Es difícil imaginar que la situación en Siria pueda empeorar, pero podría empeorar. Además del masivo derramamiento de sangre durante los ocho años de guerra civil, incluido el ascenso y la caída del Estado Islámico (ISIS), el mundo ha visto al régimen sirio utilizar armas químicas casi sin restricciones para la bárbara tarea de romper la voluntad de sus oponentes.
De hecho, el uso por parte del régimen de armas químicas como el cloro, el gas mostaza y el agente nervioso sarín puede no haber terminado. La semana pasada se informó de que el régimen ha vuelto a utilizar armas químicas, esta vez en el noroeste del país.
El amor del régimen por las armas químicas es conocido desde hace mucho tiempo. Además de las denuncias anteriores sobre el uso de armas químicas durante la guerra civil, las fuerzas del Gobierno sirio llevaron a cabo un vergonzoso ataque con sarín en Guta en 2013. Esto llevó a la presión de los Estados Unidos, que llevó a Siria a aceptar declarar sus arsenales, ponerlas a disposición para su destrucción y adherirse a la Convención de Armas Químicas.
Resultó ser una mentira.
En 2017, Damasco volvió a usar sarín, esta vez en Khan Shaykhun, matando a unas cien personas e hiriendo a varios cientos más. En una investigación conjunta de la ONU y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas, el ataque se atribuyó al régimen.
Por supuesto, Damasco siempre ha negado el uso de armas de destrucción masiva (ADM), pero según un portavoz del Departamento de Estado, citando el trabajo de la ONU, “el propio régimen de Assad ha llevado a cabo casi todos los ataques confirmados con armas químicas”.
Aunque las cifras son inexactas debido a las dificultades para investigar tales incidentes en el país involucrado en el conflicto, algunos creen que el régimen de Assad ha utilizado armas químicas más de trescientas veces desde 2012.
El Estado islámico también ha sido acusado de utilizar armas químicas en Siria, pero a una escala mucho más limitada.
Aunque la guerra civil en Siria aún está lejos de resolverse, es probable que el brutal régimen de Assad sobreviva, manteniendo el poder sobre una parte significativa, y posiblemente más profundamente traumatizada, del país.
Dado el apoyo político y militar de Rusia, así como su propio uso de armas químicas en el Reino Unido, sería extremadamente difícil obligar a Siria a abandonar su arsenal de armas químicas o culpar a Damasco por su uso abominable.
Eso ya es bastante malo, pero podría empeorar.
Los iraníes parecen estar planeando utilizar Siria como una base operativa avanzada, lo que le da una proximidad estratégica a Israel. Del mismo modo, es probable que el grupo terrorista libanés Hezbolá permanezca en Siria para apoyar a Damasco y desarrollar opciones para amenazar a Jerusalén.
Surge la pregunta: ¿podrían las armas químicas ofensivas, con la ayuda del régimen de Assad, convertirse en parte del arsenal del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní y/o a Hezbolá, si es que no han añadido ya esa capacidad?
Con la preocupación por el programa de armas químicas de Irán, es difícil descartar la posibilidad de que tales amenazas no surjan para desafiar los intereses de Estados Unidos e Israel.
Las armas químicas tampoco pueden poner fin a la relación de Siria con las armas de destrucción en masa. Otro posible problema a largo plazo es si Siria revisará su programa nuclear a pesar de los compromisos contraídos en virtud del Tratado de no Proliferación de Armas Nucleares.
Esta no será la primera vez.
En septiembre de 2007, un ataque aéreo israelí provocó la destrucción de una instalación nuclear secreta en Al Kibar, Siria, apoyada por Corea del Norte. Se consideró que el programa nuclear sirio tenía una dimensión militar, incluida la producción de plutonio, que podía utilizarse para producir armas.
Mientras que el reactor nuclear fue destruido durante el ataque israelí, cuando los sirios ocultaron la mayor cantidad posible de las pruebas restantes, los conocimientos nucleares, los científicos y otras instalaciones pertinentes podrían haber sobrevivido.
Esa oportunidad sería sin duda útil si Siria decidiera restablecer su programa nuclear. La ayuda exterior podría volver de Corea del Norte o incluso de Irán, lo que aceleraría la demanda de armas nucleares de Siria.
Desde un punto de vista estratégico, tiene sentido que Siria decida sobre otro programa nuclear con objetivos militares para proteger y promover sus intereses, especialmente a la luz de su experiencia reciente.
Si bien existen dudas sobre si un programa nuclear será una prioridad para Damasco durante o después de su debilitante guerra civil, o si se dispondrá de recursos para restaurar un programa nuclear, hay que tener en cuenta esta posibilidad.
Es casi seguro que Siria seguirá siendo un Estado deshonesto bajo Assad, eludiendo las restricciones internacionales.
Ya sea que se trate de armas químicas o armas nucleares, la comunidad internacional debe trabajar no solo para responsabilizar a Siria por sus acciones relacionadas con armas químicas, sino también para garantizar que el problema sirio de las armas de destrucción masiva no empeore.