos, una de las exhibiciones que documentan de manera brutal el exterminio masivo de judíos y otros grupos perseguidos por el régimen nazi. Esta imagen se grabó en la memoria del rey, quien expresó su voluntad de comprender en profundidad la realidad de los horrores ocurridos en ese sitio.
Fuentes cercanas al rey compartieron con la BBC que su visita fue una experiencia “profundamente personal” y de gran peso emocional. Describieron el acto como una «peregrinación» para el monarca, quien se mostró visiblemente afectado por lo que vio y experimentó durante su recorrido.
Al llegar al Bloque 11, la emoción del rey se hizo aún más evidente. Allí, en el muro de la muerte, donde se llevaban a cabo las ejecuciones, dejó otra corona de flores. Este gesto se sumó a la fuerte impresión que causó en él la historia de este lugar.
La BBC, que pudo grabar la visita, informó que el rostro del rey reflejaba el profundo dolor que sentía al enfrentarse a las atrocidades cometidas en ese campo. Según relató la reportera Daniela Relph, el monarca se detuvo al alejarse y, entre lágrimas, miró atrás, reflexionando sobre lo vivido en Auschwitz.