Irmgard Furchner, secretaria nazi condenada en 2022 por complicidad en el Holocausto, murió a los 99 años, según confirmó un tribunal alemán.
Furchner fue juzgada en 2022 por complicidad en asesinatos masivos
Un tribunal en Alemania confirmó este 7 de abril la muerte de Irmgard Furchner, condenada en 2022 por su papel como secretaria del campo de concentración de Stutthof. La mujer, de 99 años, murió a comienzos de este año, aunque la información se hizo pública recientemente a través de medios alemanes.
En 1943, a los 18 años, Furchner comenzó a trabajar en Stutthof como taquígrafa y mecanógrafa bajo las órdenes de Paul Werner Hoppe, comandante del campo. Ocupó ese cargo hasta abril de 1945, poco antes de la liberación del lugar por el ejército soviético. El campo, ubicado cerca de Gdansk, fue responsable de la muerte de unas 65,000 personas, incluidos judíos, partisanos polacos y prisioneros soviéticos.
Durante su juicio, realizado en el tribunal de distrito de Itzehoe, Furchner fue hallada culpable de complicidad en el asesinato de 10,505 personas. La sentencia, dictada por el juez Dominik Gross, estableció que su trabajo administrativo facilitó el funcionamiento del campo, contribuyendo así al exterminio.
El juez destacó que Furchner tenía pleno conocimiento de las condiciones inhumanas del lugar, evidenciadas por el hedor persistente de cadáveres. Según la sentencia, con su labor en la oficina del comandante, apoyó deliberadamente los crímenes cometidos en Stutthof.
Juicio en tribunal juvenil y antecedente legal de Demjanjuk
Debido a que tenía entre 18 y 19 años en el momento de los hechos, Furchner fue juzgada bajo la ley juvenil. Esto condujo a una sentencia más leve: dos años de prisión en suspenso. A pesar de ello, su caso fue considerado significativo por su simbolismo y repercusión internacional.
Previo al inicio del juicio en septiembre de 2021, Furchner intentó escapar de la residencia donde vivía, pero fue localizada en Hamburgo y llevada ante el tribunal. El incidente evidenció tanto su frágil estado de salud como la voluntad de las autoridades alemanas de seguir procesando crímenes del Holocausto.
El proceso judicial se basó en el precedente legal creado en 2011 con la condena de John Demjanjuk, ex guardia del campo de Sobibor. Ese fallo permitió considerar la mera participación en el funcionamiento de un campo nazi como suficiente para una condena por complicidad en asesinatos masivos.
En el caso de Furchner, los fiscales argumentaron que su labor administrativa era parte esencial de la estructura que permitió el funcionamiento del campo. Procesaba documentos, correspondencia y dictados, facilitando así el control sobre las víctimas.
Datos clave sobre Irmgard Furchner y el juicio en Alemania
- Furchner fue condenada en 2022 a dos años de prisión en suspenso.
- Trabajó en el campo de concentración de Stutthof entre 1943 y 1945.
- Fue hallada culpable de complicidad en 10,505 asesinatos.
- Fue juzgada en un tribunal juvenil debido a su edad durante los hechos.
- Intentó huir antes del inicio del juicio, pero fue detenida en Hamburgo.
- Su caso se basó en un precedente jurídico de 2011 sobre complicidad administrativa.
- Stutthof funcionó como campo de exterminio con cámaras de gas y condiciones letales.
Stutthof fue clave en la red de campos nazis de exterminio
El campo de concentración de Stutthof, establecido en 1939 cerca de Danzig, operó inicialmente como centro de detención para judíos y polacos expulsados. Con el tiempo, fue adaptado con cámaras de gas y otras instalaciones para el exterminio sistemático.
Alrededor de 100,000 prisioneros pasaron por Stutthof, de los cuales al menos 60,000 murieron debido a las condiciones brutales, las ejecuciones, las enfermedades y los gaseamientos. El campo fue liberado por tropas soviéticas el 9 de mayo de 1945.
Sobrevivientes como Manfred Goldberg relataron los horrores vividos durante su estancia en el campo. Goldberg, esclavizado allí durante ocho meses, expresó en 2022 que la condena a Furchner le pareció demasiado benigna y la comparó con penas impuestas a delitos menores.
Actualmente, el sitio donde operó el campo alberga un museo dedicado a preservar la memoria de las víctimas y documentar las atrocidades cometidas durante el Holocausto por el régimen nazi.
Restan pocos casos activos por crímenes del Holocausto en Alemania
Con la muerte de Furchner, Alemania cierra uno de los últimos procesos relacionados con el Holocausto. Solo tres casos siguen activos, según la oficina de fiscales en Ludwigsburg, encargada de investigar crímenes nazis.
La avanzada edad de los acusados ha dificultado nuevos juicios. Muchos procesos han sido suspendidos por la muerte de los implicados o por razones de salud que impiden continuar con las audiencias.
En 2023, un ex guardia de 98 años del campo de Sachsenhausen fue acusado por más de 3,300 asesinatos, pero su proceso no llegó a concluir, como ha sucedido en varios casos recientes.
Las autoridades alemanas han subrayado la urgencia de actuar mientras sea posible, ya que los últimos testigos y perpetradores envejecen y mueren, reduciendo las posibilidades de llevar a cabo nuevos procesos judiciales.
El caso reavivó el debate sobre responsabilidades individuales
El juicio a Furchner también generó debates sobre la responsabilidad de los participantes de menor rango en la maquinaria del Holocausto. Su condena reforzó la idea de que incluso las tareas administrativas contribuyeron al genocidio.
El Tribunal Federal de Justicia de Alemania confirmó en agosto de 2024 la sentencia de 2022, lo que consolidó el principio de que el apoyo operativo en campos de concentración constituía complicidad criminal.
Durante el juicio, Furchner expresó su arrepentimiento con una disculpa considerada insuficiente por muchos. Dijo lamentar “todo lo que pasó”, pero sus palabras fueron percibidas como carentes de profundidad.
La organización Holocaust Education Trust señaló que solo los sobrevivientes y familiares de las víctimas podían evaluar la sinceridad de esa disculpa. Uno de los abogados querellantes, Onur Oezata, afirmó que sus representados valoraron el reconocimiento legal de los crímenes, más que cualquier forma de castigo.