La princesa Alice fue reconocida como por salvar judíos durante la Shoah. Durante la visita a Yad Vashem (Centro Mundial sobre la Shoah en Jerusalén) el Príncipe William honró su memoria.
La Princesa Alice nació en el Castillo de Windsor en 1885, como la Princesa Victoria Alice Elizabeth Julia Marie. Sus padres fueron el Príncipe Luis de Battenberg y la Princesa Victoria de Hesse, nieta de la Reina Victoria. La princesa estaba emparentada con la mayoría de las familias reales europeas.
Durante la Segunda Guerra Mundial la Princesa Alice vivió en el palacio ateniense de su cuñado, el Príncipe Jorge de Grecia, y trabajó con la Cruz Roja Sueca y Suiza. Se encontró en la difícil situación de tener yernos que peleaban en el lado alemán y un hijo (el futuro Príncipe Felipe) en la Marina Británica.
La familia real griega conocía bien a la familia de Haimaki Cohen, un judío y ex miembro del Parlamento de Tricala, en el norte de Grecia.
En 1941, cuando Alemania invadió Grecia, la familia huyó a Atenas, entonces todavía bajo el dominio italiano, donde la política antijudía era más moderada. Aunque el período de relativa seguridad duró solo hasta septiembre de 1943, cuando Italia se rindió a los Aliados, los alemanes ocuparon Atenas y comenzó la caza de judíos.
En ese momento Haimaki Cohen había muerto. Su viuda, Rachel, y sus cinco hijos estaban buscando un lugar de refugio. Los cuatro hijos de la familia querían cruzar a Egipto y unirse al gobierno griego en el exilio que estaba en El Cairo. Pero el viaje resultó ser demasiado peligroso para Rachel y su hermana. La princesa Alice se enteró de la situación de la familia y ofreció refugiar a Rachel y su hija, Tilde, en su casa. Más tarde se les unió otro hijo que no pudo viajar a Egipto y tuvo que regresar a Atenas.
En 1993, Yad Vashem otorgó el título de Justo entre las Naciones a la Princesa Alice. Un año después, sus hijos, el príncipe Felipe, el duque de Edimburgo, y la princesa de Hannover viajaron a Yad Vashem y plantaron el árbol en su honor. Durante la ceremonia, el Príncipe Felipe dijo:
“Sospecho que nunca pensó que su acción fuera de ninguna manera especial. Era una persona con una profunda fe religiosa que habría considerado como una acción totalmente humana hacia otros seres humanos en problemas”.