El nuevo gobierno laborista de Gran Bretaña ha anunciado su compromiso de construir un memorial del Holocausto y un centro de aprendizaje adyacente a las Casas del Parlamento en Londres, cumpliendo así una promesa de larga data marcada por controversias.
Originalmente propuesto hace casi una década durante la administración conservadora anterior, este monumento tiene como objetivo honrar la memoria de más de seis millones de judíos y otras víctimas asesinadas por los nazis y sus colaboradores durante la Segunda Guerra Mundial.
El primer ministro Keir Starmer y su gobierno planean presentar el proyecto de ley sobre el Memorial del Holocausto, que financiará el proyecto y revocará una ley de 1900 que restringe el uso de la ubicación propuesta únicamente a un jardín público.
“Debemos hacer todo lo posible para garantizar que el Holocausto nunca sea olvidado y para combatir el antisemitismo y todas las formas de odio y prejuicio en nuestra sociedad”, afirmó el gobierno en un documento informativo que acompañó el discurso del Rey el miércoles, delineando su agenda legislativa.
El año pasado fue el más grave en cuanto a antisemitismo en Gran Bretaña desde que comenzaron los registros en 1984, con miles de incidentes reportados tras el estallido de la guerra entre Israel y Hamás en octubre, según un organismo asesor judío.
El compromiso del Partido Laborista con el monumento también forma parte de los esfuerzos de Starmer por erradicar el antisemitismo dentro de su partido, después de que un informe de 2020 revelara fallas significativas en la gestión de quejas de discriminación antijudía.
Además, Starmer ha defendido el derecho de Israel a la legítima defensa en la guerra en Gaza, lo que ha causado descontento entre algunos de sus partidarios musulmanes.
La propuesta original de 2015 pedía un monumento nacional “llamativo y prominente” y un “centro de aprendizaje de clase mundial”, identificando los Jardines de la Torre Victoria, al sur del Parlamento, como la ubicación del monumento.
Desde entonces, ha enfrentado desafíos legales sobre su ubicación y críticas sobre su diseño, propósito y costos, incluyendo objeciones de sobrevivientes del Holocausto y sus familias. Algunos críticos han comparado el diseño, que presenta casi dos docenas de altas “aletas” de bronce para simbolizar los países con comunidades judías destruidas por el Holocausto, con una “rejilla para tostadas”, y otros han señalado que bloquearía las vistas del Parlamento desde los jardines.