El vínculo entre judíos y gitanos en el contexto del Holocausto ha evolucionado, desde ser considerados “extraños familiares” hasta aliados en la memoria del genocidio.
Testimonio en el juicio a Eichmann
El juicio de Adolf Eichmann en Jerusalén resaltó, entre otros, el testimonio de Aron Bejlin, un médico judío que habló sobre el genocidio del pueblo gitano en Auschwitz-Birkenau.
Bejlin mencionó la diversidad racial de los prisioneros romaníes, distinguiendo entre campos “blancos” para judíos y aquellos para gitanos.
Estas declaraciones forman parte del libro “Lluvia de ceniza: Roma, Jews, and the Holocaust” del historiador Ari Joskowicz.
Activismo y reconocimiento de la comunidad romaní
Hace cinco décadas, los activistas romaníes empezaron a redefinir la narrativa de las relaciones entre judíos y gitanos, solicitando reparaciones y reconocimiento como víctimas del Holocausto.
Ante la discriminación, los romaníes buscaron estrechar lazos con judíos sobrevivientes de la guerra, comparando sus experiencias y solicitando ser reconocidos como víctimas judías.
Joskowicz destaca la gradual unión de judíos y gitanos en la memoria del Holocausto, desde investigaciones conjuntas hasta demandas de reparaciones.
Historia y persecución del pueblo romaní
El pueblo romaní, mal llamado “gitanos” por el mito de su origen egipcio, emigró de la India hace unos 1.500 años y es la minoría más grande de Europa.
Durante el Holocausto, muchos romaníes fueron encarcelados en guetos y campos de concentración. En Auschwitz-Birkenau, había un “subcampo” romaní utilizado por alemanes para mostrar familias intactas ante visitas internacionales.
Más de 500,000 romaníes murieron en el Porajmos. Tras la guerra, muchos supervivientes romaníes siguieron enfrentando sospechas y discriminación, a diferencia de los supervivientes judíos.
Injusticias posguerra y camino hacia el reconocimiento
Después de la Segunda Guerra Mundial, muchos países, incluida Alemania Occidental, no reconocieron a los gitanos como víctimas. Solo en 1965, Alemania Occidental admitió la persecución racial antes de 1943, concediendo derechos a indemnizaciones para la mayoría de los romaníes.
La década de 1970 marcó un punto de inflexión en el “trabajo de memoria” romaní, con eventos como el primer Congreso Mundial Gitano en Londres en 1971 y la emisión de la miniserie “Holocausto” en 1978.
Con el tiempo, las relaciones entre judíos y gitanos han mejorado, con colaboraciones en teatro, investigaciones y otros campos, reconociendo la memoria compartida del Holocausto.
Desafíos actuales y esfuerzos conjuntos
Según estadísticas europeas, los gitanos viven en promedio 10 años menos que los no romaníes y enfrentan tasas de mortalidad infantil elevadas.
Joskowicz señala que los romaníes continúan enfrentando racismo cotidiano. Aunque hubo protestas por la exclusión de sus relatos en el USHMM, la institución ha incluido desde entonces la investigación del genocidio romaní.